La localidad santafesina de Armstrong, ubicada a 100 kilómetros de Rosario, dio un paso significativo hacia el consumo sustentable de energía con la instalación de mil medidores inteligentes para controlar el desempeño de la red eléctrica.

Esos medidores pueden monitorear el servicio eléctrico local y obtener información de manera remota para determinar la calidad de la prestación, la curva de carga de los usuarios, las diferentes condiciones de la red o las características del consumo de cada residencia.

El proyecto contó con un aporte de más de 14 millones de pesos realizado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, dependiente del Ministerio de Ciencia de la Nación, en el marco de la convocatoria «Fondo de Innovación Tecnológica Sectorial (Fits) Energía – Uso Racional y Eficiente de la Energía (Uree) 2013», administrada por el Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec).

El emprendimiento también contó con el aporte de un consorcio público-privado conformado por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Facultad Regional Rosario de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y la Cooperativa de Provisión de Obras y Servicios Públicos y Crédito Ltda. (CELAR), con apoyo de la Secretaría de Energía provincial.

«El proyecto tuvo varios enfoques, primero el alcance poblacional; la reducción de gases de efecto invernadero; el impacto técnico y la posibilidad de analizar la potencia de nuestras redes, algo que surgirá a medida que avance», explicó el jefe de la Oficina Técnica de CELAR, Gustavo Airasca.

«Pretendemos indagar en los impactos técnicos, sociales, ambientales y económicos», expresó Pablo Bertinat, ingeniero y docente de la UTN, a cargo de la iniciativa, quien consideró que la importancia de esta experiencia radica «en el esfuerzo por impulsar un modelo de generación que ya no es centralizada, sino distribuida y que opera en los niveles de baja y media tensión a partir de energía solar y eólica».

En ese contexto, Bertinat explicó que existen dos paradigmas en los sistemas de provisión de energía eléctrica: el concentrado y el distribuido. En el primero –el más utilizado hasta el momento–, grandes centrales producen la energía para luego transmitirla a los usuarios; en el segundo –donde se inscribe esta propuesta–, se pretende añadir a la red el poder generado a partir de fuentes dispersas geográficamente, mucho más cercanas al consumo.

La diferencia fundamental, subrayó Bertinat, estriba en «menores pérdidas de transmisión y distribución, niveles de tensión más estables y otras ventajas que actualmente están bajo estudio».

De acuerdo con el docente de la UTN, el plan consta de cuatro ejes: el primero es la construcción del sistema de generación distribuida; el segundo comprende los estudios y ensayos en función del primero.

En tanto, el tercer eje apunta a la posibilidad de replicar la experiencia en otras cooperativas análogas; y por último, el cuarto eje está enfocado en aspectos sociales referidos a la participación ciudadana y la concientización en torno al uso racional de la energía y el mejor aprovechamiento de los recursos naturales para generar electricidad.