MIéRCOLES, 27 DE NOV

Las oligarquías de Bolivia y Argentina gozan subordinándose al imperio

El especialista en temas económicos y políticos, Carlos Andrés Ortiz, sostuvo que hay que estar muy atentos a los movimientos que se pre anuncian tibiamente en nuestro país y advirtió que el plan de los poderes mundiales nos incluye.

Por Aldo Battisacco – Enviado especial a Buenos Aires – El analista de temas económicos y políticos, Carlos Andrés Ortiz, sostiene que Estados Unidos, retomó la política de ver a Iberoamerica como el patio trasero y esta vez, asociado con las potencias atlantistas de la Unión Europea y el mega poder financiero especulativo globalizador mundial, da sobradas muestras de estar aplicando sistemáticamente y sin eufemismos ni medias tintas un plan que puede alcanzar a Argentina. Todo esto, en un marco propicio porque «las oligarquías de Bolivia y Argentina gozan subordinándose al imperio».

Para Ortiz, los poderes mundiales comenzaron los ataques a los gobiernos de «orientación nacional y popular», y en particular a los que «sostienen o sostuvieron la coherente visión geopolítica de la Patria Grande», esta iniciativa «se sigue perpetrando sistematicamente».

En diálogo con Conclusión, el analista, describió que el golpe de estado de 2009, contra Manuel Zelaya en Honduras, mostró la vigencia del viejo modelo de utilización de las fuerzas armadas del país, como tropas de ocupación y de agresión contra su propio pueblo y su gobierno; metodología recurrente en el siglo XX, junto con las invasiones, como las que padecieron las pequeñas naciones de Centroamérica y el Caribe.

En tanto aparece para este este proceso de dominación, un fenómeno disruptivo en Venezuela, ya que posee un millón de hombres en las milicias populares, con fuerzas armadas con buen equipamiento y concientización nacional que está demostrando la fortaleza de la idea Bolivariana. Además cuenta con el explicito respaldo de Rusia como fuerte reaseguro».

«Muchos analistas suponen que las guerras híbridas (como la que sigue en perpetración contra Venezuela), o las otras agresiones del tipo “lawfare” (guerras judiciales con respaldos mediáticos, de operadores encubiertos y/o “mano de obra desocupada” de algunos “servicios” y los avales de las oligarquías siempre apátridas), o eventualmente los aprietes financieros y políticos, o los golpes de tipo palaciego previa violencia o acciones de zapa (como contra Lugo) serían los formatos vigentes, excluyendo las tradicionales asonadas militares salpimentadas con parafernalia pseudo nacionalista».

Sin embargo, no descarta que en Argentina este hecho este superado, puesto que si bien alegar la existencia de comunismo es producto del anacronismo «hay  muchos retirados que en Argentina siguen “alertas contra los que quieren imponer un trapo rojo como bandera, en un total grado de alienación y/o vetustismo conceptual que los envuelve».

Para el especialista, esta claro que los sucesos de Bolivia, «demuestran la renovada vigencia de los alzamientos armados de uniformados (en ese caso policía y ejército), para perpetrar golpes de Estado fogoneados por oligarquías locales, con respaldo de evangélicos y sectores ultra conservadores del catolicismo; ahora con el inmediato y explícito apoyo del presidente de EEUU».

Carlos Ortiz, advierte a los iberoamericanos que los poderes transnacionales siguen con su objetivo de «desguazar totalmente a Argentina, con el fin de disponer del territorio y sus riquezas, e impedir la necesaria constitución del bloque de poder de la Patria Grande. Y más allá de como termine el golpe de Estado en Bolivia, lo que se puede avizorar es que un formato similar, o con varias similitudes, puede estar incubándose en Argentina».

Ortiz anticipó a este medio que emergen una suma de indicios que dan lugar a que se sospeche que se está trabajando en este sentido en Argentina y precisó que más allá de la base de sustentación de las oligarquías de Bolivia y Argentina, que son de vieja data -ambas son fuertemente excluyentes de los sectores populares, además de clasistas acentuadas, racistas, y gustosamente subordinadas a los poderes imperiales de turno- porque la soberanía y el desarrollo nacional no les importa, solo cuidan sus abusivos privilegios».

