Wayne Madsen, investigador de la Marina estadounidense, y proveniente de los servicios de inteligencia de la Agencia de Seguridad Nacional, publica un organigrama sobre lo que denomina “las tres administraciones de Trump.

“Dado el caos dentro del caos de Trump, posterior al desorden doméstico/global que legó Obama, existe confusión sobre la verdadera política exterior de Estados Unidos, lo cual se ha complicado con declaraciones contradictorias de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono”, dice Wadsen, quien junta tres administraciones en una, con diferentes grados de poder:

1. La primera y la más poderosa es el círculo íntimo de Trump: su principal estratega, Stephen Bannon (proveniente de la campaña del senador Ted Cruz); su hija Ivanka y el esposo ésta, el judío ortodoxo Jared Kushner; su asistente especial, el israelí estadunidense Stephen Miller, y el procurador Jeff Sessions.

2. La segunda representa elestablishment de los republicanos que apoyaron a Trump, después de haber asegurado su nominación presidencia”: el jefe de gabinete, Reince Priebus, anterior director del comité nacional del Partido Republicano; su segundo de a bordo, Sean Spicer, hoy secretario de prensa, y la consejera Kellyanne Conway, quienes en conjunto son muy cercanos a los líderes republicanos del Senado, Mitch McConnell, y Paul Ryan, de la Cámara de Representantes.

3. La tercera representa los intereses duraderos del DeepStatey es una combinación de activistas neoconservadores de George W. Bush/Ronald Reagan, los poderosos jerarcas de Wall Street y petroleras de Houston/Dallas, tradicionalmente vinculadas a la política del Partido Republicano.

Centros de poder

A juicio de Wayne Madsen, los neoconservadores y los intereses de negocios no concuerdan mucho, pero toman ventaja de la desorganización de Trump para asegurar sus propios centros de poder, cuando fueron vistos luchando por influencia y estatura en la Conferencia de Seguridad de Múnich.

En caso de que Trump sea alejado del poder como resultado de unimpeachment o de una enfermedad, esta tercera rama espera tomar las riendas del poder, que constituye el statu quo internacional y está representada por el vicepresidente, Mike Pence, y el secretario del Pentágono, James Mattis, este último muy activo en promover a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a la Unión Europea y la continuación de las sanciones contra Rusia, a grado tal de contrapuntear las previas opiniones de Trump.

Rex Tillerson (RT), secretario de Estado y anterior mandamás de la poderosa Exxon Mobil, optó por no asistir a la CSM y, en su lugar, participó en una reunión de cancilleres del G-20 en Bonn. Esta rama de la triada trumpiana es con la que las élites globales se sienten más confortables.

Entre la CIA y la Inteligencia

Otros “jugadores del Deep State dentro de la tercera rama, incluyen al director de la CIA, Mike Pompeo, quien viajó de inmediato a Turquía y Arabia Saudita para rendir homenaje a los intereses políticos de ambos países”, mientras el director de Inteligencia Nacional, anterior senador Dan Coats, de Indiana, es íntimo del vicepresidente evangelista Mike Pence.

Inclusive, el defenestrado asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, nunca fue miembro del círculo íntimo de Trump y era más cercano a los neoconservadores.

Junto a Pence y Mattis aparecieron muy cómodos los dos máximos senadores halcones del Partido Republicano, que desean que Trump adopte más sanciones drásticas contra Rusia: John McCain y Lindsay Graham, quien auguró que 2017 sería “el año para darle una patada a Rusia en el trasero”.

Sea lo que fuere, Trump, más deslactosado que nunca, no gobierna solo. Por eso han subido tanto la Bolsa de Nueva York y el súper dólar.