Por Alejandra Ojeda Garnero

El abogado Guillermo Campana, representando la querella de Malvina Godoy, hermana de Franco Casco y Marta Lagraña, mamá de Thiago hijo del joven, presentó su alegato de cierre ante el tribunal integrado por los jueces Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y Eugenio Martínez, quienes deberán resolver sobre la responsabilidad de los 19 policías juzgados en este debate.

En sintonía con la Fiscalía, Campana modificó las imputaciones de diez acusados como coautores, que habían llegado a juicio como partícipes secundarios. Campana pidió duras penas para catorce policías por desaparición forzada, torturas y muerte. Para dos efectivos solicitó la pena de 15 años, para los agentes de Asuntos Interno pidió 6 años. En tanto para el vecino Daniel Crespo 4 años por falso testimonio.

Campana se refirió a las acusaciones de Diego Álvarez, Cecilia Contino, Walter Benítez y Fernando Blanco, por los delitos de desaparición forzada, torturas y muerte en calidad de autores. A César Acosta, Guillermo Gysel, Cintia Greiner, Rocío Hernández, Marcelo Guerrero, Enrique Giannola Rocha, Esteban Silva, Franco Zorzoli y Romina Díaz por el mismo delito en calidad de coautores. Además. Belkis González, Rodolfo Murúa y Ramón Juárez por el mismo delito en calidad de partícipes secundarios. Pero luego, con el devenir del juicio tal como lo planteó el fiscal, la situación de Ramón Juárez se modificó por las pruebas producidas, y fue acusado como coautor. En tanto, Pablo Síscaro y Daniel Escobar fueron acusados por el delito por encubrimiento. Mientras que Daniel Crespo fue acusado por falso testimonio.

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Del mismo modo que las querellas precedentes, hizo un relato cronológico de los hechos que fueron probados a lo largo del juicio, según su teoría del caso. «El 29 de septiembre de 2014 Franco llegó en tren a Rosario desde Florencio Varela, a pasar unos días en la casa de su tía Roque Casco, que residía en el barrio Empalme Graneros. Permaneció allí hasta el 6 de octubre por la tarde cuando alrededor de las 17.30 salió de la vivienda con las pertenencias que traía en su mochila con intención de regresar en tren desde la estación Rosario Norte hasta Retiro, último momento en que sus familiares tuvieron noticias sobre su paradero, antes de confirmarse su detención en la seccional séptima».

Según detalló el abogado, «la tía dijo que quería volver a la casa porque extrañaba a sus hermanos y a la mamá. Lo acompañó a la estación para que regrese, pero fueron a la mañana y el tren salía a la noche. Volvieron a la casa y cuando volvió de hacer unos mandados le dijeron que se había ido. Al otro día empezó a buscarlo, porque habló con Ramón y le dijo que no había llegado. Primero lo buscó por el trayecto del colectivo», ya que a la mañana había ido en la línea 110.

Por otra parte, Campana señaló que «en el inicio de la búsqueda surge una actuación policial apartada de la legalidad, porque Roque contó que cuando fue a realizar la denuncia formal de paradero no le tomaron la declaración en la comisaria séptima porque no habían pasado 48 horas de la desaparición», pero según el querellante «no existe ninguna norma legal que imponga plazo de espera a la denuncia en los casos de búsqueda de paradero».

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En este sentido, criticó la supuesta conducta policial como «una grave falta en el cumplimiento del deber de funcionario público», ya que en estos casos «surge la obligación de la activación inmediata y temprana de todos los procedimientos a los fines de obtener éxito en la búsqueda».

Luego de la negativa a recepcionar la denuncia en la comisaría séptima, según la teoría acusatoria, La tía de Franco se dirigió a la seccional 20 donde brindó un nombre erróneo, Lucas Ezequiel Casco, y brindó detalles de la vestimenta al momento de su partida, remera manga larga azul, zapatillas negras, una camperita deportivo color azul con escudo de Argentina, pantalón de jean color azul medio desteñido y llevó consigo una mochila color azul con bordes rojos. Unos vecinos le dijeron a la tía que «lo vieron que se iba por Génova», y le había dicho, cuando fueron a sacar el pasaje que «tenía el DNI».

Campana se refirió a la supuesta negativa del personal de la comisaría séptima a brindar información sobre la detención de Franco, dijo que los familiares fueron varias veces y en una oportunidad «nos dijeron que si, que habían alzado a un pibe de apellido Godoy», sin embargo, sostuvo la acusación, omitieron brindar información a los familiares del joven.

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El querellante se refirió a la foto del sumario policial, la cual fue reconocida por la tía Roque Casco que dijo: «Ahí lo veo con la carita hinchada, la boca, no sé, la ropa mojada, está diferente, es la ropa con la que lo vi en el último momento».

