El proyecto que busca crear una Empresa Nacional de Alimentos (ENA) tiene forma y contenido. Solo resta que haya voluntad política para debatir a fondo su implementación y así poder avanzar en las diferentes acciones que plantea la iniciativa. La propuesta tiene como fin ensayar una solución concreta al problema de la inflación y garantizar un acceso democrático y federal a los comestibles.

La idea tiene al menos dos orígenes: la escalada inflacionaria, con el rol que juegan los sectores monopólicos en la misma, y la concepción de que el Estado debe intervenir de manera virtuosa ante un tema de carácter prioritario, como es el precio de los alimentos.

El proyecto lleva la firma del titular de la Dirección Nacional de Políticas Integradoras Rafael Klejzer, un funcionario que pugna desde adentro del Gobierno para conseguir que Argentina cuente con una empresa estatal de alimentos.

Para el trabajador del Ministerio de Desarrollo Social es fundamental impulsar el rol activo del Estado en la planificación, regulación, control, producción, análisis de costos y comercialización de los alimentos de manera no monopólica para no dejar el mercado en manos de las grandes corporaciones.

En segundo lugar, considera necesario cambiar la vieja lógica neoliberal y no pensar al Estado como cliente de las grandes corporaciones sino como asociado directo de los productores con capacidad de planificar a largo plazo y realizar un estudio profundo de los costos. «Sólo produciendo alimentos vamos a conocer el costo de los alimentos», argumentó en el documento oficial que describe los detalles de la propuesta.

De esta manera, la creación de la ENA plantea una respuesta institucional para que el Estado recupere su rol en la planificación de la producción de alimentos en Argentina. «El objetivo es también generar un debate y ensayar una solución concreta que nos permita atacar el problema de la inflación. Sabemos que el aumento de precios está por encima de la media inflacionaria, eso quiere decir que hay un ensañamiento con la mesa de los argentinos que tiene como consecuencia una enorme transferencia de recursos de los sectores populares a los concentrados», afirma el director de Políticas Integradoras en el documento citado, al que tuvo acceso Conclusión.

OBJETIVOS DEFINIDOS

La ENA tendría distintos tipos de objetivos, todos ellos orientados a delinear una política pública en dirección a asegurar la soberanía alimentaria y el acceso a los alimentos a precio justo y razonable en relación a los ingresos y la rentabilidad.

En ese marco, el proyecto define dos tipos de objetivos. Primero, los generales, que tienen que ver con:

  • Reorientar la matriz productiva agroalimentaria hacía la integración y federalización del país, promoviendo un proceso industrializador y generador de valor en las economías regionales.
  • Generar mejores condiciones económicas y de vida a los productores y trabajadores de la producción primaria y la economía popular.
  • Fortalecer e impulsar el desarrollo de la producción popular y de pequeños productores.
  • Promover la estabilidad de precios para productores y consumidores de alimentos.
  • Garantizar el abastecimiento de alimentos sanos y nutricionalmente diversos a mercados institucionales, comedores comunitarios y sectores populares en general.
  • Limitar el poder de mercado (abusos de posiciones dominantes) de empresas concentradoras en las cadenas agroalimentarias.

En segundo lugar, la ENA tendrá como objetivos específicos para viabilizar los alcances generales los siguientes lineamientos:

