Gregg Carlstrom, corresponsal en Tel Aviv para The Times y The Economist, sugirió en su artículo publicado en el portal «Político», que a pesar de que en primera instancia parece muy conveniente la amistad que Trump le ofrece a Israel, “para los judíos en Estados Unidos es cada vez más difícil apoyar un gobierno religioso y de derecha, ya que puede ser entendido como un apoyo al racismo israelí”.

Según Carlstrom, hoy en día existe una fractura muy grande entre el liberalismo y el sionismo, y consideró que: «La creciente alienación de los judíos estadounidenses, que encuentran cada vez más difícil apoyar a un gobierno religioso de derecha que perciben como el apoyo al racismo israelí y la ocupación sin fin. La tensión entre el liberalismo y el sionismo, siempre persistente por debajo de la superficie, se ha vuelto más pronunciada».

Para el periodista, la clase dirigente de Israel, «está mirando con optimismo hacia el futuro inmediato, y no ve más allá». La tesis central de su artículo es que «el abrazo del gobierno israelí a un presidente electo detestado por la inmensa mayoría de los judíos estadounidenses» podría generar graves problemas a medio plazo. «Puede que no sea un problema bajo Trump, pero los republicanos, que perdieron el voto popular por un amplio margen, no permanecerán en el poder para siempre», indicó este analista.

El artículo en cuestión surgió luego de que Trump saliera en defensa de Israel, tras la negativa de Estados Unidos a vetar la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en la que se pidió a Israel que detenga su política de asentamientos en territorios palestinos.

El magnate estadounidense expresó públicamente, y a través de las redes sociales, un claro apoyo al Estado israelí. «Mantente fuerte, Israel. El 20 de enero se acerca deprisa», llegó a publicar en Twitter el presidente electo.

La respuesta del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, no tardó en llegar: «¡Presidente electo Trump, gracias por su cálida amistad y por su apoyo incondicional a Israel!».

Este intercambio de mensajes resume una amistad de nuevo cuño entre la derecha israelí y la futura administración de Donald Trump. Tras el varapalo de la resolución 2334 de la ONU, que pone de manifiesto un claro y extendido rechazo internacional a las políticas de Netanyahu, y que para la ONU «suponen una violación del derecho internacional y un grave obstáculo para solucionar el conflicto a través de la creación de dos estados independientes».

Asimismo, las palabras del presidente electo de EE.UU. son percibidas por los mandatarios israelíes como una promesa de continuidad en el apoyo, tácito o explícito, que Estados Unidos ha prestado a Israel de manera casi invariable en lo que se refiere al conflicto con Palestina.

Pero, ¿es fiable el apoyo de Donald Trump? Y sobre todo, en caso de que lo sea, ¿sería bueno a la larga para  Israel?