Por Alejandro Maidana

Durante la noche del pasado jueves 25 de abril, se produjo un incendio dentro de un galpón ubicado en predios de la Central Nuclear de Embalse, provincia de Córdoba. Las llamas afectaron el galpón E6 del sector GSPC de la central atómica donde están ubicados talleres anexos, según indicaron desde la empresa Nucleoeléctrica Argentina.

El fuego fue controlado por dotaciones locales de bomberos tras el llamado de alerta pasadas las 20.30 de este jueves. Participaron además efectivos de Gendarmería Nacional, Bomberos Voluntarios y personal del Departamento Unidades de Alto Riesgo de la Policía (DUAR).

Si bien las dos centrales nucleares de potencia que tiene Argentina, Atucha I y Embalse (en la localidad de Embalse Río Tercero, provincia de Córdoba) pueden sufrir un accidente o acto terrorista, en nuestro país sólo se hacen simulacros de accidente menor en un radio de apenas 10 kilómetros. Si ocurriera un accidente nivel 7 –como el de Chernobyl o Fukushima– el impacto podría extenderse en un radio de hasta 500 kilómetros e incluso más.

Las centrales nucleares de potencia tienen dos fuentes de riesgo extremo, en primer lugar, los materiales altamente radiactivos contenidos en el corazón de los reactores, y en segundo lugar los depósitos –también altamente radiactivos– de combustible nuclear agotado. En Embalse y Atucha I, ambos están muy próximos, pero los depósitos están menos protegidos que los reactores.

Desde FUNAM (Fundación para la Defensa del Ambiente) en la voz de su presidente, el biólogo Raúl Montenegro, volvió a alertar sobre la peligrosidad a la que está expuesta la República Argentina en torno a lo mencionado. Ante el incendio registrado en el predio de la central nuclear de Embalse, el Dr. Raúl Montenegro enfatizó: «Si NASA (Nucleoeléctrica Argentina S.A) la operadora de la central nuclear, con todos los recursos, protocolos y experiencia que dice poseer, no logra evitar un incendio en una simple instalación, el hecho es gravísimo. Podría haber ocurrido cerca de los silos, o en el edificio del reactor. Un doble aplazo para NASA y sus autoridades”.

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Primero, el incendio no debió ocurrir, segundo, los pobladores de la provincia de Córdoba se enteraron de lo sucedido a través de medios como FM Delta y Bambacoop, no por una noticia oficial, nacional, que diera todos los detalles, incluida distancia de lo ocurrido respecto de los silos y el reactor. “Es tal la lentitud de reacción e irresponsabilidad de las autoridades nucleares, que solo describieron lo ocurrido cuando la comunidad ya había escuchado las noticias, o había visto el incendio desde la distancia. Cabe destacar que esto ocurrió el mismo día en que se registró un sismo de magnitud 4,6 en la escala de Richter, 16 km al sudoeste de Jesús María y que fue percibido en la mayor parte de la provincia».

Desde FUNAM no dudan en denunciar el vacío inconcebible en el nivel de prevención. Aunque resulte sorprendente, el total de la población de la provincia de Córdoba sigue sin estar preparada para el peor accidente o evento nuclear posible, nivel 7 en la escala del INES. “Las autoridades nucleares siguen haciendo simulacros de accidente menor en un radio de solo 10 kilómetros alrededor de la central. Un área tan limitada contrasta con lo que ocurre en el peor accidente posible. En tales casos -como ya ocurrió en Chernobyl- una nube altamente radiactiva podría contaminar zonas ubicadas en un radio de 500 a 700 kilómetros alrededor del reactor siniestrado. Está claro que NASA, ARN y CNEA no quieren que la población asuma el peligro que representa el reactor nuclear, y los silos donde se almacena el combustible nuclear agotado, altamente radiactivo», relató el biólogo u docente universitario.

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El gobernador de Córdoba Martín Llaryora y la Ministra de Ambiente y Economía Circular, Victoria Flores, parecen continuar el mismo actuar desintersado de Juan Schiaretti. “Miran para otro lado sin exigir a Nucleoeléctrica Argentina SA y a la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), que distribuyan en toda la provincia, comunidad, instituciones, medios de comunicación social, un Plan Ciudadano para actuar ante el peor accidente o evento nuclear, que tenga todas las consignas. Es vergonzoso que desde el año 2011 FUNAM haya hecho lo que NASA no hace, y el gobierno de Córdoba no obliga a que se haga: distribuir un plan para que cada persona, esté donde esté, sepa cómo actuar. Ningún funcionario de NASA, ni gobernador, ni ministra de Ambiente, pueden garantizar que ese peor accidente, o uno menor, nunca ocurran. Cualquier reactor nuclear de potencia, o su depósito de combustible nuclear agotado, pueden sufrirlo», aclaró.

La irresponsabilidad gubernamental, tanto de la Nación como del gobierno de Córdoba, es incomprensible cuando recordamos que Argentina es el primer país de América Latina que ya tuvo un accidente nuclear nivel 4 en el reactor nuclear de investigación RA-2 en Constituyentes, provincia de Buenos Aires en el año 1983. “Tenemos además el dudoso privilegio de ser el primer país de la región en haber tenido un muerto y 17 personas contaminadas radiactivamente en ese mismo accidente. Afortunadamente, no hubo entonces emisión de material radiactivo fuera del recinto donde ocurrió. Desde FUNAM y el Campus Córdoba del Right Livelihood College, convocamos al gobernador Martín Llaryora y a su Ministra de Ambiente, Victoria Flores, para que actúen con independencia y responsabilidad ante los enormes riesgos ambientales y sanitarios que representa un reactor nuclear que tiene, además, otros 30 años de vida extendida. Esto implica que muchas de sus partes, que no fueron cambiadas, ya superan las cuatro décadas», explicó Montenegro.

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Desde la Fundación para la Defensa del Ambiente Gobernador, le solicitan enfáticamente al gobernador y la ministra en Córdoba, un control más exhaustivo sobre NASA (Nucleoeléctrica Argentina S.A). Como así también, que se le exija la presentación de un esquema de hospitales y personal de salud que actuaría en caso de que ocurriera el peor accidente o evento nuclear. “Un posible evento es que un avión comercial de gran porte, por ejemplo, un Boeing 767, chocara contra los silos donde se almacena material altamente radiactivo. Ello provocaría una catástrofe de impredecibles consecuencias. Recordemos que a nivel de radiación ionizante -la que emiten los materiales radiactivos- no existe ningún valor inocuo, y que los residuos radiactivos de alta actividad que descarta un reactor siguen siendo de riesgo por más de 240.000 años. Sugerimos además a las autoridades provinciales que encarguen una auditoría independiente para medir la contaminación radioactiva producida en el lugar tras décadas de funcionamiento del reactor. Embalse sigue descargando por ejemplo tritio-3 radiactivo en grandes cantidades al aire y al agua del lago, además de pequeñas dosis de otros materiales radiactivos, como cesio-137, iodo-131 y estroncio-90. También deberían encargar un estudio independiente para saber si el reactor y los silos pueden resistir sismos que, eventualmente, superen los de diseño, de comienzos de la década de 1960. En especial si tenemos en cuenta los estudios recientes sobre paleosismología realizados por la Universidad Nacional de Río Cuarto, y que puedan ocurrir sismos por encima de ese valor de diseño», concluyó Raúl Montenegro.