Estados Unidos expresó este miércoles su apoyo a la liberación de las patentes de las vacunas contra el coronavirus, definiendo así una posición que hasta el momento tanto ese país como las potencias europeas y varios de sus aliados vetaban, pese a la creciente escasez de dosis en casi todo el planeta y la profundización de la pandemia.

“Se trata de una crisis sanitaria mundial y las circunstancias extraordinarias de la pandemia de Covid-19 exigen medidas extraordinarias”, aseguró la representante comercial estadounidense, Katherine Tai, en un comunicado citado por la agencia de noticias Sputnik.

Al respecto, añadió que “el Gobierno cree firmemente en las protecciones de la propiedad intelectual, pero, en aras de poner fin a esta pandemia, apoya la exención de esas protecciones para las vacunas contra el Covid-19”.

“Estamos a favor de lo que los impulsores de la exención están tratando de conseguir, que es mejor acceso, más capacidad productiva y más dosis administradas”, explicó también en una entrevista publicada por el sitio de noticias Bloomberg.

Con estas declaraciones, Estados Unidos cambió su posición en uno de los temas más sensibles en este momento de la pandemia, cuando unos pocos países -en general productores- concentran la gran mayoría de las dosis del mundo y el resto sufre de importantes retrasos en la producción y problemas en la logística para obtener suficientes vacunas para cumplir con sus metas de inmunización.

Organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) hace meses que hacen campañas para reclamar esta excepción, dada la peligrosidad y los mayores niveles de mortalidad que están demostrando las últimas olas de la pandemia en América Latina y también en Asia y Europa.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 87% de las dosis de vacunas administradas globalmente, hasta principios de abril, se inyectaron en los países más ricos, mientras que los países de ingresos bajos solo recibieron un 0,2% de los inoculantes producidos hasta ahora contra el coronavirus.

Justamente, muchos de estos países ricos que concentran la mayoría de las dosis en el mundo son los que se negaban a apoyar una suspensión de las patentes de las vacunascontra el coronavirus mientras durara la pandemia.

Los últimos debates terminaron en fracaso porque en la Organización Mundial del Comercio (OMC) las decisiones se toman por consenso, por lo que cada país miembro tiene un voto y con él poder de veto.

Los que vetaron cualquier posibilidad de liberar las patentes y permitir una transferencia global de esa información clave habían sido Estados Unidos -sede de los productores Pfizer, Modena y Johnson and Johnson-, los países de la Unión Europea -sede de los laboratorios BioNTech y AstraZeneca-, Reino Unido -la otra sede de AstraZeneca-, Suiza -sede de Novartis y GSK-, Noruega -otra potencia en el sector farmacéutico- y países no productores pero aliados de la Casa Blanca como Canadá, Australia, Japón, Chile, Colombia y Brasil.

La liberación de las patentes cuenta con el apoyo de dos grandes productores como China -sede de los laboratorios Sinopharm, Sinovac Biotech y CanSino- e India -el país con más capacidad industrial en esta área, pero actualmente sumergido en una crisis sanitaria que hizo frenar sus importantes exportaciones-, y todavía se desconoce qué posición tomará Rusia, la potencia que envía a todos los continentes sus vacunas, principalmente Sputnik V. En tanto, Argentina expresó su adhesión al pedido de que se liberen las patentes.

El giro dado por Estados Unidos apenas suma un voto en lo oficial; sin embargo, en el plano político podría arrastrar a sus aliados no productores, entre ellos a los que aún no tomaron una posición como Uruguay, y, sin dudas, dejarán en una situación incómoda a sus socios europeos, entre los cuales ya se escuchan voces en contra de la distribución desigual de vacunas en el mundo, principalmente la de la canciller alemana Angela Merkel.

La discusión, enmarcada en un viejo debate sobre las protecciones de propiedad intelectual, se centra ahora en levantar las patentes, regalías y protecciones al diseño industrial e información confidencial para ayudar a expandir la producción y el desarrollo de las vacunas en situaciones de desabastecimiento.

El objetivo es suspender las normas durante varios años, los suficientes para combatir y vencer a la pandemia.