El gobierno británico disolvió la Asamblea autónoma de Irlanda del Norte y convocó a elecciones regionales para el próximo 2 de marzo, como consecuencia de la caída del Ejecutivo de Belfast de poder compartido entre protestantes y católicos. Ya que el partido republicano Sinn Féin y el mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP) no logró resolver la crisis provocada por la renuncia del viceministro principal, el nacionalista Martin McGuinness.

El número dos del Sinn Féin, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), abandonó su cargo la pasada semana en protesta por la gestión de un escándalo financiero detectado en la política de energías alternativas del Ejecutivo norirlandés, encabezado por la líder del DUP, Arlene Foster.

La convocatoria a elecciones anticipadas se precipitó cuando el Sinn Fein rechazó hoy nombrar un sustituto de McGuinness, lo que significa que los principales partidos de católicos y protestantes de Irlanda del Norte no llegaron a un acuerdo para continuar juntos en el gobierno.

Horas antes la primera ministra británica, Theresa May, le había pedido a los líderes de Irlanda del Norte que hagan un «último esfuerzo» para evitar la caída del gobierno de Belfast.

Según marca el funcionamiento del gobierno norirlandés de poder compartido, establecido tras la firma del acuerdo de paz del Viernes Santo en 1998, la renuncia de McGuinness forzó también la de Foster.

McGuinness denunció porque Foster se negó a abandonar su puesto mientras se llevaba adelante una investigación preliminar sobre el funcionamiento del llamado Plan de Incentivos para el Calor Renovable (RHI) que ella misma introdujo en 2012, cuando era titular de Empresas, Comercio e Inversión.

La supuesta mala gestión de este programa podría costar a las arcas públicas norirlandesas unos 478 millones de euros.

Londres intentó mediar en la crisis norirlandesa ya que -como el propio ministro británico para la región, Brockenshire, alertó ante la prensa- la caída del gobierno de unidad regional y la convocatoria a elecciones anticipadas podrían reactivar la tensión política y la confrontación que marcó el otrora conflicto entre católicos y protestantes.

Si tras las nuevas elecciones ambas partes no consiguieran ponerse de acuerdo para formar un Ejecutivo de poder compartido, el gobierno del Reino Unido podría suspender la autonomía norirlandesa y tomar las riendas desde Londres o de forma conjunta con el Ejecutivo de Dublín.

Irlanda del Norte celebró elecciones autonómicas en mayo del pasado año y no tenía previsto celebrar nuevos comicios hasta 2021.