Por Carlos Andrés Ortiz

Son tantas, y varias, de tan grueso calibre, que fácilmente alcanzarían al menos para escribir un libro, o una enciclopedia para adosar al libro La Doctrina del Shock, de Naomí Klein.

Además del tono agresivo, que caracterizó a las múltiples opiniones vertidas por el promotor del anarco – libertarismo -elegido presidente de Argentina-, cabe analizar las expresiones e iniciativas -que supuestamente iba a poner en práctica-, las que fueron dejadas de lado por improvisadas y/o impracticables. Eso además de contundentes afirmaciones, que solo fueron gruesas falsedades indefendibles.

Incluso, en su discurso oficial al asumir, dijo una serie de supuestas estadísticas sociales y económicas, que es muy dudoso que tengan algún respaldo documental, pareciendo más bien un prearmado para un buscado fuerte efecto, que justifique el severísimo cuadro de retroceso económico e hiperinflación, intencionalmente dispuesto a perpetrar.

Un economista de profesión, no puede desconocer los contundentes antecedentes históricos y económicos, que niegan totalmente la afirmación, según la cual “Argentina fue la primera potencia mundial a fines del siglo XIX”. Hubo fuerte flujo de riquezas, en base a una coyuntura mundial favorable, con demanda sostenida y muy buenos precios para las materias primas alimenticias, que era el total o poco menos, de nuestras exportaciones.

Pero de ningún modo podíamos compararnos con las grandes potencias mundiales de fines del siglo XIX y comienzos del XX, no solo por un PBI mucho menor, sino por la fragilidad de nuestra economía, careciente por completo de industrias y de institutos tecnológicos de relevancia. Además, éramos deudores crónicos del Reino Unido, el cual mantenía el control real de nuestra economía y nuestras instituciones políticas.

A tal punto esa degradante sumisión al Reino Unido, que en los años ’30, a la firma del vergonzoso Pacto Roca – Runciman, el mismo “Julito” Roca (hijo del General dos veces presidente), exclamó muy orondo: “Argentina es la joya más valiosa de la corona de Su Majestad”.

La riqueza estaba concentrada en muy pocas manos, con mucha miseria generalizada y mucho analfabetismo; así como las obras públicas mostraron en El Centenario, una Capital Federal opulenta, mientras casi todo el interior era marginado y muy pobre.

Ese supuesto “modelo ideal” al cual nos quieren retrotraer los neoliberales, los libertarios, y sectores ultra conservadores, como la Sociedad Rural, es hoy totalmente inviable, y solo nos conduciría a la disolución nacional, en un contexto socio económico en el que sobraríamos al menos 25 millones de argentinos, y con casi todos sumidos en una profunda miseria.

La destrucción y cierre del Banco Central, idea repetida hasta el cansancio, que supuestamente “estaba totalmente estudiada”, afortunadamente para Argentina, fue descartada por impracticable. En campaña, el hoy presidente omitió decir que solo carecen de Banco Central, algunos pocos mini Estados de escasas relevancias, además de Panamá, que carece de moneda propia y sucumbió a la perniciosa dolarización. Uno o dos años antes, en el programa del periodista Cúneo, el hoy presidente puso como “ejemplo” de Estado sin Banco Central a Hong Kong, lo cual es una gruesa falsedad, pues ese pequeño enclave, antes dependía del Reino Unido, y hoy está bajo soberanía de China. ¡Nunca pudo tener un Banco Central en ese contexto, pues no es un Estado!

La dolarización, fue otro de los “caballitos de batalla” de los anarcos – libertarios; y parecería que muchos muy poco informados que lo apoyaron, suponían que sus salarios nominales en pesos, iban a ser nominalmente convertidos a dólares. Ahora van camino a cobrar en pesos muy devaluados, por las remarcaciones salvajes que el libertinaje económico no solo permite, sino que promueve.

Pese a que el hoy presidente, afirmó rotundamente tener todo estudiado y con los respaldos financieros para dolarizar nuestra economía, afortunadamente para Argentina, esa idea debió ser dejada de lado. Hubiese sido muy dañina, y habría significado una sensible pérdida de soberanía, además de otros perjuicios muy graves, como en su momento, a fines de los ’90 y cerca de la crisis de 2001, ante otro fallido intento de dolarización, advirtió con meridiana claridad el economista Aldo Ferrer.

El hoy presidente. tuvo expresiones desconsideradas e incluso insultantes, para las dos naciones (Brasil y China), que son nuestros principales socios comerciales; exabruptos que “completó” afirmando que el comercio exterior es cosa de “los privados”, lo cual mostró un total desconocimiento (por no suponer una intencional gruesa falsedad) de cómo opera el comercio mundial, con activas participaciones de los respectivos Estados Nacionales.

Las alabanzas y expresiones de admiración a Churchill (enemigo declarado de Argentina) y a Tatcher (intencional promotora de la guerra y culpable directa del hundimiento del ARA General Belgrano), no son propias de ningún argentino que valora nuestros derechos y nuestra soberanía. ¡Pero los patrioteros de bandera ni se dieron cuenta!

