MIéRCOLES, 27 DE NOV

El peso se devaluó un 10,6% en marzo y preocupa el impacto inflacionario

Luego de varias jornadas en alza, la divisa cortó esa racha este jueves, y cerró este viernes a $44,39. En ese lapso el Banco Central volvió a elevar las tasas de Leliq a niveles cercanos al 70%, con lo cual se profundizará la recesión, pero no habrá una merma en la ya alta inflación.

El dólar cedió este viernes a $44,39, pero finalizó el mes con una suba acumulada de $4,26, más del 10%, en medio de un mercado con una firme demanda pese a las medidas tomadas por el Banco Central.

Según un promedio realizado por la autoridad monetaria, la moneda norteamericana cerró a $42,42 para la punta compradora y a $44,39 para la vendedora.

Así, registró un retroceso de 25 centavos frente al día anterior, aunque en la semana subió $1,53.

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En ese escenario, el tipo de cambio acumuló un avance de $4,26, es decir 10,6% a lo largo de marzo.

Este viernes, el volumen negociado en el segmento de contado fue similar al del día anterior al llegar en US$ 644.890 millones.

El Banco Central llevó a cabo una licitación de Leliq por la mañana en la cual el adjudicó: $96.496 millones con una tasa promedio de corte de 68,28% y una máxima de 68,65%.

Horas más tarde concretó otra subasta en la cual el monto adjudicado fue de $69.507 millones con un rendimiento promedio de 67,98% y un máximo de 68,62%.

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El dólar cortó el jueves la racha alcista luego de que el organismo que conduce Guido Sandleris impulsara medidas para promover un alza en las tasas de los plazos fijos con el fin de quitar presión al tipo de cambio.

Ello se sumó a un mejor clima externo, lo cual también contribuyó a un leve retroceso sobre el final de la semana.

El impacto en la economía real

La fuerte demanda de divisas ante la incertidumbre por la proximidad de las elecciones, las dudas de los inversores y los malos datos económicos junto a una limitada oferta llevaron al dólar por encima de los $45 el miércoles y a un cierre récord de $44,92 para la venta promedio.

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Así, crece la alarma en diversos sectores, desde industriales hasta el propio núcleo del gobierno, por la posible espiralización del proceso inflacionario aún en medio de un contexto extremadamente recesivo, con parate generalizado en todos los rubros y que se profundizará con este nivel de tasas.

La inflación mayorista viene marcando registros por encima de la promedio, lo que indica que aún hay precios en la cadena que no fueron trasladados al consumo final, a raíz de la fuerte caída del poder adquisitivo.

El dólar es uno de los precios relativos principales de la economía, por lo que su aumento genera un obvio impacto en el resto de los precios, en especial de los alimentos, lo que se vio reflejado en la publicación reciente del Indec sobre la canasta básica: subió casi un 60% en los últimos doce meses.

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Además, está el impacto político en un año electoral. No son pocos los que señalan que Macri ingresa en esa etapa como un «presidente pesificado», cuya imagen (personal y de gestión) fluctúa con la volatilidad de la moneda, lo que quizás explica la obsesión oficial por contener la cotización del dólar, con tasas confiscatorias para la producción y el consumo, asumidas quizás en Casa Rosada como un «mal menor».

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