El Banco de Pagos Internacionales (BPI) preparó un informe para la próxima cumbre de jefes de Estado del G20, que se hará en China, en el cual advierte que en cualquier momento podría ocurrir un estallido en el mercado de derivados financieros, y la cámara de compensación del sistema no está preparada en absoluto para manejar ese choque.

“Recuerden –dice– que el Deutsche Bank tiene la mayor exposición en derivados en el mundo, y que tiene contratos de contrapartida con casi todos los bancos demasiado grandes para quebrar en Estados Unidos, Europa y Japón. Al Deutsche Bank se le ha calificado correctamente como un banco condenado a muerte. Los mejores cálculos indican que el tráfico global de derivados se encuentra por encima del trillón de dólares (billones de billones de dólares, o sea, millones de millones de millones de millones) a pesar de las pérdidas que se han acumulado este año”, agrega el informe.

En ese contexto, y teniendo en cuenta otros aspectos vinculados al mismo tema, en este momento tardío solo queda una solución para el sistema transatlántico en bancarrota: restaurar la Ley Glass-Steagall, eliminar todos los contratos de derivados, retornar a un sistema de tipos de cambio fijo al estilo del sistema de Bretton Woods, e iniciar inversiones de capital en proyectos que impulsen la productividad real mediante métodos hamiltonianos de banca nacional, así como un proyecto urgente para alcanzar la energía de fusión nuclear.

Sistema moribundo

En términos del mundo real, esto se traduce en que Occidente debe abandonar al sistema británico moribundo y unirse finalmente al nuevo sistema que tiene su centro en Eurasia y que se gesta, aceleradamente, bajo el liderazgo político global del presidente de Rusia, Vladimir Putin, y a través de la realización del programa chino de Una Franja Una Ruta. El lunes 15 salió el primer tren de carga refrigerada del puerto chino de Dalian, rumbo a Moscú, un viaje de 8.600 kilómetros que le tomará diez días. Esta es la fase más reciente del programa chino de Una Franja Una Ruta, y destaca la colaboración entre Rusia y China.

Lograr la paz

Durante los últimos años, Putin ha jugado un papel central para organizar una fuerza de naciones, principalmente con centro en Eurasia, que está adoptando las características de una fuerza militar que puede cambiarlo todo, y que puede ganar la guerra para lograr la paz.

En las próximas semanas, esa alianza emergente estará en el centro de una serie de reuniones histórica: el Foro Económico Oriental en Vladivostok, Rusia; la cumbre de los jefes de Estado del G20 en China; la reunión de jefes de Estado del Ansea y China en Laos; la asamblea general de las Naciones Unidas en la Ciudad de Nueva York; y la cumbre de jefes de Estado de los Brics en India. Esta densidad de actividad, de aquí a mediados de octubre, ofrece una oportunidad única a este nuevo liderato global emergente para fijar el rumbo de la historia, y ponerle fin al sistema británico en bancarrota.