Por Lautaro Zeballos

El licenciado en Economía, investigador y especialista en finanzas públicas, Cristian Módolo, analizó los anuncios realizados por el ministro Luis Caputo en el marco del -tal lo definió el funcionario- «paquete de medidas de emergencia para alcanzar el déficit cero» y señaló que, en vez de calmar las aguas, aportó combustible y «recalentó mucho más la situación». En ese marco, anticipó que en enero habrá una inflación superior al 40%, configurando el índice mensual de mayor grosor de los últimos 10 años.

En una entrevista exclusiva con Conclusión, Módolo también descartó que la devaluación que se anunció vaya a ser la última y explicó que en la teoría es cierta la hipótesis planteada por la canciller Diana Mondino de que la suba de precios frenará una vez que cese la demanda por el elevado valor de los productos, pero que existen maneras «más humanizantes» de enfrentar este escenario.

– ¿Cómo analiza los anuncios realizados por el ministro de Economía Luis Caputo?

– Desde el primer minuto que asumió el presidente Javier Milei, las expectativas estaban puestas en que hablara el ministro. El tema es que se fue postergando y, cuando sucede eso, van apareciendo muchas cosas antes de que se anuncien. Trascendieron muchísimas cosas. En segundo lugar, la expectativa era que el anuncio fuera un poco más contundente; que sea una pieza de oratoria con contundencia por la profundidad de lo que se estaba enunciando. Pero el discurso no fue preparado para proporcionar una certeza, sino que terminó siendo bastante incompleto y por momentos impreciso. Eso llevó a que después tengan que ponerse a explicar cosas. Adoleció de muchos vacíos. Por otra parte, el corazón del comunicado fue una maxidevaluación. En términos técnicos, correr el tipo de cambio un 100% sin haber hecho ninguna otra apreciación es un golpazo.

– ¿Cuáles van a ser las primeras consecuencias?

– Las consecuencias de ejecutar esto ya se están viendo y se van a ver en los precios en los próximos días. Hablamos de una medida que está incluida en un paquete de emergencia, que ni siquiera conforma un programa económico. Esto, más que calmar las aguas, puso combustible y recalento mucho más la situación. Así se verá.

 – ¿Qué incógnitas entiende que quedaron por develar?

– Un programa económico. Si fuera un gobierno que tiene tres años, acepto que no tiene mucho margen para desplegar una estrategia porque está terminando su mandato, pero este es un gobierno que empieza su mandato y tiene que exponer su capacidad de credibilidad. Lo que está en juego, en todo caso, es la credibilidad. La palabra no termina de convencer porque (Caputo) no explicó que todo esto tenía un correlato de subas generalizadas de todo lo es aranceles a las exportaciones. Además, cuando uno toma decisiones tiene que tener respaldo legal. No explicó cómo iba a sostener un incremento de las retenciones si no tiene una autorización para hacerlo. La autorización legal la tiene hasta el 31 de diciembre. ¿Qué pasa el 1º de enero? Tampoco avisó que va a mandar un proyecto de ley o algo que lo respalde legalmente.

– Hubo otros puntos ausentes…

– Hay ausencias notorias: cuando uno hace este tipo de anuncios, por lo menos tiene que dejar esbozar qué va a pasar con los trabajadores, los jubilados y los pensionados; cuáles van a ser las novedades que vendrán para ellos. Tal vez no las puede mencionar en concreto, pero las tiene que anticipar. En el discurso quedó que los beneficiados van a ser los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y los otros no cuentan. Para algunos sectores parece que hay privilegios de prioridades y para otros no. Esto no debería haber sido así. Ni hablar de lo que -de nuevo- sería un programa de Gobierno, económico, donde se tiene que abordar no solo el gasto y los impuestos, sino también la política de ingresos. Quiero conocer cuáles van a ser las reglas para actualizar los salarios. A la AUH y otras ayudas sociales las cobra gente que no paga los servicios públicos. Es como que el efecto termina siendo contraproducente. Digo esto a los fines de explicar qué cosas estuvieron ausentes, al margen de muchas otras que son tecnicismos.

– Entonces ahora prima el desconcierto.

– El que va a invertir o desarrollar un emprendimiento quiere saber si tiene que pagar impuesto o no; o si va a estar sujeto a retenciones o no. El anuncio generó un desconcierto total, esto no es bueno en boca de un ministro que está poniendo en juego su credibilidad. Lo único que tiene hoy el Gobierno es su palabra y su capital político, que cuando lo pone a juego es lo único que puede poner de respaldo. No hay ningún antencedente de gestión que lo pueda castigar o condenar. Tiene que hacer las cosas y cometer la menor cantidad de errores posible.

– ¿Cuál va a ser el impacto específico de estas medidas en Santa Fe?

– Cuando hay una devaluación de estas características, que es algo muy fuerte, hay un primer impacto que se va a dar en el precio de los productos de la canasta básica, que mide la pobreza y la indigencia. Atraviesa a toda la comunidad. Uno de los primeros impactos que tendrá todo esto en los próximos días va a ser sobre el precio de los alimentos básicos. Todo lo básico: lo derivado de la harina; de los cereales; de la harina de maíz; los productos de panificación; y los productos cárnicos, todos van a sufrir aumentos muy notorios. El segundo impacto, entonces, será en el salario real. Rosario y la región tienen una paticipación del trabajo formal e informal muy grande. Tenemos mucho trabajo que no está en relación de dependencia legal, sino que está en situación precaria. Ellos van a tener una caída del salario real mucho más grande que en los otros sectores formales.

