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El Gobierno aparece jaqueado por sí mismo y dos caminos se presentan delante de Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo. Un sendero marca la posibilidad de avanzar hacia una nueva devaluación, pero otro apunta a sostener el rumbo actual, a la espera de que algunas variables le permitan contar con dólares frescos, una opción que cada vez parece menos probable.

Para conocer las consecuencias que tendrían estos dos escenarios, Conclusión dialogó con el economista Esteban Guida, quien además planteó que julio será un mes bisagra para divisar los resultados de las políticas desplegadas por La Libertad Avanza.

«Hay dos escenarios que se están discutiendo, en el primero el Gobierno conseguiría la aprobación de las leyes en el Congreso y por una cuestión de expectativas recibiría apoyo financiero internacional; además se liquidaría divisas y llegarían dólares por inversiones. Eso le permitiría enfrentar los compromisos de pago externo», explicó.

«En el segundo caso -que el Fondo también empieza a proponer- hay una alteración en el rumbo de la estrategia del Gobierno respecto de la economía. Nacería de que finalmente no ocurra esta cuenta que está esperando el Ejecutivo, que haya efecto nulo de la ley para atraer inversiones y que el FMI no habilite financiamiento nuevo en este contexto. Entonces, frente a esa restricción externa, se hace necesario e inexorable un cambio en la política cambiaria, llámese una devaluación o una liberalización de algunos controles que implique per sé una devaluación real para justamente atender al principal problema que tiene la economía», amplió Guida.

El economista resaltó que la principal preocupación del Gobierno no está conectada con lo que les sucede a los argentinos cotidianamente, sino con el resto del mundo: la posibilidad de poder atender a los compromisos de pago con los organismos internacionales, los acreedores y el exterior. Eso es bloqueante para cualquier gestión.

Según Guida, los resultados de uno y otro escenario son bastante parecidas en términos macroeconómicos, aunque una devaluación traería un impacto directo en precios.

«En términos de la actividad económica, en cambio, lo que deberíamos esperar es que la recesión sea un denominador común, porque en el escenario optimista del Gobierno -el primero de los antes descriptos- la recesión es un requisito porque, si vos salís de la recesión la economía empieza a absorber divisas que el Banco Central tiene para cumplir con los pagos y atender la deuda en dólares. La devaluación también genera recesión», indicó.

El economista Esteban Guida. (Foto: archivo).

«Lo que pasa -siguió- es que la devaluación (y por eso la pide el Fondo) puede generar más liquidez para el Banco Central, porque hay una mayor liquidación de divisas».

De esta forma, el economista explicó que, sea cual sea el camino elegido para recorrer en las próximas semanas, radicará en un impacto negativo para el bienestar de los argentinos y también en términos macroeconómicos. El problema principal está en el modelo pregonado por el presidente Javier Milei, ya que es inequitativo, insostenible e inconsistente, definición que comparten analistas provenientes de diversos sectores ideológicos.

«No se trata de instrumentos. El problema no son los instrumentos, es el modelo económico en sí, la idea mediante la que se espera que la economía argentina acumule riqueza. Porque una economía, para ir al fondo del por qué, termina siendo para el bienestar de las personas y la satisfacción de la necesidad de las personas. Podríamos coincidir en al presidente no le importan las grandes mayorías, solo los grupos concentrados de poder, pero finalmente el objetivo es que las personas -más allá de la perspectiva política- consuman y estén bien. Entonces, si un modelo económico no resuelve eso ni para las grandes mayorías ni para los grupos concentrados de poder, se cae», señaló.

Y acentuó: «No se trata de si le dan o no las herramientas. Está basado en una inconsistencia económica: la economía no acumula. Porque si vos necesitás que haya recesión para que no se consuman las divisas que no aportan al sistema productivo, entonces la economía no genera. No genera riqueza ni para los grupos concentrados de poder ni para las grandes mayorías populares».

Julio, mes bisagra

Guida resaltó que julio es un mes bisagra, debido a las expectativas que hay en torno a los movimientos en el mercado cambiario y la cantidad de vencimientos de deuda en dólares que están fijados para ese período. También hay que ver qué pasa con la liquidación de divisas y el impacto de la aprobación de la Ley Bases y el Paquete Fiscal.

«Ahí está la clave. Todo lo bueno que pase, no termina de ser suficiente para revertir la sangría de divisas que manifiesta esta inconsistencia. Así que veremos lo que pasa el mes que viene«, concluyó.