La campaña por la presidencia estadounidense retomó hoy su ascendente aspereza cuando el virtual candidato republicano, Donald Trump, dijo que su más probable rival en las elecciones de noviembre, Hillary Clinton, «debería ir a prisión» por mal uso de su correo electrónico cuando era secretaria de Estado.

Mientras tanto y copiando la línea que marcan sus líderes, oponentes y adherentes del polémico magnate se trenzaron a golpes y quemaron una bandera del país.

«Lo digo, Hillary Clinton tiene que ir a la cárcel. Honestamente, es culpable como el infierno», dijo el polémico candidato a sus simpatizantes en el tono ácido que ya constituye su marca personal, en la madrugada de hoy en un mitin en San José (California), informó la agencia de noticias EFE.

Anteriormente, el multimillonario había acusado a la ex secretaria de Estado de haber violado la ley federal por usar su cuenta de correo electrónico personal para asuntos oficiales cuando era la jefa de la diplomacia de Estados Unidos, lo que le ha valido una investigación por parte del FBI, pero hasta ahora no había pedido su ingreso en prisión.

Con estas palabras, Trump respondió a los ataques que pocas horas antes había recibido por parte de Clinton, quien lo acusó en un mitin en San Diego (California) de no tener el temperamento ni la preparación requeridos para ser presidente.

Clinton buscó golpear allí donde a juicio de sus oponentes se ubica el «talón de Aquiles» del republicano: su falta de dotes de estadista, característica que la ex secretaria de Estado contrastó con su propia visión del mundo, su sólida experiencia en la función pública, especialmente al frente de la política exterior de su país entre el año 2009 y de 2013.

«Sus ideas no sólo son diferentes, sino que son peligrosamente incoherentes», indicó la demócrata, quien añadió que «no es difícil imaginar a Trump» llevando a Estados Unidos a una guerra «simplemente por el hecho de que alguien se meta con él».

El pedido de que vaya a la cárcel realizado por Trump, es porque Clinton utilizó un servidor particular para enviar y almacenar correos electrónicos que generó en el desempeño de sus labores a la cabeza del Departamento de Estado.

Esto le valió numerosas críticas por parte de los republicanos al considerar que podría haber puesto en riesgo la seguridad nacional de Estados Unidos, por lo que el FBI la está investigando.

El pasado 25 de mayo se publicó una auditoría interna del Departamento de Estado según la cual el uso que Clinton hizo de su correo electrónico no cumplió con las regulaciones, y convirtió este asunto en una violación con posibles ramificaciones más graves.

Las declaraciones de Trump y Clinton (ambos precandidatos aún) dan cuenta de cómo va escalando en intensidad y aspereza la campaña para llegar a la Casa Blanca, un ascenso que se expresó a las afueras de un mitin de Trump en San José, donde sus oponentes y simpatizantes se trenzaron en una batalla campal que incluyó la quema de la bandera estadounidense.

Si bien los altercados fuera de los recintos en los que Trump acude a dar discursos son cada vez más habituales, especialmente en California, los de hoy en San José fueron particularmente violentos, y los videos tanto en televisión como en internet mostraron varios seguidores de Trump ensangrentados.

Los disturbios tuvieron un marcado componente étnico, ya que los agresores pertenecían mayoritariamente a las minorías hispana y negra y portaban banderas mexicanas, mientras que los seguidores de Trump eran en su mayoría jóvenes blancos empuñando carteles a favor del republicano y banderas estadounidenses.

En uno de los videos registrados por un periodista presente en el lugar y divulgado en las redes sociales, se ve a dos simpatizantes de Trump caminando por la calle mientras son perseguidos por una multitud de manifestantes, uno de los cuales se acerca a ellos y golpea en la cabeza a uno de los jóvenes con una mochila.

Posteriormente, otras imágenes muestran al joven que recibió el impacto con la cabeza y la ropa ensangrentadas junto a un agente de policía y hablando frente a las cámaras de televisión, donde asegura que caminaba con su cartel de apoyo a Trump y la multitud empezó a gritarle y a llamarle racista.