Por Carlos Esteban*

La descristianización es evidente en toda España desde hace décadas, un proceso que en Cataluña, en tiempos conocida como la región más piadosa del país, alcanza cotas espectaculares. No es ajena a este dato la sustitución de muchos católicos catalanes del catolicismo por una nueva y ardiente fe, el nacionalismo, que ha infectado igualmente a buena parte del clero catalán.

Es inocultable que muchas de sus iglesias están vacías, así que Omella proyecta cerrar y vender paulatinamente 160 de las actuales 208 parroquias en activo.

Inicialmente, la idea consiste en mantener abiertas las parroquias marcadas para el cierre hasta la jubilación del párroco (algo que, con el envejecimiento del clero, es fecha temprana en muchos casos), aunque el arzobispado está atento a no dejar pasar las oportunidades que abra el mercado inmobiliario.

Es el caso de la céntrica Parroquia de San Isidoro, cuyo derecho de superficie se ha cedido por un periodo de 75 años al Hospital Clínico. La iglesia en cuestión ocupa una parcela de 1.372 metros cuadrados que consta de planta baja y dos pisos con una superficie construida de 3.049 metros cuadrados. El Hospital podrá construir cuatro alturas más. Los términos del negocio no se han hecho públicos.

Las 48 parroquias que sobrevivan pasarán a denominarse «comunidades pastorales» e integrarán todas las actividades y funciones de las que se cierren. Los datos alusivos al catolicismo en Cataluña muestran una realidad insostenible para la Iglesia.

La región tiene el menor porcentaje de personas que se declaran católicas en toda España, con tan sólo un 56,60%, y sólo uno de cada cinco acude a misa los domingos. También es la región en la que menos contribuyentes marcan la X de la Iglesia en la Declaración de la Renta. Igual sucede en cuanto a número de bautizos, comuniones y bodas, así como en vocaciones sacerdotales.

 

*Fuente: Info Vaticana.