El presidente turco Recep Tayyip Erdogan se reúne este martes en San Petersburgo con su homólogo ruso Vladimir Putin para reactivar las relaciones diplomáticas, después de meses de crisis, mientras se tensan los vínculos entre Ankara y los países occidentales.

Esta visita es la primera al extranjero del dirigente turco tras el fallido golpe de Estado del 15 de julio.

Tiene lugar después de que Erdogan enviara una carta de disculpas a Putin (pidiendo «perdón» según Moscú) por la destrucción de un avión de combate ruso por parte de aviones turcos en noviembre pasado cerca de la frontera con Siria.

La reunión estaba prevista a las 10H00 GMT en el palacio de Konstantinovsky, 15 km al sur de San Petersburgo, antigua capital imperial, y será seguida de una rueda de prensa a las 13H00 GMT.

«Esta visita me parece una nueva etapa en las relaciones bilaterales, [es] empezar de cero», anunció Erdogan en una entrevista a los medios públicos rusos.

«Nuestros países son actores clave en la región y tienen muchas cosas que hacer juntos», destacó.

También desde Rusia el encuentro se ve crucial. Un consejero del Kremlin, Yuri Ushakov, lo calificó «de extrema importancia» y precisó que en la reunión se restablecería «etapa por etapa el conjunto de las relaciones ruso-turcas, así como el análisis de la situación en Siria».

Para Ushakov, el hecho de que el presidente turco viaje a San Petersburgo poco después de la intentona golpista demuestra el interés de Ankara en restablecer las relaciones con Rusia.

Vladimir Putin fue uno de los primeros dirigentes extranjeros en llamar a Erdogan para condenar el golpe sin mostrar estados de ánimo como los dirigentes europeos por la represión que siguió.

Esta sublevación, que según Ankara fue instigada por el predicador Fethullah Gülen exiliado en Estados Unidos, sí que ha enturbiado en cambio las relaciones entre Turquía y Estados Unidos.

«Si Gülen no es extraditado, Estados Unidos sacrificará las relaciones [bilaterales] por culpa de este terrorista», advirtió el martes el ministro turco de Justicia, Bekir Bozdag.

Relación pragmática

Las relaciones entre Moscú y Ankara atravesaron una grave crisis después de que la aviación turca derribara en noviembre un caza ruso que sobrevolaba la frontera en Turquía y Siria. Rusia tomó entonces medidas económicas como represalia.

Según estadísticas rusas, los intercambios comerciales cayeron un 43%, a 6.100 millones de dólares (5.500 millones de euros), entre enero y mayo del presente año.

Pero después de meses de pugnas diplomáticas entre las dos capitales, Moscú aceptó con una sorprendente rapidez las disculpas de Ankara y levantó las sanciones en el sector turístico, vital para Turquía.

El proyecto del gasoducto TurkStream, que permitirá suministrar 31.500 millones de metros cúbicos de gas ruso por año a Turquía, y la central nuclear de Akkuyu son otros dos asuntos que tendrían que estar sobre la mesa en este encuentro.

«Vamos a ver una relación más estable pero más pragmática, no construida a partir de una relación personal o ideológica, sino en base a intereses prácticos comunes», estimó Alexander Baunov, del Centro Carnegie de Moscú.

«Es evidente que Rusia es en este momento un socio importante para Turquía, porque sus relaciones con la UE y Estados Unidos están muy deterioradas (…) y sus expectativas de un cambio rápido del régimen en Siria no se han cumplido», destacó por su parte el analista ruso Fiodor Lukianov, presidente del Consejo para la política exterior y de defensa.

Si Erdogan siempre ha insistido en la salida del poder del presidente sirio Bashar al Asad, a lo que se opone totalmente Moscú, el mandatario turco reconoce el papel crucial de los rusos en el avance del conflicto.