Por Elisa Soldano

Cuando gran parte de la sociedad permanecía en sus casas ante el acecho de un virus desconocido, Mónica Crespo y su marido arrastraban el carro por las desiertas calles rosarinas. A veces la necesidad económica apremiaba y la misión era juntar cartones y otros elementos reciclables, pero otras veces el recorrido tenía un fin solidario que consistía en acercar un plato de comida a quienes lo necesitaban. Pero poner el cuerpo a la pandemia no fue gratuito: ambos se contagiaron de coronavirus y él falleció. Dos días después, ella estaba nuevamente cartoneando. “Las mujeres no tenemos tiempo de llorar o tirarnos abajo, vamos al frente como sea”, afirma Mónica, casi cuatro años después.

Este 8 de marzo, fecha en la que se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, encuentra a las argentinas –particularmente a las que pertenecen a la clase obrera y viven en barrios populares– en una situación compleja: los sueldos cada vez alcanzan menos para comprar comida y pagar servicios, mientras que el Gobierno nacional, que encabeza Javier Milei, cortó la entrega de alimentos a merenderos y comedores. Además, los despidos y la falta de empleo en diferentes áreas ya empiezan a sentirse en los hogares.

En este contexto de adversidad, son las mujeres quienes, mayoritariamente, ponen el cuerpo para minimizar los embates de la crisis. No sólo trabajan a destajo para asegurar el plato de comida sobre la mesa, sino que además actúan como una fuente de contención ante sus familias.

Un ejemplo de esto es lo que ocurre en la Cooperativa de Trabajo Cartoneros Unidos de Rosario. Al respecto, su integrante, Mónica Crespo, indicó a Conclusión: “Las mujeres en la economía popular somos mayoría, somos las que le ponemos el hombro a la vida, a los compañeros, al barrio”.

Contener, alimentar y trabajar

En la Cooperativa se llevan adelante varias funciones. Las principales son la atención alimentaria –a través de entrega de comidas y meriendas a la gente del barrio–, y la realización del reciclado de la basura. “Recibimos la peor parte, el dolor de ver a abuelos y pibes con hambre, pero nuestra misión es abrazarlos, contenerlos y cuidarlos”, enfatizó Crespo.

Seguidamente, denunció que desde octubre que el Gobierno nacional no envía alimentos a los comedores, aunque aclaró que estos espacios se mantienen gracias al esfuerzo de quienes lo integran y los aportes del Gobierno de Santa Fe y de la Municipalidad de Rosario. Al respecto, Mónica señaló: “Las compañeras en un tiempo hacían panes y rosquitas, salían a vender y con eso compraban gas, carne o verduras para darle de comer a los vecinos”.

Por su parte, la dirigente nacional de Libres del Sur, Silvia Saravia, señaló a Conclusión: “Desde que asumió, el Gobierno tomó la decisión drástica de dejar de enviar alimentos, no comprarlos y cortar con todos los convenios que había en asistencia alimentaria. A esto se sumó otra decisión que es la de dejar de controlar los precios, con el consecuente aumento, además de la devaluación. Eso generó un combo en explosivo en diciembre. Quizás en ese momento lo que aplacó las consecuencias fue que había dinero circulando, porque los jubilados y los trabajadores cobraron un aguinaldo”.

Mónica Crespo, integrante de la Cooperativa de Trabajo Cartoneros Unidos de Rosario.

Y añadió: “Creo que por cómo culturalmente se nos asignan las tareas de cuidado, somos las mujeres las que estamos al frente de comedores y merenderos. Ha habido un rol fundamental de distribuir lo poco que se tiene, a más pobreza más se comparte”.

Otro factor a tener en cuenta, según señalo Crespo, es que en el último tiempo creció la cantidad de personas que asisten a los comedores, donde por primera vez están llegando hombres que perdieron sus empleos. “Las mujeres en los barrios la estamos pasando muy mal porque hay que contener por todos lados, las salitas no atienden, el dengue hizo estragos, hay compañeras que tienen los hijos internados porque están deshidratados, y encima no pueden poner un palto de comida en la mesa”, apuntó.

Y agregó: “La mayoría de las que integramos la cooperativa somos mujeres, por eso me río cuando dicen que no nos podemos jubilar porque no hicimos aportes. Las mujeres son mamás en sus casas, hacen la comida, ayudan a sus hijos con la tarea, los llevan a los médicos, hacen de enfermera, cuando llegan al trabajo siguen haciendo de todo. Vamos a tomar el poder porque estamos capacitadas para todo, con o sin estudios. La mujer tiene un rol fundamental en la Argentina y en el mundo, hemos soportado un montón de cosas, hay mamás a quienes los papás las han dejado solas con dos o tres pibes y tienen que salir adelante”.

“Cuando no tenés estudio –continuó– lo más cercano para hacer es salir a cartonear. Cuando nos tratan de negros por hacer el reciclado, a mí me duele porque los quisiera poner en esos zapatos para que caminen en el calor y en el frío para traer una moneda a la casa. A eso lo hacemos las mujeres y los hombres”.

