Argentina se posicionó en los últimos años dentro de los diez principales exportadores de vino del mundo, con un pico de 270 millones de litros en 2015.

La cepa insignia de Argentina es el Malbec, originaria del Sur Oeste francés, de estilo cálido, suave y dulce, con un color oscuro intenso, y cuyos aromas recuerdan a cerezas, frutillas o ciruelas.

Mendoza concentra el 86% de los cultivos de Malbec, con 34.095,40 hectáreas. San Juan con 2.087,20. Salta con 1.130,31, Neuquén y Río Negro, con 994,31 y La Rioja con 710,50.

De esta manera, Argentina es el principal productor de Malbec del mundo, con 39.486,43 hectáreas plantadas.

Más allá de las características de cada vino, hay varios aspectos a tener en cuenta para determinar la calidad del mismo.

La primera es el equilibrio. Se trata de un aroma, un sabor y un color en consonancia. La segunda, un color diáfano y cristalino. Debe permitir ver a través de la copa si se pone al trasluz. En el caso de los tintos, el tono deberá ser similar al color de una cereza.

Otra característica es el olor, que debe recordar al aroma que desprenden muchas frutas en un estado avanzado de madurez.

En tanto, el sabor de los buenos vinos depende de la uva que se haya utilizado. Si se nota avinagrado, la bebida está en mal estado.

Por último, el cuerpo en un vino es la capacidad que tiene para llenar la boca del que lo prueba con las mejores sensaciones olfativas y aportar un gusto final que perdure en el paladar.