– Y eso va repercutir sobre el consumo…

– Sí, va a retrotaer el consumo como consecuencia de la suba de las tarifas, del costo de los alimentos y de la caída de la actividad económica de la región y la ciudad en particular. Por lo tanto, los comercios y servicios son los primeros sectores económicos donde la situación se hará más notoria. Esto es debido a que la gente (para cuidar el bolsillo) deja de comprarse un pantalón; de salir a comer; o de ir a tomar una cerveza. Esos son los consumos más rápidos de cancelar. Rosario es una ciudad que tiene en su cotidianeidad muchos servicios. Por lo tanto, son sectores que sufren sensiblemente el impacto de las medidas.

– ¿Hay actores beneficiados localmente?

– Los relacionados a la producción externa; los propietarios de campos, que van a tener un incremento de ingresos extra como consecuencia de los mejores precios internacionales. Cuando devalúan, le están dando un ingreso extraordinario a los sectores que exportan. Aquellos sectores exportadores que están en la región van a ser sectores ganadores.

– En estos días la canciller Diana Mondino dijo que la suba de precios dejaría de escalar por el cese de la demanda que surgiría del propio nivel de los precios. ¿Eso es algo que pasaría; la inflción encontraría su techo en eso, en la baja de la demanda o no tiene por qué esperarse que frene en esa instancia?

– En términos de teoría, lo que la ministra está planteando es que la recesión es un techo a la suba de precios, y eso es así. Vos cuando te morís dejás de respirar; no te movés. Te vas a quedar tan quieto que no vas a vivir más. La recesión efectivamente es un freno a la inflación. En los países desarrollados y en algunos medianamente normales ella también aprendió que existen otros mecanismos para tratar de frenar la inflación que no sea el cese de la actividad, porque no tenerla no es el mejor síntoma. Tampoco va a ser nuestro caso, porque el presidente lo dijo con mucha claridad en el acto de asunción: vamos a estar en estanflación, por lo tanto no es una novedad que el estancamiento se produzca. Vamos a estar en estancamiento y tendremos aun un castigo inflacionario, por lo tanto la inflación no se va a frenar de un día para el otro. Entonces, lo que dijo la ministra (de Relaciones Exteriores) es cierto, pero el mundo sabe que no es necesario utiizar esa herramienta para frenar la inflación. Existen mecanismos más humanizantes para lograrlo.

– ¿Qué son las transferencias discrecionales y qué impacto tendría sobre el territorio santafesino?

– Las provincias reciben dos tipos de recursos: los automáticos, que son los que les corresponde recibir por ley -provenientes de la coparticipación- y los discrecionales, que son aquellos que vienen del Ministerio del Interior vía aportes o entregas no reembolsables. A estos últimos, el Ejecutivo no tiene ningún tipo de obligatoriedad de hacerlos. Esos son los fondos que se van a minimizar. No dijeron que no iba a haber; dijeron que se van a reducir al mínimo. La cantidad de aportes discrecionales son el 1.5% de recaudación bruta anual. En perspectiva, es mucha plata. Después a eso el Gobierno nacional lo distribuye como quiere. Eso se va a minimizar. Alguien va a recibir algo y otros no.

– ¿Cuánto recibe Santa Fe?

– Santa Fe tiene de parte de la Nación más del 60% de sus ingresos. De los recursos totales de la provincia, alrededor de 65% son nacionales, pero la mayor parte de eso son legales, no discrecionales. Por lo tanto, desde esa perspectiva, no es que Santa Fe va a tener un gran golpe. Jurisdicciones como la provincia de Buenos Aires sí lo tendrán. No obstante, hay una caída de los recursos leales a la provincia. Así que Santa Fe va a tener como mínimo una caída del 10% de la coparticipación como consecuencia de todos los cambios impositivos que se dieron o que se están dando. Mientras no cambien las leyes, vamos a tener impacto. Si hay alguna compensación, esto va a ser menor.

– ¿Hay alguna proyección de cuánto va a ser la inflación en los próximos meses?

– La inflación, con este sacudón -que se sumará al que ya estaba atrasado-, va a estar rondando el 20% en diciembre. Para el mes de enero, habría más del doble. Es decir, como mínimo un 40% para el primer mes de 2024, lo cual es una muy mala señal porque es un mes en el que la inflación habitualmente se mantiene. Son meses en donde los insumos que más suben -como el turismo- no tienen mucha representatividad. Pero este enero se puede transformar en el mes de más alta inflación de todos los que hemos conocido en los últimos diez años. Tendremos un diciembre caliente y un enero superando los 40 puntos, en una época en la que no suele ser tan alta la inflación.

– ¿Esto va a desacelerarse una vez que pase esta primera etapa de Gobierno o no hay razón para darlo por hecho?

– Decir que esta es la última devaluación es como cuando una persona que bebe dice ‘esta va a ser mi última copa’. Nunca hay que creerle. Vamos a suponer que esta va a ser la penúltima devaluación. Lamentablemente, las devaluaciones así tomadas, ya se sabe cómo terminan, con subas de precios. Cada aumento es más precio; que se traduce a más pobreza y mayor indigencia. De esas tres cosas, los precios nunca bajan, la pobreza a veces lo hace y la indigencia es muy difícil que baje. Por lo tanto, una vez que sube hay que prepararse para bancar lo que viene. No creo que esta sea la última. Eso va a depender de cuánto tiempo demoren los preciso en absorber el 100% de suba.