Por primera vez en años, el entorno de Hugo Moyano se sacude por internas. El sector hasta ahora más verticalista de toda la CGT, empezó a mostrar disidencias y tironeos por la sucesión del líder en la jefatura de la central obrera a partir de agosto, cuando se producirá el congreso de reunificación de las tres versiones en las que está dividida en la actualidad. La confrontación principal es entre los que auspician a Pablo Moyano, hijo mayor del camionero, como su reemplazante, y quienes apuntalan al portuario Juan Carlos Schmid, referente de los sindicatos del transporte.

La interna llegó en las últimas semanas a la superficie y promete hacerse más visibles con el correr de los días. El viernes pasado, al término del Comité Central Confederal que reunió a todos los sectores en la sede de Azopardo, medio centenar de gremios se reunió para juramentarse en apoyo del hijo mayor de Moyano. Esos dirigentes volverán a encontrarse mañana en la sede del sindicato de Conductores de Taxis, de José Ibarra. La aspiración de máxima es consagrarlo como miembro de un eventual triunvirato de conducción (como reclaman algunos sectores, como el de Luis Barrionuevo) o bien ubicarlo como segundo de quien hoy más suena como futuro jefe, Héctor Daer, del gremio de Sanidad y del sector de los “gordos”.

A primera vista, la disputa parece pareja. La CGT del camionero cuenta con noventa organizaciones gremiales, de las cuales 53 se pronunciaron a favor de la nominación de Pablo Moyano. Aunque Schmid (Dragado y Balizamiento) parezca en leve inferioridad de condiciones en ese espacio, cuenta con respaldos estratégicos dentro de la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), el sello que lidera, entre los que figura la Unión Tranviarios Automotor (UTA), el sindicato de colectiveros. También se anota en esa postulación buena parte de los integrantes de la Federación Marítimo Portuaria (Fempinra), que nuclea a gremios por lo general pequeños pero de carácter vital para el comercio exterior.

 

Por Mariano Martín