  • Generar espacios económicos regionales integrados en base a producciones locales y asociación/integración de productores.
  • Establecer un precio de referencia para productos agroalimentarios.
  • Garantizar precios justos y accesibles de los alimentos.
  • Fomentar y fortalecer espacios de comercialización populares y federales como nodos, mercados, almacenes, ferias o consumo asociado de modo de desarrollar y articular una red nacional.
  • Generar, promover y difundir tecnologías enfocadas en la producción primaria agroecológica de pequeña y mediana escala según características territoriales.
  • Delinear protocolos de producción (protocolos de referencia) que promuevan determinadas condiciones para la realización de los procesos productivos (laborales, ambientales, etc.) en los diferentes eslabones de las cadenas agroalimentarias.
  • Integrar, fomentar y articular proyectos de producción popular y agroecológica.
  • Promover precios estables a lo largo del año tanto para los productores como para los consumidores de alimentos.
  • Garantizar la compra y distribución de alimentos sanos y diversos para escuelas, hospitales y otras dependencias del estado en sus múltiples dimensiones.
  • Desarrollar e impulsar un sistema de trazabilidad y control de alimentos en función de intereses populares.
  • Permitir y promover el acceso de los comedores comunitarios y populares a alimentos sanos y diversos.
  • Controlar precios monopólicos y ganancias extraordinarias en mercados y eslabones concentrados.
  • Reducir el rol de los intermediarios en las cadenas agroalimentarias y en los precios de los alimentos.
  • Recabar información de estructuras productivas de complejos agroalimentarios.
  • Promover la descentralización territorial y económica de los complejos agroalimentarios.

El establecimiento de estos plazos tiene que ver con los periodos de armado, estructuración y puesta en funcionamiento y en valor de cada una de las empresas, así como también de la voluntad política para poder avanzar.

En cada uno de estos objetivos pueden establecerse diferentes momentos en el corto, mediano y largo plazo, los que se articulan con diferentes formas de intervención de la ENA en cada una de esas etapas.

En el corto plazo la misión de la ENA será la de centralizar compras, eliminar la tercerización en la comercialización para favorecer el contacto directo entre productor y consumidor para lograr bajar los precios.

Luego, en el mediano plazo, la Empresa Nacional de Alimentos entraría en una etapa donde almacenará y acopiará productos para favorecer el procesamiento de estos con el objeto de regular la demanda.

Finalmente, en el largo plazo, se lograría contar con una ENA con productos diversificados, de fabricación propia o elaborados, lo que favorecerá la baja en precios de los alimentos a raíz de que podrán regularse y fijarse de manera directa.

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De esta forma, la ENA podría intervenir como compradora, acopiadora, procesadora y vendedora de alimentos. Con estas posibilidades, permitiría llevar adelante una planificación estacional que evite la escasez y la sobreoferta en los diferentes mercados, con el efecto que estas situaciones tienen sobre los precios.

Además tendría dentro de sus funciones el abastecimiento de alimentos destinados a diferentes programas y proyectos de las instituciones estatales, como escuelas, hospitales, centros de detención y demás.

¿POR DÓNDE COMIENZA?

Si bien la propuesta busca la creación y administración de empresas estatales de alimentos con el fin de lograr el control sobre precios de algunos productos estratégicos de la canasta familiar, también está considerado que este proceso -como tal- necesita tiempo para desplegarse. Por eso el horizonte trazado es de 5 años.

La idea, detalla Klejzer, es iniciar solo con un producto o una línea de producción para luego expandirse. Para la elección de esto se determinó tras estudios realizados sobre la canasta básica alimentaria que el Indec utiliza para medir la pobreza e indigencia. Dentro de ese universo de alimentos que mide el Índice de Precios al Consumidor, el que arroja mayores facilidades para comenzar a fabricar -con una inversión relativamente baja y una incidencia preponderante- son los fideos secos.

En maquinaria para producir un millón de kilos de fideos al mes se estima una inversión inicial de entre 7 y 8 millones de dólares. El producto es de consumo popular y tiene baja estacionalidad. El acceso a las materias primas es sencillo y no hay escasez. «Además las pymes que hacen el producto son pocas y se puede hacer un acuerdo de complementación para que algunos tipos de pasta las realicen ellas y otro tipo sea realizado desde la empresa estatal de alimentos», especificó el director nacional de Políticas Integradoras.

«La experiencia en los mercados locales -agrega- da cuenta de que las principales dificultades que enfrenta un proyecto de este tipo se superan rápidamente con trabajo y voluntad política. Con una gestión comprometida y honesta pueden lograrse resultados positivos en el corto plazo, demostrando que muchos de los resultados que se observan en el mercado no se explican por las leyes de oferta y demanda».

EL PROYECTO COMPLETO

ENA – Hacia La Soberanía Alimentaria by Conclusión Diario Digital on Scribd