“La casta somos las mujeres pobres”

Recientemente, desde el Gobierno nacional cuestionaron a quienes se jubilaron con un sistema de moratoria al no haber realizado los aportes correspondientes. Cabe destacar que esta situación afecta, principalmente, a mujeres que a lo largo de su vida adulta trabajaron en negro o fueron amas de casa y ahora perciben el haber mínimo, que es de $204.445 en marzo.

Al respecto, Crespo apuntó: “Nos dimos cuenta que la casta somos nosotros, los pobres. Decían que venían a mejorar a los que menos tenían y las que menos tenemos somos las mujeres de los barrios populares”.

Silvia Saravia, dirigente nacional de Libres del Sur.

Seguidamente, aseguró que las grandes pagadoras de esta crisis serán las mujeres trabajadoras: “Las compañeras llegan destrozadas, nos unimos para darnos fuerzas y seguir adelante en nuestras casas, nos damos recetas y direcciones y caminamos para conseguir la mercadería y las cosas más baratas para poder llevar el plato de comida a la mesa. El hombre cuando se queda sin trabajo se deprime, y eso afecta a la mujer en su casa”.

Y completó: “El día que nosotras decidamos hacer un paro, que no salgamos a hacer un mandado, que no llevemos a los pibes a la escuela, que las maestras no vengan a dar clases, que las mujeres no trabajen, vamos a ver quién va a poder con eso. Tenemos un lomo fuerte, una cabeza muy pensante y hacemos todo con amor, con mucho amor”.

Saravia, en tanto, reconoció que en los barrios populares “muchas mujeres son sostén de hogar”, al tiempo que dio cuenta de otra problemática: “El mes pasado el Gobierno suspendió el pago del Potenciar Trabajo a las mujeres que tuvieron que judicializar la ayuda familiar, porque por distintas razones, principalmente por hechos de violencia, no conviven con los progenitores de sus hijos y han tenido que ir a la Justicia porque ellos están en blanco, cobran el salario familiar, pero ni siquiera eso le pasaban. Esto fue dramático, porque dependían de ese ingreso, teniendo a su cargo el cuidado de los hijos. Este mes repararon eso, porque organizamos los reclamamos masivamente”.

El difícil acceso de las mujeres a un trabajo en blanco

La dirigente de Libres del Sur, además, reconoció: “Las mujeres somos las más pobres, las que tenemos más dificultades para ingresar al mercado laboral formal y culturalmente tenemos asignado el rol de los cuidados. Somos las más perjudicadas no solo a nivel económico, sino por toda esta ola contracultural que está planteando el Gobierno frente a derechos adquiridos”.

En relación al mercado laboral, Saravia observó: “Al menos por lo que tengo contacto, creo que lo que prima es el trabajo informal, porque las tareas de cuidado son los prioritario. Cundo buscás un trabajo formal es muy difícil que te tomen si tenés niños a cargo. Eso es algo determinante, porque no están los espacios donde garantizar el esquema de cuidado de esos menores por parte del Estado, es una deuda que condiciona a las mujeres. Hay que tener en cuenta que no todos pueden pagar a alguien para que cuide a los niños. Por otro lado, dejar a los chicos solos para algunas es la única opción, pero es un riesgo y lleva a que muchas mujeres rechacen trabajos. A veces son decisiones que se toman cuando alguien está desesperada y sola para poder sostener el hogar”.

La economista Mercedes D’Alessandro publicó recientemente una nota en el diario Le Monde, en donde consideró: “El proyecto económico de Milei tiene un impacto directo sobre los sectores más vulnerados de la sociedad, en donde, por la forma de su inserción en el mundo del trabajo, las mujeres, y especialmente las mujeres con hijos, son mayoría”.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), un 6,3% de las mujeres en edad laboral están desocupadas, mientras que en el caso de los varones esta cifra es del 5,3%. Además, la tasa de informalidad es del 39,3% en las mujeres y del 34,6% en los varones: esto implica que las mujeres están más expuestas a trabajos precarios, sin acceso a la seguridad social ni a derechos laborales.

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

La desigualdad entre ambos sexos también es salarial: contemplando todos los ingresos, sean de origen laboral o no laboral (como jubilaciones y pensiones, cuotas alimentarias, subsidios, etc.), las mujeres perciben ingresos que, en promedio, son un 27,7% menores que los de los varones.

A su vez, y según un informe de la CTA, en el mercado de trabajo las mujeres ganan en promedio un 26,6% menos que los varones. También se debe tener en cuenta que, de acuerdo a datos proporcionados por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), sólo el 10% de las mujeres y el 30% de los varones en edad jubilatoria está en condición de hacerlo. La proporción de quienes superan los 25 años de aportes se reduce a sólo 7 mujeres y 16 hombres de cada 100.