Por Andrea San Esteban

Latinoamérica fue y es un claro ejemplo de que la expresión artística tiene un fin social que trasciende a una galería de arte o un museo.

Rosario, con su impronta de espíritu revoltoso, amparó y vio crecer artistas plásticos, que en muchos caso eran autodidactas, pero con un coraje y un talento único.

Antonio Berni, Julio Vanzo, Emilia Bertolé, Juan Berlengieri, Alfredo Guido, Juan Grela, Leonidas Gambartes, Augusto Schiavoni, Luis Ouvrard, Rubén Baldemar y Pedro Giacaglia, casi todos rosarinos, entre muchos otros que formaron parte de las agrupaciones de los años 30.

Era la década infame y a pesar de ser perseguidos por el poder de turno, crearon la “Agrupación de Artistas Plásticos Refugio” y la “Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos”, “con tendencia política de izquierda”, diría Berni.

Los pintores y escultores plasmaron el Litoral santafesino. Los conjuros mágicos, los agoreros, los payes, los pensamientos y actos de raigambre popular, que convivieron en estas tierras, provenientes del rito, la hechicería y la convivencia con una realidad dura.

Se sostiene que el origen chamánico en las representaciones de las obras fueron una continuidad cultural. Los primeros seres que unieron en una sola persona el arte y la salud, fueron los Chamanes en metzoamérica.

La música también tuvo y tiene un rol extraordinario tanto en la implicancia del compromiso social, como en la salud individual ya que abre caminos intelectuales. La “Trova Rosarina” y los cantautores que habitan hoy en la ciudad, son un claro ejemplo de ello, ya sea por expresar injusticias o develar emociones, que guardadas en el interior, nos enfermarían.

Hoy se continúa utilizando el arte en sus múltiples expresiones, para la salud. Más definido el fin y devenidos en terapias para vivir mejor que acompañan y no reemplazan la medicina ortodoxa, para la rehabilitación emocional o motora.

El arte es un camino de alegría, bienestar, de inclusión, pacificador, anti estrés, como una respuesta al origen de enfermedades psicosomáticas. El arte contra las desgracias, contra el desamparo y con una impronta propia. El arte con identidad.

El miedo es la semilla de todas las enfermedades; cuando es crónico genera daños al organismo y a la autoestima.

Con total derecho debemos auto consultarnos. ¿Quién soy, como quiero vivir?.

Si no decimos cómo queremos vivir, si no trazamos nuestro camino social, alguien decidirá por nosotros, opinará por nosotros y hará la historia sin nuestra voluntad.

Es fundacional crear, producir, armar un proyecto. Definitivamente, un proyecto nos cambia la vida, siempre.

El arte como actividad psico-productiva es muy valioso. El hecho de hacer arte es terapéutico, cuando incluye la mirada constructiva de la realización con un fin.

La finalidad del arte como bienestar, como factor comunicante, es eficaz.

El arte dice lo no dicho. La expresión artística para ver el pasado, para ahondar en conocimientos. El arte como trascendencia, fundamentalmente para poder producir y para crear, es un conjuro contra las enfermedades .El arte para sacudir el espíritu.

Amparo Garzón, una artista plástica colombiana, que trabaja juntamente con arte y salud, y sostiene que “dibujar es una necesidad, es una manifestación de recuerdos inconscientes, acumulados o archivados en nuestro interior…pintar no es otra cosa que comunicar con tu sabiduría interna, que se expresa a través de formas, colores, signos, símbolos y sonidos. Que son totalmente propios, coherentes e inclusivos”.

Amparo continúa explicando que “aplicar el arte a la salud es un camino para la sanación de la enfermedad. Cada vez que expresas tu propio lenguaje visual y tu simbolismo interno, algo cambia; ya nunca serás la misma persona. Tendrás el maravilloso recurso de comunicar que te sucede”.

Podemos decir que el arte es una herramienta de comunicación de las emociones, que tiene como fin vivir más equilibradamente.

El desarrollo sostenible para un tratamiento de bienestar humano exige una mirada sistémica sobre la realidad, porque sólo de este modo es posible tener una visión del conjunto, más que de las meras partes y dar respuestas interdisciplinarias a las diferentes demandas.

La expresión artística no necesariamente debe ser oscura, triste y deprimente. Es muy grato y reparador utilizar la multiplicidad de técnicas y colores que al aplicarlos y verlos nos remitan a los juegos de la infancia.