El presidente Javier Milei encabezó durante la noche del lunes una cadena nacional para celebrar públicamente el superávit financiero de 0,2% en el primer trimestre del año y asegurar que ya se recorrió “más de la mitad del camino” para llegar al alivio económico que la población aguarda. Aun así, el discursó cayó en varias contradicciones y faltas a la verdad respecto a la forma en la que se consiguió ese resultado en las cuentas públicas.

Una de simple detección apareció cuando el mandatario habló de la emisión monetaria y afirmó que «es la única y probada causa de la inflación», un planteo que cae al tener en cuenta que el propio Gobierno fue el que reunió a representantes de diferentes sectores económicos y les marcó que habían abusado de los aumentos de precios.

Tal vez la muestra más explícita haya estado asociada a las prepagas -desreguladas por el DNU 70/23 que el Ejecutivo lanzó a poco de asumir al frente de la Casa Rosada-, con las que incluso llegó a establecer un acuerdo para que retrotraigan valores. Una medida que hubiesen tildado de intervencionista en caso de estar fuera de la gestión.

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En otro de los fragmentos del discurso, que duró poco más de 15 minutos y fue emitido en la noche del lunes, Milei sostuvo que «no había tiempo para un nuevo experimento gradualista», por lo que avanzó «en el programa de estabilización de shock más ambicioso de la historia».

Esta última afirmación también carece de respaldo incluso entre los economistas más afines a la idea de que deben ordenarse las cuentas públicas a través de ajustes en diferentes áreas del Estado. Es más, varios han puesto el foco precisamente en la falta de un plan de estabilización.

Uno de ellos fue Miguel Ángel Broda -dueño del estudio que lleva su nombre, donde Milei trabajó años atrás-, quien marcó a inicios de abril que «el ajuste fiscal fue excesivo, burdo y no tiene sostenibilidad a largo tiempo, en parte porque la recaudación cayó producto de la fuerte recesión que hay».

En esa sintonía, advirtió que «el Gobierno tiene un problema de sostenibilidad de los senderos futuros y no cuenta con un plan de estabilidad», así que «estamos en una transición» que derivaría en «una tasa de inflación como la que había a comienzos de 2023, que era del 5 o 6% mensual, algo que no será un éxito».

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Más adelante, el presidente manifestó que los números actuales indican que «el plan está funcionando», pero -como recién se dijo- no está claro en ningún punto cuál es el plan de recuperación económica ni de estabilización que permita evaluar si lo planificado circula sobre rieles o está hace tiempo volcado a un lado de las vías. Hasta el momento, hay ajuste, recortes, motosierra y licuadora, pero el relato del rebote en V o «el crecimiento por descapitalización» -augurado al participar del Foro Llao Llao- quedan en palabras. Lo tangible es una cotidianeidad que se padece.

Al proseguir su discurso, Milei sinceró que a una parte del ajuste lo están pagando los jubilados, aunque le asignó solo un 0,4% de los 5 puntos de déficit del Tesoro que ajustaron. De esta forma, el mandatario admitió que mintió durante la campaña, cuando aseguró que el plan motosierra no llegaría a los sectores de menores ingresos.

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De igual manera, faltó a la verdad cuando indicó -en el marco de la cadena nacional- que esta pérdida del poder adquisitivo de los adultos mayores es consecuencia «de la nefasta fórmula de movilidad de Alberto Fernández». Esto no es cierto por una cuestión obvia: siempre que quiera implementar aumentos por decreto, puede hacerlo. Si no lo hace, es porque no tuvo ni tiene intención de recomponer la capacidad de compra de las jubilaciones con carácter urgente.