Cuando los bolivianos vayan a votar el 20 de octubre, se les presentará una grave decisión que tomar: a saber, reelegir al Presidente Evo Morales y su programa soberano de desarrollo económico, industrial y científico; u optar por las fuerzas que históricamente han estado asociadas al aparato global del “Proyecto Democracia”, y las políticas neoliberales que ellos auspician.

Como informó la revista Executive Intelligence Review (EIR) en su publicación del 16 de agosto, desde el 2006 el Presidente Morales ha transformado Bolivia radicalmente, pasando de ser una de las naciones más pobres de Iberoamérica para convertirse en una economía dinámica y en crecimiento hoy. En un breve video de campaña que fue transmitido el 20 de septiembre, Morales le dice a los bolivianos: “juntos hemos hecho mucho; cambiamos a Bolivia y también hemos cambiado nosotros”. Y destaca que “el país va bien pero necesitamos otros cinco años para consolidar nuestro modelo económico, nuestra industrialización y nuestra autonomía energética”, y hace un llamado a un diálogo nacional para defender este modelo de industrialización y mantener la economía estable y juntos construir “¡un futuro seguro!”.

Aunque muchas encuestas muestran que Morales lleva una gran ventaja, no está claro si podrá obtener el 40% de los votos que se necesitan para evitar una segunda vuelta. De sus oponentes políticos, quien más se le acerca es el ex Presidente Carlos Mesa, quien fungió como vicepresidente del ex Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, quien con el saqueo a los recursos naturales de la nación y la privatización de las empresas del Estado a favor de los intereses de la City de Londres y de Wall Street, provocó protestas tan violentas que tuvo que irse del país en el 2003, temiendo por su vida. Mesa terminó el período de gobierno de Sánchez de Lozada. Hoy Mesa acusa a Morales de que su modelo económico “está agotado y degradado”, y que Evo está llevando a Bolivia “de una autoritarismo a una dictadura” lo cual está llevando al país a convertirse en otra Venezuela.

Durante este período electoral también se ha visto la activación de redes abiertamente fascistas, en especial las que tienen como sede la provincia suroriental de Santa Cruz, centro de las industrias agrícolas, de petróleo y gas, cuya oligarquía derechista, en coordinación con agencias del aparato de Proyecto Democracia (la Fundación para la Democracia, del Departamento de Estado de EU), ya hace mucho tiempo la convirtieron en un semillero de actividades de separatismo étnico y violencia. El 12 de septiembre, la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), de tendencia derechista, atacó tres oficinas de campaña del partido político de Morales, Movimiento al Socialismo (MAS), en Santa Cruz, hiriendo a varias personas. El Presidente Morales calificó esta acción de “intento de golpe de Estado”.

Hay otros factores a los que se debe poner atención: Aunque Morales ha tomado medidas importantes (incluso con ayuda extranjera) para combatir los incendios que afectan la región amazónica de Bolivia, de la que forma parte una zona de Santa Cruz, los políticos locales están chillando que Morales no ha hecho nada. Hay que señalar también que de las movilizaciones del movimiento “Viernes por un Futuro”, formado por jóvenes lavados de cerebro, que se llevaron a cabo en cuatro ciudades de Bolivia el 20 de septiembre, la marcha más grande “para salvar al planeta” se llevó a cabo en Santa Cruz.