El papa Francisco ratificó este jueves su rechazo a que se utilice la religión para cometer atrocidades como el terrorismo y resaltó la importancia del diálogo y la ecología integral.

Fue ante representantes de 18 países americanos, entre los que se encontraban unos 40 argentinos, entre ellos el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Ricardo Lorenzetti, y el director general de Cultos porteño, Federico Pugliese.

También estuvieron el presidente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (Cari), Adalberto Rodríguez Giavarini; el ex jefe de gobierno porteño Jorge Telerman, el diputado
kirchnerista Carlos Kunkel, y el representante de la Asociación Cristina de Jóvenes (YMCA), Norberto Rodríguez.

El Sumo Pontífice reiteró la importancia de la ecología integral y destacó el papel de las religiones en el cuidado del medioambiente, al recibir en audiencia a los participantes del encuentro «América en Diálogo. Nuestra casa común», entre ellos los argentinos, destacó la agencia Aica.

«Es necesario condenar de forma conjunta y rotunda estas acciones abominables y tomar distancias de todo lo que busca envenenar los ánimos, dividir y destruir la convivencia; hace falta mostrar los valores positivos inherentes a nuestras tradiciones religiosas para lograr un sólido aporte de esperanza», exhortó Francisco.

Bergoglio afirmó que «las religiones tienen un papel muy importante en esta tarea de promover el cuidado y el respeto del medio ambiente. La fe en Dios nos lleva a reconocerlo en su creación, que es fruto de su amor hacia nosotros, y nos llama a cuidar y proteger la naturaleza».

«Para esto, es necesario que las religiones promuevan una verdadera educación, a todos los niveles, que ayude a difundir una actitud responsable y atenta hacia las exigencias del cuidado de nuestro mundo; y, de modo especial, proteger, promover y defender los derechos humanos», dijo.

Subrayó que es fundamental la cooperación interreligiosa, basada en la promoción de un diálogo sincero y respetuoso… fundado en la propia identidad y en la confianza mutua que nace cuando soy capaz de reconocer al otro como don de Dios y acepto que tiene algo que decirme».

«El mundo constantemente nos observa a nosotros, los creyentes para comprobar cuál es nuestra actitud ante la casa común y ante los derechos humanos; además nos pide que colaboremos entre nosotros y con los hombres y mujeres de buena voluntad, que no profesan ninguna religión», señaló.

Explicó que es «para que demos respuestas efectivas a tantas plagas de nuestro mundo, como la guerra y el hambre, la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la violencia, la corrupción y el degrado moral, la crisis de la familia, de la economía, y sobre todo la falta de esperanza».