La carne vacuna se convirtió en uno de los temas centrales del mes de enero, que ya registró aumentos que rondan el 35% y que, lógicamente, suman presión sobre los índices inflacionarios. Pero, parece que las subas no se quedan allí, ya que desde la Cámara de Abastecedores y Matarifes, (Camya) adelantaron que aún restan aplicar nuevos incrementos, ya que consideran que durante 2022 «la carne estuvo muy barata» y hubo un retraso de entre el 60 y 70%».

Tal como detalló este medio en notas anteriores, de acuerdo a relevamientos propios, en diciembre, en Rosario y la región, la media res tenía un precio de $646,43 pesos. Pero, el 27 de enero, ese precio se había disparado a $884. En tanto, en Buenos Aires, si bien los precios son un poco menores, el porcentaje en las subas fue muy similar, superando el 35%.

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En este contexto, el presidente de Camya, Leonardo Rafael, en diálogo con AM750 aseguró que «la carne estuvo muy barata durante 2022: hubo un retraso del 60, 70% en relación a la inflación». Y anticipó que «todavía queda un aumento del 15 o 20%». «El mercado de la hacienda es oferta y demanda. Hubo mas oferta de lo que necesitaba la demanda, además del tema climatológico que la sequía hizo adelantar la faena. La faena de diciembre estuvo cerca del 53 kilos per cápita de consumo. Pero era un producto que estaba barato en relación a cualquier producto de la canasta».

En ese sentido, Rafael explicó que los aumentos de las últimas semanas se estuvieron trasladando a los mostradores en los últimos 15 días. Y aseguró que aún restan aplicar nuevos aumentos que podrán ser en febrero o marzo, cuando «el caudal de gente ya esté en las calles».

El presidente de Camya apuntó que, en comparación con los precios internacionales, el kilo de carne en nuestro país tiene un atraso que ronda un 200% y remarcó que no se trata de que los precios estén muy altos sino que «los sueldos nuestros están muy deprimidos».

Se espera que, en los próximos días, el Gobierno anuncie un programa de descuentos en compras de carne con tarjeta de débito, con un tope de $1.000 por compra entre otras medidas paliativas.