Las fuerzas de seguridad venezolanas lanzan este miércoles bombas lacrimógenas y chorros de agua a presión contra manifestantes que les responden con piedras, cócteles molotov y bombas de pintura, en una nueva marcha de miles de opositores contra el presidente Nicolás Maduro.

Cubiertos con escudos improvisados de madera, y con el rostro oculto con pañuelos y algunos con máscaras anti gas, un grupo de jóvenes resiste a las ráfagas de bombas de gases y chorros de agua que les lanzan los antimotines en una estratégica vía del este de Caracas.

Jóvenes manifestantes prepararon bombas de excremento, que llaman «cócteles puputov», constató un equipo de AFP, pero en la confusión hasta ahora no estaba claro si las habían lanzado.

Algunos encapuchados explicaron a la AFP que decidieron usar esta nueva táctica ante el aumento de la «represión» de la policía y los militares, que han dispersado las protestas con lluvias de bombas lacrimógenas.

Desde que estalló la oleada de manifestaciones, 36 personas han muerto y cientos permanecen detenidas, tras choques con las fuerzas de seguridad, saqueos y otros disturbios.

«Quieren aferrarse al poder y seguir robando, por eso hay que seguir en la calle. La gente se está muriendo de hambre. No soy un burgués, vivo en un barrio (humilde) de Caracas», declaró a la AFP Daniel Ramos, fisioterapeuta de 38 años, quien lleva una bandera venezolana atada al cuello.

Aunque las fuerzas de seguridad hasta ahora han impedido con bombas lacrimógenas su paso hacia el centro de la capital, los opositores se concentraron en distintos puntos de Caracas con la meta de llegar a la sede del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

La oposición convocó la marcha para exigir elecciones generales y rechazar la convocatoria de Maduro a una Asamblea Nacional Constituyente «popular», que según ella es un «fraude» porque no garantiza el voto universal.

Maduro acusa a la oposición de desatar la «violencia terrorista» para derrocarlo y afirma que la Constituyente es la vía para lograr la paz y reconciliación del país, sumido en una severa crisis política y económica.