Cada salto cambiario que no es acompañado con mejoras en los ingresos de los hogares tiene como resultado ineludible una transferencia de ingresos desde la masa salarial hacia la ganancia de los empresarios. Esto se explica por la velocidad que tiene uno y otro segmento de la generación de ingreso para reaccionar a los cambios del principal precio que tiene la economía argentina, el dólar.

En el caso de trabajadores y jubilados, el resultado es una licuación de ingresos. La devaluación de Javier Milei provocó una reducción abrupta del salario real y un aumento desproporcionado de precios que mejoró el ingreso de empresas.

La megadevaluación del 108% del gobierno de Milei produjo un brusco salto de precios y una caída sin precedentes del salario de los trabajadores, que rondó el 20% en términos reales. Esto implicó una nueva transferencia de recursos de quienes trabajan y producen hacia los dueños de las grandes compañías de productos de consumo masivo y servicios esenciales.

Durante el último trimestre, el trabajo perdió un 5% de participación de la masa salarial en términos reales. Los balances presentados por las empresas alimenticias coinciden con el diagnóstico macro, con incrementos de hasta más de 100% en sus resultados operativos.

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Entre el cuarto trimestre de 2019 y el de 2024 los trabajadores perdieron un 2% de la participación en el PBI, y el capital ganó un 1%. Si se amplía el período de comparación, desde el primer trimestre de 2016 el excedente del capital, es decir, la ganancia de los empresarios, creció un 31% en términos reales y el ingreso total de los trabajadores cayó un 13%.

Dentro del sector privado, la tendencia se ve claramente como el capital ganó terreno a costa de los trabajadores. Mientras que al inicio de la gestión del macrismo los trabajadores captaron más renta que el capital, hacia el final de su gobierno, el capital ya se llevaba mayor parte de la renta.

El punto de inflexión fue la devaluación que acompañó el inicio de la crisis económica que se desató en 2018, iniciando un espiral inflacionario. Por su parte, los trabajadores fueron los que más perdieron representatividad. En el total de la torta de su sector fueron: industria, agroindustria y comercio.

De acuerdo con la Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra del INDEC al cuarto trimestre de 2023, en agricultura y ganadería, la remuneración al trabajo asalariado representó el 16,6%, mientras que el excedente de explotación representó el 71%. Desde 2016 los trabajadores de la agroindustria perdieron un 5% de su participación en el ingreso del sector. En la agroindustria se puede ver la desigualdad estructural entre capital y trabajo. Los trabajadores se mantienen estables en términos reales desde 2016 pero la variación de la renta es captada casi en su totalidad por los dueños de la producción.

En explotación de minas y canteras, uno de los pocos sectores que logró una recuperación de la actividad en pleno gobierno de Milei, pero no genera puestos de trabajo, se reparte entre un 24,4% en masa salarial y 77,4% en ganancia empresaria. En el sector industrial, la caída del salario entre 2016 y 2019 fue muy relevante, en sentido contrario al crecimiento del ingreso del capital industrial, invirtiendo la distribución heredada de 2015. La participación de los trabajadores en la torta de ingresos del sector industrial en el período retrocedió el 9%. Entre 2019 y 2023, la masa salarial tuvo una leve recuperación pero aún mayor fue el crecimiento de los ingresos del capital, acentuando la desigualdad de ingresos entre capital y trabajo.

De acuerdo con el INDEC, la industria manufacturera se repartió al cierre del año pasado en 30% y 50,4%, respectivamente, entre remuneración al trabajo y excedente de explotación, mientras que en comercio se reparte en 25,3 y 44,4%.

El actual Gobierno tiene una obsesión con no validar aumentos salariales por encima de la inflación y las estimaciones futuras, con el supuesto objetivo de usarlo como ancla para frenar la inflación.

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De acuerdo con las estadísticas oficiales, desde 2016 los excedentes del capital estuvieron seis de los ocho años por encima de la inflación, los de los trabajadores ninguno. A su vez, el dólar oficial estuvo por encima de la inflación durante tres años, y la base monetaria un sólo año, el de la pandemia. Por lo tanto, al menos en Argentina, la inflación no es empujada por salarios o emisión monetaria, sino principalmente por el incremento de la ganancia empresarial y el tipo de cambio.

Esto no implica que la concentración sea la única explicación de la inflación, dado que otros países cuentan con niveles similares en cuanto al reparto de los negocios, sin que se genere la misma tensión en precios que en la Argentina. En la Argentina, pese a la caída en la demanda, las principales empresas alimenticias mantuvieron ganancias positivas.

De acuerdo con los balances enviados a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, todos ajustados por inflación, el Grupo Molinos incrementó sus ganancias en un 81%, de $25.528 millones en 2022 a $46.224 millones el año pasado; Arcor informó una ganancia integral total del ejercicio el año pasado de $133.205 millones, un 56% del 2022 ($85.395 millones); Mastellone Hermanos elevó en 8287% su margen integral, al pasar de $313 millones a $26.254 millones y Ledesma, en su balance de nueve meses finalizado en febrero de este año inclusive, aumentó en un 186% su ganancia integral, de $23.871 millones a $68.320 millones.