Soldados israelíes y milicianos del movimiento islamista palestino Hamas combatían este miércoles en el centro de Ciudad de Gaza, en el norte de la asediada Franja de Gaza, sin esperanza de tregua para los cientos de miles de palestinos atrapados en la contienda y sumidos en una situación humanitaria desesperada.

Israel ha prometido «destruir a Hamas» en represalia por el sangriento ataque en su territorio el 7 de octubre, cuando combatientes del movimiento islamista se infiltraron en territorio israelí, mataron a unas 1.400 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a unas 240, entre ellas una veintena de nacionalidad argentina. Entre los muertos en los ataques hubo más de 300 militares.

Desde entonces, el Ejército israelí ha bombardeado a diario la Franja, pese a los múltiples pedidos de tregua desde el exterior, y actualmente sus soldados se encuentran «en el corazón» de Ciudad de Gaza, declaró el martes a la noche el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.

Allí se encuentra, según él, el «centro» de Hamas.

«Gaza es la mayor base terrorista jamás construida», aseveró Gallant.

Del lado palestino, al menos 10.569 personas, en su mayoría civiles y entre ellas más de 4.000 niños, murieron en los bombardeos israelíes, según el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza, que es gobernada por Hamas.

El Ejército israelí difundió imágenes este miércoles en las que pueden verse tanques y topadoras avanzando entre las ruinas humeantes de Gaza.

Los soldados están operando en los edificios destruidos por los bombardeos, mientras en tierra se suceden explosiones y combates, dijo el Ejército en un comunicado.

Al menos 31 soldados israelíes han muerto desde el inicio de las operaciones terrestres en Gaza, el 27 de octubre, luego de tres semanas de bombardeos, según el Ejército.

En Ciudad de Gaza, la parte más densamente poblada de este territorio, donde barrios enteros quedaron reducidos a cascotes, muchos han permanecido y esperan aprovisionarse de agua, informó la agencia de noticias AFP.

«No habrá tregua humanitaria sin el regreso de los rehenes», reiteró Gallant pese a los pedidos de la ONU, ONG y capitales extranjeras a un alto el fuego o una pausa en los combates, que permita entregar ayuda urgente tras el corte de suministro de comida, agua, electricidad y medicamentos.

Según la ONU, 1,5 millones de personas se desplazaron en el interior del enclave desde hace un mes.

El servicio de comunicación de Hamas en Gaza afirmó el martes por la noche en Telegram que varios cementerios «están llenos y no hay más espacio para entierros».

Según la oficina de coordinación de asuntos humanitarios de la ONU (OCHA), que cita números del Ministerio de Salud de Gaza, 192 profesionales de la salud murieron en ataques israelíes desde el 7 de octubre.

Además, el organismo de la ONU para los refugiados palestinos, de lejos el mayor proveedor de servicios humanitarios en Gaza, dijo este miércoles que 90 de sus empleados murieron en los ataques israelíes en el territorio.

La idea de un alto el fuego fue rechazada también por Estados Unidos, el principal aliado de Israel, que preconiza en lugar de esto «pausas humanitarias».

En esa línea, los cancilleres del G7, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, reunidos este miércoles en Tokio, apoyaron la idea de «pausas y corredores humanitarios» en Gaza.

Igualmente afirmaron el «derecho de Israel a defenderse a sí mismo y a su pueblo, cumpliendo con la legislación internacional», y destacaron «la importancia de defender a los civiles».

Para los 2,4 millones de gazatíes, la situación es desesperada después de un mes de bombardeos incesantes.

«Paren esta máquina de destrucción. Sálvennos», imploró el martes Hisham Kulab, un desplazado palestino que presenció bombardeos en Rafah, en el sur de la Franja, asediada por Israel desde el 9 de octubre, informó AFP.

En esta parte del enclave palestino «hacen falta de media entre cuatro y seis horas de espera para recibir la mitad de una porción normal de pan», indicó la OCHA.

Y en el norte, «mucha gente que buscaba desesperadamente comida entró en las tres últimas panaderías en las que quedaban depósitos de harina de trigo» el martes, añadió la OCHA, que reportó la entrada de 650 camiones de ayuda humanitaria en Gaza desde el 21 de octubre, desde el vecino Egipto.

El martes, en silencio, entre oraciones y con lágrimas en los ojos, los israelíes conmemoraron un mes de los ataques de Hamas.

«Las atrocidades [de Hamas] han dejado una cicatriz terrible, traumatismos a nivel personal y también a nivel nacional», dijo Asher Cohen, rector de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que cuenta varios licenciados entre el total de fallecidos.

Israel se retiró unilateralmente de Gaza en 2005, después de 38 años de ocupación.

El primer ministro, Benjamin Netanyahu, afirmó que tras la guerra su país asumirá la «responsabilidad general de la seguridad» por un período indefinido, para impedir que Hamas recupere allí el poder.

«No se tratará de una ocupación», matizó el martes el ministro israelí de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer.

El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, afirmó este miércoles precisamente que Israel no debe volver a ocupar Gaza.

El portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, afirmó a su vez que «Hamas no puede formar parte de la ecuación» de poder en Gaza tras la guerra.

La afirmación fue calificada de «fantasía» por un portavoz del movimiento palestino, Abdel Latif al Qanu.

«Nuestro pueblo vive en simbiosis con la resistencia, y sólo él decidirá su futuro», dijo.

La violencia se ha multiplicado también en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel desde 1967, donde más de 150 palestinos murieron en operativos del Ejército o ataques de colonos israelíes desde el 7 de octubre, según la Autoridad Nacional Palestina.