El licenciado en Economía, investigador y especialista en finanzas públicas, Cristian Módolo, analizó las políticas implementadas por el presidente Javier Milei en sus primeros 70 días de Gobierno y señaló que las mismas generaron una caída estrepitosa del poder adquisitivo de los salarios. Asimismo, adelantó que los incrementos inflacionarios que vienen tendrán un impacto aun mayor en el bolsillo y apuntó que, a pesar de lo dicho por el mandatario, no hay argumentos para plantear que luego del período marzo-abril vendrá un alivio en el ajuste a la población.

El economista consideró que estos meses iniciales del Gobierno no deben medirse en jornadas transcurridas, sino en intensidad, «como los terremotos», ya que en muy poco tiempo se ejecutó un plan de shock que tuvo sus mayores expresiones en el tándem conformado por el decreto 70/23 y el proyecto de Ley Bases.

«Llevamos ya prácticamente dos meses y medio del nuevo Gobierno y está claro qué significa el shock, todo se vive muy intensamente. Sin ir más lejos, la devaluación fue del 118%, hacía décadas que no se venía en la Argentina una política monetaria tan fuerte en solo 24 horas. A la vez, entre el DNU y la ley ómnibus se buscó modificar o derogar cerca de 355 leyes. Eso es un dato de intensidad, porque en todos los años de Alberto Fernández, el parlamento sancionó un total de 199 leyes. En promedio, toda gestión ronda las 200″, detalló Módolo, en una entrevista exclusiva con Conclusión.

Para el investigador y especialista en finanzas públicas, estos más de 70 días deben evaluarse desde esa lectura, enfocada en la intensidad de las decisiones tomadas y no en el devenir del calendario. Sobre todo, porque así podrá entenderse la abrupta caída del poder adquisitivo de la población: no es el reloj que transcurre lo que golpea el bolsillo; son las políticas que definieron desde la Casa Rosada.

«En este tiempo hubo un deterioro del salario real que fue estrepitoso. La inflación de estos tres meses que transcurrieron resultó superior a la de cualquier otro momento de los últimos 33 años, con lo cual la profundidad del cambio es muy grande. Además, no hay ningún programa económico, todavía no está delineado ni expresado. Lo que hemos visto hasta ahora es solamente una maxidevaluación con una desregulación generalizada de precios de todo tipo. Eso es todo, no hay un plan que marque qué va a hacer con los impuestos, los salarios ni nada. Son decisiones económicas, monetarias y fiscales aisladas», advirtió el licenciado.

Asimismo, Módolo destacó que el poder adquisitivo cayó en todos los niveles, afectando tanto a los trabajadores formales como a los informales y los pasivos. Una muestra de esto -dijo- es la suba anunciada para el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM). La última reunión del Consejo del Salario había sido en septiembre de 2023, pero desde entonces la inflación trepó aproximadamente un 145%, mientras que el aumento del SMVM no llegó ni a la mitad.

El shock tuvo además algunas consecuencias alarmantes sobre el conjunto de las actividades productivas del país. Las medidas se tradujeron a un fuerte parate económico en diciembre, que suele ser el mes de mayor impulso en el mercado interno. Los datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), según recordó el investigador, marcaron que en diciembre hubo una caída de 18% y en enero el derrumbe llegó al 28%, lo que augura un escenario desolador para el futuro.

«Por distintas razones, en los últimos meses del año -a raíz de las fiestas, las vacaciones y demás- suelen ser los de mayor movimiento económico en el mercado interno. Es una época en la que la dinámica se recalienta. Bueno, si en ese tiempo tuvimos caída, no cuesta pensar lo que puede ocurrir en marzo y abril. Si no hay combustible para que esto reaccione, no va a reaccionar», lamentó.

Lo peor todavía no llegó

El presidente Javier Milei manifestó días atrás que «el momento más duro» del ajuste llegará precisamente entre marzo y abril, momento que -siempre según su argumentación- marcaría el final de la caída y el principio del repunte, como un gráfico en «V».

Módolo identificó que en esas afirmaciones hay mucho de estrategia comunicacional y poco de realidad económica. Por un lado, es cierto que los bolsillos de la población sufrirán en mayor medida en las próximas semanas, pero -a la vez- no es menos cierto que no existen elementos a la vista que permitan proyectar que el mencionado rebote de la economía vaya a darse.

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«Hay un alto nivel de desregulación de precios, que empezó a impactar en algunos ítems de la canasta básica de consumo de los trabajadores. Hasta ahora hemos visto solamente fenómenos de suba en los alimentos, las bebidas y los remedios, entre otras cosas, pero aún faltan que repercutan los componentes denominados ‘regulados’ (es decir, las tarifas y servicios que estaban frenados por decisión política y comienzan a liberarse). Eso va a generar subas mayores que las que hemos conocido hasta ahora», avisó el economista.

«Tendremos saltos en la tarifa de luz y de agua; los gobernadores tienen que compensar la falta de fondos provenientes de nación, entonces suben impuestos y también las tasas. El fogonazo inflacionario que veremos en los próximos meses llegará al bolsillo del que trabaja, que tiene una canasta de consumos que no son solamente alimentos. Hasta ahora vimos el fogonazo en las góndolas, ahora llegará por debajo de la puerta», acentuó.

Luego de ese período -explicó- puede aparecer una reducción en los índices de inflación medidos por el Indec, pero será una disminución conseguida «en la paz de los cementerios», producto de una recesión desenfrenada. Por eso, cuando Milei apunta a marzo y abril como el punto cúlmine de la caída, lo que hace es sembrar una expectativa; un pedido de último esfuerzo que luego renovaría con otra promesa de alivio para más adelante. En principio, nombró esa etapa como luz al final del túnel porque -señaló Módolo- coincide con la liquidación de la cosecha.

«Estamos en un tiempo de mucha conflictividad que nosotros vamos a percibir como ciudadanos de a pie. Eso va a distar mucho de la macro y de la realidad política. Vamos a volver a sentir esa sensación de que algunas cosas están todas bien, pero lo que percibimos en la cotidianeidad no lo está. Vamos a tener que enfrentarnos a esto. Al decir que en marzo o abril viene lo peor, plantea que hay que esperar ocho o nueve semanas para que esto acabe. No se va a acabar. Uno podrá poner de ejemplo que la inflación bajó, pero a costas de la paz de los cementerios. Cuando se tiene que inducir al coma al paciente para que siga respirando, no es que se lo sana», concluyó.