Asado de tira estilo banderita y generoso vacío son una combinación irresistible. Aldo Ferrer (1927-2016), notable economista argentino, está a cargo de la parrilla. Domingo Cavallo se encarga de preparar la mesa. A mí me toca preparar la picada previa: salamín, quesitos saborizados y variadas aceitunas.

Últimamente escucho el mismo discurso ultraliberal cuando da reportajes Néstor Grindetti, cuando hace propaganda Diego Santilli, y ni hablar de Horacio Rodríguez Larreta, Javier Milei y Patricia Bullrich. Aprovecho que está el maestro Ferrer y le pido que me explique qué fue el Consenso de Washington, porque tengo un deja vu.

–Pablo, permitime que te dé un marco histórico –dice Ferrer–. Desde fines de la Segunda Guerra Mundial se inicia un ciclo político-económico, con hegemonía de EEUU, abarcando un periodo que va desde 1945 a 1973. Es la llamada “Edad de Oro del capitalismo” con el PBI y el comercio mundial creciendo a tasas anuales de 5 y 8 % respectivamente. Los rasgos identitarios de la “Etapa Dorada” son el relevante protagonismo de los sindicatos y la participación protagonista del Estado (planificación estatal, estatizaciones). Hacia principios de los ‘70 comienza a caer la tasa de ganancia y se produce una alarma en los sectores dominantes.

–¿Qué les preocupaba?

–Termina prevaleciendo en ese momento la idea de que los salarios están “estrangulando” al capital. Por lo tanto para ellos era necesario reducirlos, justamente para restablecer la rentabilidad del capital. Es el puntapié inicial del surgimiento del neoliberalismo a nivel mundial. Son Chile (1973) y Argentina (1976) los conejitos de india del “experimento neoliberal”.

Se suma al asado otro economista, David Harvey.

Sigue Ferrer: «Luego de políticas zigzagueantes a nivel mundial, la nueva ortodoxia económica logra articular un discurso único. Ése, precisamente, es el llamado ‘Consenso de Washington’, que establece diez recomendaciones de política económica, según su creador John Williamson (1936-2021) 1) Disciplina fiscal; 2) Racionalización y reorientación del gasto público ¸3) Reforma tributaria; 4) Liberalización financiera; 5) Tipos de cambio unificados, 6) Liberalización del comercio; 7) Promoción de la inversión extranjera directa; 8) Privatización de las empresas estatales; 9) Desregulación de los mercados; 10) Garantía de los derechos de la propiedad».

Le pregunto si podría decirse que el menemismo y la Alianza fueron alumnos disciplinados del Consenso de Washington.

–Lamentablemente sí –contesta Ferrer.

Cavallo se enoja. «Nosotros construimos un Consenso Latinoamericano, sin exigencias de EEUU, aunque aceptando su hegemonía.»

Harvey, el que escribió la Breve Historia del Neoliberalismo, le contesta a Cavallo sin vueltas: «Dejá de joder, Mingo. que el asado ya está”.

Les recuerdo a los tres, para introducir un tema más, que el Presidente de EEUU Joe Biden está inquieto y que la guerra Rusia-Ucrania, pese a los esfuerzos millonarios de su gobierno, no define un curso favorable.

Tengo información de primera mano. Me contó Biden que antes de su discurso sobre el estado de la Unión ante el Congreso, en febrero de este mismo año, se le acercaron Janet Yellen (secretaria del Tesoro de EEUU) y Jake Sullivan (asesor de Seguridad).

«Voy a plantear que debemos reconstruir la columna vertebral de EEUU, su clase media», les dijo Biden. «No vamos a permitir que trabajos bien remunerados se sigan trasladando al extranjero. Vamos a recuperar el liderazgo mundial en la producción de manufacturas. De ahora en más la cadena de valor empieza en EEUU. Vamos a recuperar la hegemonía en la producción de chips. Vamos a fortalecer nuestra infraestructura porque estoy harto de que las empresas incumplan la ley impidiendo que los trabajadores se organicen. Impulsaré normas en beneficio de los sindicatos. Si queremos seguir siendo hegemónicos necesitamos una mano de obra bien formada. Quiero ser claro: ganarle la competencia a China debería unir a todo nuestro pueblo.»