Winston Churchill

Si se menciona la soberanía, las ya expresadas intenciones de vender o cerrar, empresas y entes de importancias estratégicas (YPF con todos los muy importantes yacimientos, Aerolíneas Argentinas, Arsat, Conicet, el Sector Nuclear y el INVAP, y otros), muestran una total carencia del elemental principio, que debería ser piedra angular del accionar del todo gobierno nacional. Claro que los anarquistas, desprecian y odian al Estado…

Dijo odiar y despreciar a “La Casta” de los políticos, teniendo muy duras expresiones respecto a la Bullrich (supuesta asesina de jardines de infantes) y al “Toto” Caputo (lo acusó de hacer “desaparecer” 15.000 millones de dólares). En un giro total, los nombró en su gabinete. Y tiene “La Casta” compenetrada con su equipo de gobierno.

Afirma repetida y enfáticamente que el feroz ajuste que piensa perpetrar, “es la única alternativa”, lo cual de ningún modo es creíble, siendo coherente que todo gobernante consustanciado con el propio pueblo, busque alternativas que impliquen crecimiento económico y mejoras sociales, lo opuesto a las destrucciones económicas intencionales, y sus consecuentes aumentos de la desocupación, la pobreza y la miseria más abyecta.

Esa supuesta “única solución posible”, se vincula con la falsa idea de suponer que la única o principalísima causa de inflación, es la emisión monetaria, lo cual es uno de los “mantras” de falaz “certeza absoluta” que afirman los libertarios y sus socios neoliberales.

Con esa falsa premisa económica, omiten la gruesa realidad que los economistas heterodoxos afirman y fundamentan, al considerar que la persistente inflación de Argentina tiene carácter estructural, y como tal es consecuencia de numerosos factores, entre ellos, el accionar abusivo de oligopolios y oligopsonios que manejan los precios a discreción, amasando hiper ganancias, a costa de los consumidores, inermes ante el poder omnímodo de esos grupos del Poder Económico Concentrado.

Además, no puede omitirse como otro factor fuertemente inflacionario, la crónica faltante de divisas; que agravó mucho el irracional endeudamiento con el FMI, que nos dejaron como “pesada herencia” el “Messi de las finanzas”, el Toto Caputo, y el macrismo en general, hoy incorporado al actual gobierno.

Claramente, lo que se busca, es el objetivo al cual no pudieron alcanzar precedentes gobiernos ultra liberales en lo económico y ultra conservadores en lo político, o sea jibarizar la economía argentina, llevándonos al perimido y hoy inviable modelo político – económico de economía primaria que tuvo Argentina en la segunda mitad del siglo XIX, sin industrias ni entes tecnológicos; con ausencia total de legislaciones laborales y políticas activas de salud y educación públicas integradoras y abarcativas de toda nuestra población, extranjerizando sectores estratégicos, impidiendo con ello todo accionar soberano; agregado eso a la carencia de medidas económicas que impulsen el desarrollo,. Triste período aquel, de exclusión social y de riqueza hiper concentrada en muy pocas manos, que se busca repetir.

Muy fuera del nivel de estadistas, que suele caracterizar los discursos de apertura de ciclos de gobierno, el presidente libertario profirió duros e innecesarios conceptos pretendidamente agresivos, en contra del gobierno de Venezuela, con lo que mostró sumisión total a los dictados impuestos al “patio trasero” de la potencia imperial, fuera de toda diplomacia y elevado nivel político que debería caracterizar a un discurso de comienzo de mandato. Mucho de su discurso pareció una arenga de barricada, en la antípodas de una alocución de un estadista.

 El innecesario desaire al grupo BRICS, además de privarnos de importantes apoyos geopolíticos (entre otras cuestiones, en el sensible tema de Malvinas), también nos aleja de las financiaciones blandas que nos suministró China para grandes obras públicas y para paliar el desmadre financiero del endeudamiento irracional, al que nos sometieron los mismos que hoy están manejando nuestra economía.

Por el contrario, las acciones favorables a acuerdos de “libre comercio” con la Unión Europea, de perpetrarse, serán el golpe de muerte a nuestras estructuras industriales y tecnológicas, que trabajosamente conseguimos.

La política de alineamientos totales con EEUU y el Atlantismo en general, echan por tierra la tradicional postura argentina de independencia, ecuanimidad y prioridad de la paz y respeto a nuestra soberanía nacional, involucrándonos potencialmente en conflictos que nada positivo nos pueden traer.

Entre el mar de gruesas confusiones y desconocimientos de la realidad, que evidentemente demuestran amplios sectores de nuestra población, hubo gritos de aprobación, cuando el actual presidente dijo, claramente, que con las medidas que se van a implementar, habrá acentuados aumentos de precios (que implican caídas de los salarios reales), y aumentos en los niveles de pobreza y de miseria.

Las culpas las echó profusamente en el gobierno precedente, omitiendo cuidadosamente analizar, ni siquiera mencionar, cuanto de los problemas macroeconómicos actuales son consecuencias directas del período macrista, con sus secuelas de mega endeudamiento casi impagable, la institucionalización de la timba financiera y la vinculada fuga de divisas, de la caída del salario real, y los ataques directos a la industria y al importante Sector Tecnológico Argentino; además del desprecio abierto y descarado a toda idea de Soberanía Nacional, por parte de neoliberales, y hoy de sus socios libertarios.