En otro orden, el politólogo expresó que los medios de difusión «dominantes en ambos países, son funcionales o directamente manejados por los poderes oligárquicos e imperiales, salvo contadas excepciones en Argentina, y si las hay en Bolivia».

Otro de los aspectos que se debe analizar es que los sectores empresariales, «no asumen sus roles de burguesías progresistas y favorables a un sano proteccionismo nacional», sino que «aceptan e impulsan dogmatismos de ideología neoliberal –claramente en perjuicio propio y del país- además de ser proclives al “libre comercio” y otras falacias neoliberales».

Este posicionamiento deja expuesta sus «limitaciones de enfoques, operando contra sus propios intereses y los de la nación toda. Son marcadamente favorables a gobiernos de esa conformación ideológica, y reciben alborozados a los golpes de Estado que voltean a gobiernos populares y nacionales, con los cuales esos mismos empresarios se ven beneficiados; pero el cerrado dogmatismo y el odio de clase, suelen enceguecerlos», se lamentó el misionero. 

Enla misma línea señaló que esta realidad «arrastra también» a las fuerzas fuerzas armadas y de seguridad, que «cargan sobre sí largas décadas de cerrada colonización cultural, con la doctrina de la seguridad nacional –una aberración y anacronismo total- como basamento de sus cerrados dogmatismos cargados de prejuicios antinacionales y antipopulares; convenientemente “adornados” con mucho himno y bandera, para salvar formalidades y evitar que se razonen las consecuencias reales de sus acciones, con evidente subordinación a los mandatos imperiales de turno».

Carlos Ortiz sostiene que la mentalidad “procesera” sigue incólume como supuesto conjunto de “verdades absolutas” y por ende incuestionables» razón por la cual»estos cuadros» no asumen todo el daño hecho al haber impuesto el neoliberalismo a punta de bayonetas. Entre los retirados, es mayoritariamente excluyente la dogmática antiperonista, inculcada machaconamente en los institutos de formación militar, y como aberración conceptual (que se niegan a razonar) se consideran “patriotas y liberales”, lo cual es un oxímoron tan burdo como decirse “honestamente mafioso”.

El especialista también apuntó que estos disvalores, siguen inculcándose a uniformados en actividad, con lo cual pasan a ser “material disponible” para cuanto golpe de Estado pseudo patriótico se quiera perpetrar.

Vinculado con lo anterior, Ortiz manifestó que existen «fuertes evidencias», que los factores de poder que operan entre los uniformados, «mantienen un aceitado sistema de comunicaciones informales, con mensajitos convenientemente edulcorados y precondicionados ideológicamente, para mantener y acentuar los dogmatismos ya inculcados, y eventualmente predisponer a efectuar actos
supuestamente “patrióticos” (léase represiones al pueblo como las perpetradas contra manifestantes pacíficos, o directamente consumar nuevos golpes de Estado), subordinados a los dictados anglosajones».

«Con esa ideología de la dependencia, operan ciertos “referentes”, que siguen dando letra a la tropa, que por desconocimiento de Geopolítica, Historia y Economía, carece de referencias válidas para analizar los aberrantes principios que les transmiten casi sin solución de continuidad desde 1955 y sobre todo desde 1976, predisponiendo potencialmente a nuevos quiebres institucionales, antinacionales y oligárquicos», explicó Carlos Ortíz.

Finalmente, el analista, disparó que «los mercenarios de las comunicaciones, ya están instalando ideas que esmerilen la credibilidad del nuevo gobierno pronto a asumir, y es muy posible el accionar muy activo de los servicios cooptados por intereses antinacionales, a los mismos efectos. A lo que se suma el accionar de ciertas “progresías”, que son funcionales a los mismos intereses antinacionales, que siempre terminan sumándose al caos y las acciones disolventes». Y añadió que los riesgos aparentemente difusos, son muy concretos, y la alocada idea de separar el “país central”, rico, blanco racista, oligárquico y excluyente, cobró estado público, y no debe tomarse como una simple bravuconada».

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