Por Facundo Díaz D’Alessandro

La semana que se cierra, en cuanto a economía, tuvo al dólar como centro de gravedad. Esto no se debe a que el grueso de la población argentina este analizando dolarizar su cartera de inversiones (aun si la tuviera) o planee vacacionar en Los Ángeles o New York y necesite divisas, sino a que el dólar es uno de los principales precios relativos de la economía. Es decir: el valor del dólar es una variable distributiva porque de ello dependen los precios de prácticamente todas las cosas.

Si el precio del dólar aumenta, consecuentemente lo hacen todos los productos con componentes importados y todos los exportables, desde la harina a las carnes.

A este argumento se enfrentó la postura oficial respecto a la escalada del billete verde, que este viernes cerró a $ 17,29 (11 centavos abajo del récord de 17,40 del miércoles) pero en la semana saltó 2,4%. Desde el directorio del Banco Central de la República Argentina (BCRA), comandado por Federico Sturzenegger, relativizaron la importancia del fenómeno, caracterizándolo como natural en un régimen con tipo de cambio flexible, como el actual. «Acostúmbrense a trabajar con cambio flotante», habrían oído los bancos privados que llamaban consultando a la máxima entidad financiera.

Esto se refleja en algunas declaraciones oficiales que ratificaron esta postura, incluso dando a entender que lejos de preocupación esto brinda tranquilidad. Es el caso, por ejemplo, del viceministro de Hacienda, Sebastian Galiani quien declaró: «la flotación del tipo de cambio es un objetivo nuestro, lo que buscamos es que el dólar no sea el ancla de los precios, queremos que ese ancla sean nuestras metas de inflación. No nos preocupa que el dólar esté en las tapas de los diarios”.

La inflación, en cambio, si preocupa al equipo económico del gobierno, sobretodo a las autoridades del BCRA, que observan que la inflación «núcleo» de junio rondaría el 1,8%, y en julio, con subas en combustible, prepagas, y otros rubros, continuaría esta tendencia. En esta tesitura levantaron la tasa de Lebacs estos últimos días, buscando absorver más liquidez en aras de no defraudar las metas de inflación (Sturzenegger ha demostrado que para él, el instrumento de política monetaria es la tasa de interés).

El riesgo de que a estas alzas se sume la devaluación de estos días, es obvio. La cúpula del Central, en armonía de conceptos con Presidencia, Hacienda, y Finanzas, confían en que ese traslado a precios no sea significativo.

Es ese el punto en que la postura se torna voluntarista, ya que, de nuevo «si el precio del dólar aumenta, consecuentemente lo hacen todos los productos con componentes importados y todos los exportables.»

Críticas a la «confianza ciega»

En este sentido varios actores económicos de peso criticaron la «confianza ciega» del oficialismo en la inmutabilidad de los precios, asistidos argumentalmente por la experiencia reciente.

Es el caso de Lorenzo Sigaut Gravina, titular de Ecolatina, quien entrevistado por el diario Ámbito Financiero alertó que «existe el riesgo de que el Central vuelva a comprar un argumento ‘teórico’ que en la práctica no se verifica. Esto sucedió con el levantamiento del cepo/sinceramiento cambiario: según la visión oficial este no iba a generar inflación porque los precios internos estaban valuados al ‘blue’, lo cual fue refutado en la práctica.»

Por su parte, el periodista y economista Marcelo Zlotowiazgda, recuerda que «en la Argentina el dólar planchado o en caída ha servido para anclar o amortiguar alza de precios, aunque no para que los precios bajen, con la única excepción de la deflación que hubo al final de la Convertibilidad. Pero la experiencia enseña que los precios han sido bastante elásticos hacia arriba en las devaluaciones.»

Responda esto a la creciente dolarización de carteras de cara a las elecciones, mayor demanda de «particulares» por vacaciones o alentados por la «paranoia argenta», la dilatación de liquidaciones del agro, o un cumulo de varios de estos motivos, el dólar flotó hacia arriba por varios días consecutivos y la autoridad financiera estatal decidió no intervenir.

En pleno reagrupamiento en torno a las trincheras electorales, con los números positivos que levemente comienza a mostrar la actividad económica en las planillas de los hombres de gobierno («imperceptibles» aun para la sociedad) las cifras de la inflación de julio darán su veredicto. Mas incierto todavía, es cómo influirán en los votantes.

 

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