Sé posta qué le dijo Biden a Yellen y Sullivan: «Vos, Janet, quiero que elabores un planteo sobre las relaciones económicas entre EEUU y China. Vos, Jake, después vas a definir los ejes del liderazgo estadounidense planteando la construcción de un Nuevo Consenso de Washington”. Me contaron que después, a solas con su jefe de Gabinete, Biden directamente maldijo al neoliberalismo de Ronald Reagan. “La presidencia de Reagan fue una línea divisoria en el desarrollo económico estadounidense», dijo. Se refería a que se revirtieron los logros de la llamada Edad de Oro. La desregularización financiera llevó a la crisis del 2008, a un incremento de la deuda del 30 al 50 por ciento del PBI, al aumento de la desigualdad, al abandono de los trabajadores y a un furibundo anti-estatismo.

Yellen cumplió con las directivas encomendadas. Es público que el 20 de abril de este año Escuela de Estudios Avanzados de Jons Hopkins planteó que las reformas impulsadas haciendo eje en el Estado por China llevan a una mayor confrontación con EEUU y estaban dañando seriamente a los trabajadores y a las manufactureras norteamericanas. Espera que China respete “la cooperación global”. En el mientras tanto, EEUU va a restringir las inversiones salientes de EEUU en tecnologías sensibles, que tengan implicancia en la seguridad nacional, EEUU no va a comprometer de forma alguna su propia seguridad. Si bien Yellen auspicia un “diálogo”, advierte que China debe “adecuar” su política industrial a los efectos de no socavar la integridad y seguridad de EEUU.

Siguiendo las instrucciones de Biden, Sullivan en la Institución Brookings dijo que la economía global ha dejado a miles de estadounidenses en la calle. Por ello es necesario definir un nuevo orden global. Lo definió como un “Nuevo Consenso de Washington”, que según Sullivan será para beneficios de todo el mundo… o por lo menos de los socios de EEUU. En primer lugar pidió recuperar la base industrial de EEUU, basado en el pensamiento de Brian Deese, cuyos ejes centrales son el papel impulsor de la inversión pública y la coordinación económica a través del Poder Ejecutivo.

Sullivan, a sabiendas de los resultados adversos que tuvieron los reclamos de EEUU en la OMC, explícitamente dice que están trabajando para “reformar el sistema de comercio”, obviamente a los efectos de beneficiar el “Nuevo Consenso de Washington”. Y convoca a construir un nuevo orden mundial.

La respuesta de China es contundente. En su Ley de Relaciones Exteriores, aprobada el 28 de junio, reafirma en su artículo quinto que seguirá una dirección centralizada y unificada, desarrollará su política exterior salvaguardando su soberanía, la unidad y la integridad territorial que sirven al desarrollo económico del país, protegerá la seguridad (artículo 17) y los derechos de los ciudadanos y organizaciones chinas en el exterior (artículo 37).

China, por lo que se ve, no aceptara, las presiones del “Nuevo Consenso de Washington”.

¿Y la Argentina?

Hay pistas en la plataforma de Juntos por el Cambio. En su apartado internacional textualmente dice: “Debemos proyectar al mundo los atributos que nos enorgullecen. El mundo demanda lo que la Argentina puede producir de manera eficiente y competitiva, alimentos, minerales, energía…”

O sea que en un mundo que va a una (esperemos que pacífica) confrontación por la industria, y la fuente de trabajo con fuerte participación estatal, los candidatos de Mauricio Macri entienden que nuestro rol es resignarnos a no generar valor. Apenas volver al esquema un poco más diversificado del modelo agro-exportador. Nada de polítca industrial autónoma que exporte pero que no descuide el mercado interno. O sea, lo contrario de lo que hacen los demás.

Este artículo fue publicado originalmente el día 28 de julio de 2023