La agricultura familiar genera la mayor parte de los alimentos en la región, especialmente la que se destina a los mercados internos, pero la pobreza afecta a casi la mitad de los habitantes rurales de América Latina y el Caribe, señaló hoy la FAO.

Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en América Latina y el Caribe hay 16,5 millones de explotaciones de agricultura familiar: cerca del 80% del total.

Con más de 60 millones de personas ocupadas, este sector constituye la principal fuente de empleo agrícola y rural, pero también concentra importantes índices de hambre y pobreza.

«Para erradicar el hambre en la región debemos fortalecer la agricultura familiar y crear sistemas agroalimentarios inclusivos», dijo el representante Regional de la FAO, el argentino Raúl Benítez, a los ministros de la Celac reunidos en República Dominicana.

Benítez llamó a luchar contra la pobreza rural y a fortalecer los programas de protección social y desarrollo rural, durante la reunión que analiza los avances del principal acuerdo regional de lucha contra el hambre: el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre 2025 de Celac, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

El funcionario destacó que el Plan de seguridad alimentaria de Celac llama a los países a mejorar los mercados de trabajo y dar fuerte apoyo a la agricultura familiar.

En el marco del plan, la región creó una red de sistemas públicos de abastecimiento y comercialización de alimentos, que adquieren productos de la agricultura familiar.

Además, múltiples países generan lazos entre sus programas sociales y de alimentación escolar con las asociaciones de agricultores familiares.

La Cepal, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, estima que el 46% de la población rural de la región vive en pobreza y casi un 28% en pobreza extrema.

A modo de comparación, en las zonas urbanas los niveles de pobreza y pobreza extrema alcanzan un 24% y un 8%, respectivamente.

Sin embargo, la FAO destacó que a partir de 2012, ocurrió una disminución de la pobreza en las categorías vinculadas a la agricultura en la región, si bien con importantes diferencias entre países.

En el caso de los trabajadores agrícolas por cuenta propia la pobreza se redujo sobre todo en Chile y el Brasil, países reconocidos por sus políticas de apoyo e inclusión de la agricultura familiar.

«Brasil y Chile demuestran que este sector tiene un enorme potencial inexplorado, y que con las políticas correctas la agricultura familiar pasa a ser parte de la solución al problema del hambre en lugar de ser parte del problema», explicó Benítez.

Explicó que «muchas veces la agricultura familiar puede reunir todas las condiciones necesarias para exportar sus productos, pero al no tener el apoyo necesario necesaria, los mercados exteriores parecen inalcanzables».

Representantes de más de 44 cooperativas y asociaciones de pequeños productores de 16 países, entre ellos de la Argentina, ya participaron en un primer curso de capacitación en Montevideo, donde aprendieron herramientas de inteligencia comercial que les permiten identificar condiciones de acceso a mercados intrarregionales.

Según la FAO, un aspecto importante para la inserción de la agricultura familiar en los mercados es el fortalecimiento de su asociatividad.

Un ejemplo de ello es la reciente formalización de la Red Andina de Productores de Quinua, conformada por asociaciones de productores de Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina y Perú, la cual aspira a contribuir de manera sostenible a la asociatividad productiva y comercial en la cadena de la quinua.