El 26 de julio de 1952 fallecía, con tan solo 33 años, Eva Duarte de Perón, popularmente conocida como “Evita”, una mujer que se hizo un lugar en la política y defendió desde allí los derechos sociales y laborales. Abanderada de los humildes, dedicó hasta su último aliento a proteger a los “descamisados”, una clase social que aún siente su ausencia y su legado.

María Eva Duarte nació en Los Toldos, Provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919, fruto de la relación entre el estanciero Juan Duarte y su madre, Juana, una puestera de esa zona aledaña a la ciudad de Junín.

Cuatro años después de la muerte de Juan Duarte, Juana debió abandonar su vivienda en las tierras del estanciero para radicarse en Junín con Eva y sus otros cuatro hermanos: Blanca, Elisa, Juan y Erminda.

En 1935, Evita, quien ya mostraba sus dotes artísticas, decidió viajar a Buenos Aires, donde iniciaría una carrera al participar en películas y radioteatros.

Su vocación política y social se manifestó en los primeros años de la década de los ’40, al participar de la fundación de la Asociación Radial Argentina (ARA), una entidad gremial que supo presidir.

Con el propósito de recaudar fondos para las víctimas del terremoto de San Juan (1944), la Secretaría de Trabajo y Previsión, encabezada por el entonces cada vez más influyente coronel Juan Domingo Perón, organizó un festival artístico en el Luna Park. Es allí donde el militar, figura central del movimiento que el 4 de junio de 1943 tomó el poder, conoció a la joven actriz, con la cual inició una relación.

Perón y Eva convivían antes del 17 de octubre 1945 y poco después de esa gran movilización obrera, que permitió la liberación del ascendente coronel, se casaron por civil y poco después por Iglesia.

Luego de las elecciones de 1946 y de la asunción de Perón como presidente constitucional, Evita asumió un papel relevante dentro del nuevo gobierno, al liderar la defensa de los derechos de las mujeres.

El voto femenino: una revolución política

Uno de sus logros más destacados fue la promulgación de la ley de sufragio femenino, en 1947. El 9 de septiembre de ese año, se sancionó la Ley N.º 13.010, también conocida como “la Ley Evita” que le daba el derecho y habilitaba a todas las mujeres de la Argentina a votar. Este fue, además, el primer paso para la incorporación formal de las mujeres en el ámbito político.

“Nuestra voz ha sido escuchada. Gracias a la revolución y a nuestro líder se han reconocido al fin los derechos políticos que durante tanto tiempo nos fueron negados. Ahora podemos votar. Mujeres compatriotas, amigas mías, ¡sepamos también votar!”, Eva Perón. Mi mensaje, escritos y discursos.

A principios de 1947 hubo una segunda tanda de inauguraciones de centros cívicos propiciados directamente por Evita. Con aquella Ley, su liderazgo político se proyectó a nivel nacional y posibilitó que las mujeres cumplieran con el objetivo de la reelección de Perón, por un segundo mandato. Para ese propósito, se creó el Partido Peronista Femenino, fundado el 29 de julio de 1949 en el marco de la primera asamblea organizativa del Partido Peronista, un partido de integración social, que buscaba incluir a un grupo específico y constituir una respuesta político organizativa al desarrollo de las políticas de masas.

Además, Evita presidió la Fundación Eva Perón, mediante la cual construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños mediante campeonatos que abarcaron todo el país, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas.

En 1951, debido a las primeras elecciones presidenciales con sufragio universal, el movimiento obrero propuso a Evita como compañera de fórmula de Perón, como candidata a vicepresidenta. Sin embargo, renunció a la candidatura el 31 de agosto, debido a las presiones de los grupos opositores al gobierno, a las luchas internas dentro del peronismo y al cáncer de cuello de útero que tenía diagnosticado desde 1950.

El propio Perón narró que un día antes de morir, Evita le dijo en un susurro que salía de su cuerpo ganado por la metástasis: “No abandones nunca a los pobres, Juan, son los únicos que saben ser fieles”.

Eva entró en coma el 26 de julio, en horas de la mañana y, según la historia oficial, su deceso se produjo a las 20.25, y poco después de una hora, el locutor Jorge Furnot le confirmaba la triste noticia al país por la cadena nacional.

El recuerdo de su sobrina nieta

La ministra de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, presidenta ad honorem del Museo Evita y sobrina nieta de Eva Duarte, Cristina Álvarez Rodríguez, recordó: “Reconocida con todos los lauros con que se honraría a un jefe de estado, ella que no vivió más de 33 años, que nunca ocupó un cargo público, ella, una muchacha que nació en Los Toldos y se convirtió en trabajadora del mundo artístico, ella que tomó a la historia por asalto, llegó al Congreso de Nación, dando inicio a un funeral que duró catorce días durante los cuales la Argentina y los países limítrofes se quedaron sin flores”.

“Pero hubo algo que no formó parte de las tapas de los periódicos de todo el mundo que dieron la noticia, ni forma parte de documentales technicolor. El homenaje de los altares populares desplegados en cada rincón del país, reuniones de familias y amigos alrededor de su imagen rodeada de esas flores que no se habían agotado: la de las llanuras, plazas, sierras, desiertos. Espacios de dignidad y recogimiento que afectivamente se construyeron para decirle que siempre la llevarían en su corazón y en sus convicciones”, agregó.

“Homenajear a Evita hoy significa asumir el compromiso de darlo todo por quienes más lo necesitan. Que florezcan entonces los homenajes a aquella mujer que nos legó la lealtad hacia un proyecto de país libre, justo y soberano y que por eso vive eterna en el alma del pueblo”, cerró Álvarez Rodríguez.