Rusia anunció este jueves que continuará sus bombardeos en Siria, a pesar de los reiterados llamados a poner fin a los ataques en Alepo (norte), que sufre la «peor catástrofe humanitaria» que jamás haya conocido ese país, según la ONU.

Alepo, la segunda ciudad del país, atraviesa la «peor catástrofe humanitaria jamás vista en Siria», declaró el jefe de ayuda humanitaria de la ONU (OCHA), Stephen OBrien, advirtiendo que el sistema de salud en la parte sitiada «está a punto de colapsar por completo».

En Moscú, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, anunció que la aviación rusa proseguirá «su operación de apoyo a la lucha antiterrorista de las fuerzas armadas sirias», reprochando al mismo tiempo las críticas «no constructivas» de los responsables estadounidenses.

La víspera, en el primer aniversario de la intervención militar rusa en Siria, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, amenazó con suspender la cooperación que lleva adelante con Rusia en el conflicto sirio si no cesaban los bombardeos contra los barrios rebeldes de (el este de) Alepo.

Kerry instó a Moscú a tomar «medidas inmediatas para poner fin al asalto contra Alepo y restablecer el cese de las hostilidades».

El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, se vio obligado a reconocer por su parte que las negociaciones de paz son «difíciles» de organizar «cuando caen bombas por todas partes».

Alepo, ciudad clave del conflicto, dividida entre los barrios rebeldes y las zonas bajo control gubernamental (oeste), es blanco de intensos ataques aéreos de la aviación rusa y siria desde el fracaso de la tregua negociada el 9 de septiembre por Moscú y Washington.

Desde las capitales occidentales se dio a entender que los bombardeos del régimen y de su aliado ruso podrían asimilarse a «crímenes de guerra». El ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Marc Ayrault, anunció que su país había propuesto a la ONU una resolución para un alto el fuego.

El miércoles al amanecer, los dos principales hospitales del este de Alepo quedaron fuera de servicio, uno a causa de un ataque aéreo y otro por un disparo de artillería, según la Syrian American Medical Society (SAMS), una ONG médica con sede en Estados Unidos.

Según la oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF), al menos dos pacientes murieron y dos miembros del personal resultaron heridos en los ataques, calificados de «crimen de guerra» por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.