Horacio Rovelli, economista especializado en temas fiscales y monetarios y profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires, afirma que “tomar deuda externa sin fin” es tan riesgoso como en el 2001.

La afirmación la hace en una nota que publica el portal motoreconomico.com.ar, donde señala además que la dependencia financiera es requerir de endeudamiento permanente y creciente para poder sobrevivir. “Esto –agrega- es algo que pasa con los gobiernos conservadores y reaccionarios que supimos tener y que eclosionaron tajantemente con la crisis de 1890, donde los intereses de la deuda externa (contraída en 1824 por Rivadavia con la Baring Brothers más la tomada con bancos extranjeros para financiar la guerra de la triple infamia) y las crecientes importaciones, superaron ampliamente las ventas de carne, cuero, lana y trigo provocando el primer default de nuestra historia”.

Primer gobierno nacional y popular

Refiere que como consecuencia de ello, “la crisis fue terrible, penosa, pero dio lugar, revolución del Parque mediante, al voto secreto y obligatorio con lo que se alcanzó el primer gobierno nacional y popular en 1916, cuando asumió como Presidente de la República, don Hipólito Yrigoyen, gobierno que mejoró en general la situación de los sectores populares, controló el comercio exterior”.

Recuerda más adelante que en 1918, por primera vez, el Estado intervino como vendedor único de la cosecha de cereales en el exterior, siendo la Argentina quien fijaba los precios de venta, creo un frigorífico estatal, e impulsó la industria para producir aquellos productos que antes eran importados, pero fundamentalmente redujo la deuda externa.

“Se produce la crisis mundial de 1930 –señala Rovelli- y los sectores más reaccionarios y conservadores quisieron asegurar sus ganancias y que se ajuste (reduzca) el consumo popular y el gasto público para tener más saldos exportables y menos importaciones, por lo que derrocaron a Yrigoyen y junto con el fascista de José Félix Uriburu asume una pléyade de estancieros y abogados de empresas petroleras”.

Las medidas antipopulares de Uriburu

También detalla algunas de las medidas que de forma inmediata tomó Uriburu: declaró el Estado de Sitio, aplicó la ley marcial, cerró el Congreso, intervino las provincias, disolvió los sindicatos, aplicó la censura, y trató de armar un gobierno corporativo con la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial Argentina, las Fuerzas Armadas y la Iglesia, y aplicó un plan de subordinación al capitalismo inglés que se instituye con su sucesor, el general Agustín P. Justo, “en el vergonzante Pacto Roca-Runciman, donde con tal de asegurar las ventas de carne y grano a Inglaterra, se aceptó venderlo a la mitad del precio”.

También incursiona en el papel que le tocó al entonces senador Lisandro De la Torre, quien denunció por fraude y evasión impositiva a los frigoríficos Anglo, Armour y Swift. “Aportó pruebas –explica el columnista- que comprometían directamente a dos ministros de Justo: Federico Pinedo, de Economía, y Luis Dahau, de Hacienda, en las que se establecía claramente el trato preferencial que recibían estas empresas que prácticamente no pagaban impuestos y a las que nunca se las inspeccionaba, mientras que los pequeños y medianos frigoríficos nacionales eran abrumados por continuas visitas de inspectores impositivos”.

Un gobierno conservador

Con respecto a las características de ese gobierno conservador, señala que fueron “la feroz represión contra el pueblo cualquiera sea su manifestación y los negociados de todo tipo. Por ejemplo –dice- con la Compañía Argentina de Electricidad CADE, Federico Pinedo le dice al bloque de la Concordancia: ‘Hay que arreglar el problema porque el gobierno necesita de CADE para arreglar sus problemas financieros. En estos días nos han prestado siete millones de pesos, y no es posible que el gobierno, que no ha podido colocar un empréstito, pueda ponerse a joder con una empresa que tanto le sirve“. El golpe del 4 de junio de 1943 puso fin a semejante atropello y finalizó en un nuevo gobierno nacional y popular, el de Juan Domingo Perón, quién no solo distribuyó mejor el ingreso, creó el IAPI para sostener el precio de los productores, se crearon Gas del Estado, Centrales Eléctricas, Agua y Energía Eléctrica, reemplazando la energía termoeléctrica por la hidráulica, para ello se construyeron diques como el Escaba en Tucumán, el Nihuil en Mendoza, Los Quiroga en Santiago del Estero y seis diques con usinas en Córdoba, seis en Catamarca, cuatro en Río Negro y tres en Mendoza, usinas térmicas en Mar del Plata, Mendoza, Río Negro y Tucumán. Se nacionalizaron los ferrocarriles y los teléfonos, y disminuyó fuertemente el endeudamiento externo, lo que le permitió el 9 de julio de 1950 declarar la Independencia Económica.

Videla con Martínez de Hoz

Otra vez el golpe militar y otra vez los conservadores administrando un gobierno para ellos, con el negociado de la deuda con los bancos extranjeros, pese a todo el modelo de sustitución de importaciones y de defensa del consumo interno sobrevivió, pero en 1976 con la dictadura de Videla y con Martínez de Hoz en la poltrona de economía se basan en el endeudamiento externo para hipotecar el país y fugar capitales al exterior.

Dice finalmente Horacio Rovelli: “La relación de subordinación y socio menor de los sectores dominantes con el capital financiero internacional provocó una deuda externa que superaba ampliamente nuestro PIB, y el instrumento fue el mismo, retraso cambiario (tablita cambiaria de M de Hoz, plan austral de Sourouille y plan de Convertibilidad de Cavallo), y altas tasas de interés, para que se compraran moneda nacional, ganaran fortuna y luego, cuando veían que el efecto terminaba, se pasaban en bandadas a dólar y fugaron los capitales”.