Por Aldo Battisacco

El comienzo del año prometía una agenda complicada para el gobernador Miguel Lifschitz en el marco de una difícil situación económica nacional por el tenor de los anuncios del Gobierno central respecto de la coparticipación y por otra parte estaba la responsabilidad de la dirigencia sindical estatal de la provincia que debía negociar paritarias cuidando la capacidad del salario de sus representados, pero presionados por el ministerio de Trabajo de la Nación que intentaba negociaciones a la baja para «evitar contener la inflación».

La efervescencia consumía en un verdadero esgrima verbal a funcionarios del Gobierno y líderes gremiales; los primeros amparados por el desconcierto que generó la decisión del presidente Mauricio Macri de dejar sin efecto el fallo de la Corte Suprema que establecía el pago de la deuda que la Nación había acumulado y que Cristina Kirchner se había aprestado a pagar y por otra parte la desaparición del Fondo Solidario, medida que achicó la caja del Estado santafesino, aunque existió el recaudo de los legisladores de elaborar el Presupuesto para 2016 en el que se tuvo previsto algo más de un 40 por ciento de incremento para contener los efectos inflacionarios de la liberación del cepo cambiario.

paritarias-editadoLa contracara de la misma moneda, esta vez con escaso valor intrínseco por la depreciación de la capacidad de consumo, la padecían los trabajadores de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) y la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), municipales, docentes y médicos, que se vieron corriendo detrás de las remarcaciones de la canasta básica y con el compromiso futuro de cumplimentar obligaciones de las tasas de servicios e impuestos.

El cuadro presentó un verdadero desafío para las partes. Se necesitaban verdaderos pilotos de tormentas para sortear la amenaza de garantizar la operatividad del Estado y para sostener la dignidad de la mesa de los trabajadores,

Las negociaciones sufrieron avances y retrocesos, sin embargo, más allá del consabido cruce de declaraciones en uno y otro sentido, se puede decir que se contextualizó la negociación en una mirada más regional que prescindió de urgencias prestadas (inflación + Jorge Triaca) y se focalizó en la resolución que más se aproximó a la necesidad de perforar el techo del 30% buscada por los trabajadores y el reconocimiento de la gestión de Miguel Lifschitz.

Así, el Gobierno, que abordó varios frentes de negociación paralelos con los gremios con representación de los empleados provinciales (ATE y UPCN), con los docentes nucleados en la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafé) y el Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop); y con la Federación de Trabajadores Municipales (Festram), pudo encontrar el equilibrio con porcentuales ajustados donde hubo poco sentimiento de derrota en el  frente laboral y pudo salir fortalecido en una de sus primeras lides con el mundo del trabajo.

La era Lifschitz en la provincia de Santa Fe cumple exactamente hoy sus primeros 100 días. Y tras arduas negociaciones, la paritaria ‘pública’ se cerró con satisfacción y conformidad de uno y otro lado. Así, no se avizoran conflictos en el futuro y el gobernador pudo satisfacer las demandas laborales antes de lo esperado. Igual, hay mucho por hacer…