También vio el video donde se observa a una persona con características similares a Franco Casco, y la tía manifestó que «no lo reconozco, no sé quién es y no se parece a Franco».

También declaró en el juicio el primo de Franco, Rubén Retamar quien fue el último en verlo antes que abandonara la casa. Dijo que «era una persona tranquila, no se metía con nadie, no tenía problemas y siempre lo veía alegre».

También se refirió a las fotos del sumario, al describir que «parece que ahí lo mojaron y tiene la cara hinchada como si lo hubiesen golpeado, no estaba así cuando se fue», y agregó «la remera que tiene en la foto la recuerdo, pero el cuello pareciera que está como tironeada». El primo de Franco tampoco reconoció al joven en el video de Génova y Avellaneda. Además, afirmó que «tenía todos los dientes».

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Por su parte, Malvina Godoy, hermana de Franco aseguró que «lo vi normal, era alto, flaquito, medio narigón, de pelo cortito, tenía un corte arriba de la nariz, marcas de piercing, pero no tuve contacto con él mientras viajó. Solo me enteré que había desaparecido y que no lo encontraban por ningún lado. Que habían hecho denuncias». Sobre las fotos dijo que «tenía todos los dientes, y adelante dos encimados». En la foto del sumario observó que «tiene las manos y el pómulo hinchados, le veo manchas de sangre, está mojado, con los ojos hinchados, lloró, lo noto golpeado». Tampoco reconoció al joven del video, «no es Franco, la forma de caminar no es de él».

También declaró Carina Godoy, hermana de Franco, «dejó varias certezas», según Campana, «confirmó que vivía con ella, y que junto a su mamá le prepararon la mochila. Llevaba su ropa, su DNI, su visera, nada más. Describió la ropa que traía, Sobre la foto del sumario dijo que «era su hermano, la ropa era la misma que le había preparado, el pantalón, la remera azul y zapatillas negras», y sobre el aspecto dijo que lo vio «re mal, nosotros no lo mandamos así, tiene la cara hinchada, la boca, las manos todas golpeadas, la ropa estirada, la remera, los ojos todos hinchados, rojos, el jean está mojado, sucio».

Sobre los dientes dijo que «los tenía todos, y tenía dos arriba de más y superpuestos. Nunca había ido al odontólogo. Confirmó que tenía dos tatuajes, uno en el brazo con el nombre de su hijo y tres estrellas en el cuello». Sobre el video dijo «no es mi hermano, la ropa que lleva arriba no parece ser la de él, las zapatillas no son de él y por como camina no es mi hermano. Tiene algo blanco abajo de la remera mangas largas y él ropa blanca no trajo. Ese jean que tiene puesto no es de él porque no usaba ese color. Las zapatillas tenían algo blanco en las puntas y la de él eran negras».

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Todos los familiares aseguraron que la persona del video no es Franco, incluso la madre en su momento había manifestado «estoy segura que no es mi hijo por la forma de caminar».

Otro punto de la querella de Guillermo Campana fue el análisis del testimonio de Ramón Casco quien se dirigió a la ciudad de Rosario el 8 de octubre de 2014 para buscar a su hijo Franco ya que no había llegado su Florencio Varela.

Según expresó Campana, «Ramón fue unas seis veces a la comisaría séptima en búsqueda de información respecto a la detención o el paradero de Franco y al mismo tiempo aparecen las diferentes respuestas, versiones, reticencias policiales a informar».

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En dichas visitas a la dependencia, «la primera vez recibe respuesta negativa», según su relato «fue atendido por una mujer joven morocha y de anteojos, descripción que coincide con Belkis González. En un segundo momento recibe una respuesta diferente por parte de los mismos agentes. Le dicen que ayer había estado detenida una persona, Godoy Franco. ¿Que cambió para que los agentes modifiquen la información que había dado a la familia?», se preguntó el abogado.  La tercera vez, «fue al día siguiente, Ramón fue con sus hermanas y son recibidos muy mal, se sienten maltratados, le manifiestan que Franco no estuvo ahí y que no se están llevando medidas investigativas y a los fines de que se vayan rápido, les dicen que si tienen alguna información los van a llamar, pero jamás fueron llamados. La cuarta vez fue el día 13, con Elsa Godoy y les brindaron la versión de la detención de Franco Godoy, les dicen que fue liberado y los envían a buscarlo al crotario o al parque España. La quinta vez fueron Ramón y Elsa, y el comisario les dice personalmente que detuvo a Franco y que lo había liberado cerca de las diez de la noche. Esta versión es contradictoria con la que le brindó a Roque cuando acompañada por Ramón, le manifestaron que detuvieron a Franco pero que lo liberaron en el mismo lugar que lo habían levantado. La sexta vez fueron Ramón y Elsa, en un intento de conocer un poco más respecto de la supuesta liberación de Franco. Los policías demoraron más de dos horas en brindarle atención. Hasta que le habrían exhibido documentación con una supuesta firma de Franco, que en su momento Elsa no reconoció como la que habitualmente estampaba su hijo. Finalmente, el 30 de octubre se organiza una marcha desde el cruce Alberdi hasta la seccional para pedir avances en la búsqueda de Franco, en ese momento un periodista le avisa a Ramón sobre la aparición de un cuerpo en el río. Fueron citados al Instituto Médico Legal para la identificación, y lo reconocieron por los tatuajes del antebrazo y cuello», según la teoría acusatoria.

