Por Redacción streapteasedelpoder.com

El verdadero resultado de las elecciones para gobernador en Córdoba en las recientes elecciones, si se contrastan los votos en relación con los ciudadanos empadronados que tenían la obligación de votar, es que con un 38,9 % se impuso el NO VOTO, ya sea por no concurrir a votar, o por anular su voto.

Diez puntos abajo, aparece el ganador Hacemos Unidos por Córdoba, con su candidato Martín Llaryora, con un 28,4 %. Y dos puntos más abajo Juntos por el Cambio, con su candidato Luis Juez, con un 26,4 %. Representando los restantes partidos cifras ínfimas, entre los que se distingue el kirchnerista Creo en Córdoba de Todos, con solo un 1,4 %. Superado por el Frente de Izquierda, con un 1,6 %.

No obstante, las altisonantes denuncias del perdidoso Juez, y las remembranzas del sospechado fraude electoral con el que el mismo gobernador Juan Schiaretti le ganó las elecciones del 2007, un mínimo análisis revela que la diferencia con Llaryora de 57 mil y pico de votos que arrojó el escrutinio provisorio, habiéndose computado el 94,9 % de las mesas, es ilevantable.

El siguiente gráfico, que detalla la diferencia a favor que sacaron ambos competidores en cada uno de los 26 Departamento en que se divide la provincia, contrastada con la concurrencia de los votantes en ellos (trazo gris) visualiza claramente ello.

En él se observa que si bien en los partidos que tienen menor concurrencia de votantes es donde se impuso Juntos por el Cambio (trazo ocre), lo que hace presumir que existen en ellos la mayoría de los votos no escrutados, las diferencias a favor de este resultan insuficientes para superar la diferencia de 72 mil y pico de votos que obtuvo Hacemos Unidos por Córdoba (trazo azul) en los departamentos San Justo y Capital. A lo que debe agregarse que en este último caso también faltaban computar un 5 % de las mesas.

Respecto de la la elección de legisladores por Distrito Único en toda la provincia, la brecha entre los ciudadanos y la clase o casta política, resulta aún más notable, al representar el NO VOTO y los votos en blanco y anulados, el 50,1 % del padrón electoral. Razón por la qué ante el rechazo de la famosa mitad más uno, debería anularse la elección.

La irrepresentatividad de los legisladores queda rotundamente evidenciada en el hecho de que Juntos por el Cambio, que se impuso en este rubro, solo obtuvo el 23 % de los votos del padrón, contra 22,8 % de Hacemos Unidos por Córdoba. Y por su parte los restantes partidos están al borde de ser excluidos, al no llegar al 3 % de los votos válidos.

En este caso debe reconocerse que el resultado está influido por el defecto que representa el uso de la boleta única -que se dispuso tras el sospechado fraude del 2007- que tiene un casillero para lista completa, y otros para lista fraccionada. Lo que hace que numerosos votantes no interpreten bien la mecánica del voto en este último caso, y por eso omiten llenar los casilleros de los rubros que van allá mas allá del voto para gobernador.

En concreto, si bien Llaryora se impuso como gobernador, en el escrutinio provisorio Juntos por el Cambio se impuso por una mínima diferencia en el rubro Legisladores Distrito Unico, y en 14 departamentos para Legisladores departamentales.

Por lo cual, tras un cuarto de siglo, el cordobesismo de Hacemos Unidos por Córdoba, habría perdido el control de la Legislatura Unicameral provincial, para cuyo control urdió esa arbitraria mezcla de legisladores Distrito Único y Departamentales. Y otra tanto sucedería con el Tribunal de Cuentas, donde también se impuso en el escrutinio provisorio Juntos por el Cambio por una mínima diferencia.

No obstante, como si estuviera en el mejor de los mundos, el gobernador Juan Schiaretti simultáneamente con esos más que magros y peligrosos resultados, se lanzó como candidato a presidente de la Nación. Prometiendo con una “Carta a los argentinos” a hacer en la nación, el supuesto milagro cordobés que describe falazmente en ella.

Sintéticamente, se podría decir que con Schiaretti y José Manuel de la Sota y su cordobesismo, Córdoba es una provincia agroindustrial rica, PARA LOS RICOS. Con altos aportes por parte de la Nación, al nivel de Misiones y Chubut; baja tributación provincial; bajos gastos sociales; altos índices de pobreza en el Gran Córdoba, que llegaron a ser los mayores del país; y con el mayor malestar laboral en el orden nacional.

Y con los más altos costos de energía para las familias y pequeños negocios, para poder subsidiar a las grandes industrias, entre ellas FIAT, donde se desempeñó como ejecutivo el gobernador Schiaretti. Y las faraónicas obras públicas construidas por los amigos del poder, financiadas con deuda externa, que seguramente será eterna para los próximos gobiernos y generaciones.

Esa es la esencia del milagro cordobés, que deberían tener en cuenta todos los argentinos. Donde los denostados subsidios no van a los más pobres, sino de una u otra forma, a los más ricos. Y esto explica el resultado de la reciente elección y la amplia brecha que existe entre los ciudadanos y la casta política.