Estados Unidos y China acordaron hoy ampliar el diálogo para mejorar sus relaciones, que viven su peor momento en años, durante un encuentro entre sus cancilleres Antony Blinken y Qin Gang, respectivamente en el primer viaje de un jefe de la diplomacia estadounidense a Beijing en casi cinco años.

Ninguna de las dos potencias espera grandes avances en los temas conflictivos que están abiertos, pero el objetivo es iniciar un deshielo diplomático y mantener el diálogo para gestionar de «forma responsable» la relación bilateral, dijo el Departamento de Estado.

La visita se produjo luego de que Blinken suspendiera un viaje en febrero de este año a raíz de la detección de un globo aerostático sobre territorio estadounidense, que China dijo que era un aparato de estudio y Estados Unidos ordenó derribar porque consideró que podía ser un elemento de espionaje.

El secretario de Estado norteamericano habló con el ministro de Relaciones Exteriores chino durante siete horas y media, incluso durante un banquete, en una residencia estatal.

Qin aceptó la invitación para visitar Washington más adelante y aseguró que los dos diplomáticos trabajarán juntos para ampliar el número de vuelos entre las dos economías más grandes del mundo, al mínimo desde la pandemia de Covid-19, según la agencia de noticias AFP.

Blinken enfatizó la importancia de «mantener canales de comunicación abiertos para reducir el riesgo de percepciones erróneas», dijo el vocero del Departamento de Estado, Matthew Miller, que calificó las conversaciones de «sinceras, sustantivas y constructivas».

El funcionario, quien llegó anoche a la capital china, tendrá nuevas reuniones mañana antes de abandonar China.

Qin advirtió a Blinken que las relaciones entre Estados Unidos y China «están en el punto más bajo desde el establecimiento de relaciones diplomáticas», en 1979, según la emisora oficial CCTV.

«Esto no se ajusta a los intereses fundamentales de los dos pueblos, ni cumple con las expectativas comunes de la comunidad internacional», dijo Qin durante las conversaciones.

A su vez, lanzó una advertencia sobre Taiwán, que Beijing reclama como parte de su territorio.

«La cuestión de Taiwán está en el centro de los principales intereses de China, es el asunto más importante en las relaciones chino-estadounidenses y el riesgo más notable«, sostuvo Gang.

China efectuó el año pasado grandes maniobras alrededor de Taiwán, consideradas un ensayo para una invasión, luego de que la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, la demócrata Nancy Pelosi, visitara la isla en agosto.

Asimismo, en abril pasado Beijing realizó tres días de simulacros militares en represalia por la visita de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, a Estados Unidos. Solo 13 países reconocen a Taiwán como país independiente.

El presidente estadounidense, Joe Biden, dijo esperar reunirse con su homólogo chino Xi Jinping, después del extenso encuentro que tuvieron en noviembre en Bali, al margen de la cumbre del G20.

«Espero que en los próximos meses me reúna nuevamente con Xi y conversemos sobre las legítimas diferencias que tenemos, pero también sobre cómo hay áreas en las que nos podemos entender», dijo.

Los dos mandatarios podrían coincidir en la próxima cumbre del G20, en septiembre, en Nueva Delhi. Xi fue además invitado a viajar a San Francisco en noviembre para el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Antes de viajar a Beijing, Blinken se mostró optimista y dijo a la prensa que el objetivo de la visita era «abrir líneas directas de comunicación para que nuestros dos países puedan gestionar la relación de forma responsable, lo que incluye abordar algunos desafíos y percepciones erróneas y evitar errores de cálculo».

«La competencia intensa requiere una diplomacia sostenida para garantizar que no se convierta en confrontación o conflicto», agregó el secretario de Estado.

Por su lado, el vocero de la cancillería china, Wang Wenbin, dijo el viernes que Estados Unidos debe «respetar las preocupaciones centrales de China» y colaborar con Beijing.

Blinken es el funcionario estadounidense de más alto nivel que visita China desde que lo hiciera en octubre de 2018 su antecesor, Mike Pompeo, quien luego encabezó la política de confrontación con Beijing del entonces presidente Donald Trump.

La administración Biden mantuvo la línea dura, e incluso fue más lejos que el anterior gobierno en algunos temas, por ejemplo, la imposición de controles de exportación para limitar la compra y la fabricación en China de chips de gama alta «utilizadas en aplicaciones militares».

Pero en otras áreas, como la lucha contra el cambio climático, Biden buscó cooperar con China.