Además, citó el abogado que «Ramón reconoció la foto del sumario donde afirmó que lo observa mal, golpeado, con la cara hinchada, torturado».

También hizo algunas consideraciones respecto de las sogas que presuntamente se habrían utilizado, según la acusación, “para fondear el cuerpo de Franco”, pero que fueron retiradas luego del hallazgo en la explanada de Prefectura mientras esperaban la llegada de la fiscal Mariana Prunotto. Toda esta maniobra con el fin de ocultar pruebas. Sin embargo, el personal de Prefectura que declaró en este juicio manifestó que no hicieron ninguna maniobra hasta que llegara la fiscal”. Campana insistió en la maniobra de ocultamiento al manifestar que en la autopsia de Franco Casco se observa “una impronta sobre un brazo, que según la médica forense Virginia Creimer se trata de una marca de solución de continuidad compatible con el fondeo de cuerpos. Del mismo modo remarcó que esta práctica de arrojar los cuerpos al río es un mecanismo antiforense para ocultar o eliminar pruebas”, según la teoría acusatoria.

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El querellante también cuestionó el informe odontológico, la faltante de piezas dentarias. Por otra parte, negó que la muerte de Franco se haya producido por ahogamiento, sino que fue por asfixia debido a los golpes recibidos en las sesiones de torturas a las que fue sometido, siempre según la teoría acusatoria.

En el mismo sentido se refirió a los exámenes médicos, que no arrojaron resultados positivos de diatomeas y de fitoplancton, como el hecho de no haber aplicado el protocolo de Minnesota en la primera autopsia.

La teoría de la querella en consonancia con la Fiscalía, sostiene que luego de haber sometido a tortura y provocar la muerte de Franco, los policías de la comisaría séptima montaron un procedimiento falso para blanquear la detención ilegal que habían realizado un día antes y luego de haber arrojado al río a Franco Casco.

Para sostener esta teoría se basan en la declaración de cuatro detenidos, de los cuarenta que estaban alojados en la dependencia al momento de lo hechos, que manifestaron haber visto y uno de ellos, escuchado a Franco Casco cuando era sometido a torturas. Testigos que a su vez manifestaron haber recibido beneficios luego de las declaraciones en contra de los policías.

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En consecuencia, pidió duras penas para la mayoría de los efectivos que llevan mas de ocho años detenidos en prisión preventiva.

Penas

Por todo lo expuesto, el querellante consideró que se encuentra probado el hecho, y solicitó al tribunal que imponga pena de prisión perpetua, inhabilitación absoluta y perpetua a Diego Álvarez, Cecilia Contino, Fernando Blanco y Walter Benítez por el delito de privación ilegal de la libertad seguida de muerte, imposición de torturas, en calidad de coautores.

Prisión perpetua, inhabilitación absoluta y perpetua a Cesar Acosta, Esteban Silva, Guillermo Gysel, Cintia Greiner, Rocío Hernández, Marcelo Guerrero, Enrique Gianola Rocha, Ramón Juárez, Romina Díaz y Franco Zorzoli como coautores.

Para Belkis Gonzales y Rodolfo Murúa pidió la pena de 15 años e inhabilitación absoluta por el doble del plazo, en calidad de partícipes secundarios.

En relación a los agentes de Asuntos Internos Pablo Siscaro y Daniel Escobar solicitó la condena de 6 años de prisión e inhabilitación absoluta por el doble de tiempo, por encubrimiento.

Para Daniel Crespo, pidió se le imponga la pena de 4 años de prisión por falso testimonio.

Además, solicitó medidas reparatorias para la familia de Franco Casco. Pidió una reparación completa e integral para mitigar los daños producidos por el hecho. Que el Poder Legislativo resuelva sobre el proyecto de espacio de la memoria sobre violencia institucional y desapariciones forzadas para que funcione en el espacio de la comisaría séptima, y se expropie el edificio a tales fines.