Algo que siempre dará tela para cortar. La intensa relación que establecen los dueños con sus mascotas.

Para muchos, casi todos, se trata de un integrante más de la familia, alguien a a quien cuidan y protegen con amor y dedicación, de la misma forma que lo harían con un pariente muy cercano. Se los ama y se los llora de una manera muy similar.

No es para menos. Las mascotas responden con tanto afecto e incondicionalidad, que muchos declaran haber descubierto la verdadera y desinteresada naturaleza del amor a partir de la relación con sus queridos «bichitos». Ellos, con sus gestos de ternura y entrega desinteresada, combaten soledades, tristezas y dolores. Tornan más placenteros los regresos a casa y suelen llenar con su presencia de alegría los hogares, nuestras mascotas fieles.

Son pequeñas historias  de amor, O tal vez, no tan pequeñas.

La que se refleja en la foto podría ser una de esas historias.  Tarde, sol, primavera y río… y dos animalitos, con el cuerpo parcialmente paralizado, tienen la posiblidad de disfrutar de esos placeres gracias a la entrega con que sus compañeras han decidido cuidarlos y brindarles las mayores comodidades posibles, mejorarles su calidad de vida y disfrutar de buenos paseos en la rambla rosarina.

Un ejemplo a imitar, que nos enseña que se puede hacer algo por los «otros» y que lo que a veces pensamos como una tragedia irreparable tiene una salida que llega al corazón.