Estados Unidos anunció que no perseguirá judicialmente al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, si este deja voluntariamente el gobierno, y le advirtió que, de lo contrario, podría ocurrirle lo mismo que al dictador panameño Manuel Noriega, “que tuvo las oportunidades de una salida pacífica y desafortunadamente no las aprovechó”.

“No estamos tras él, queremos que tenga una salida digna y que se vaya”, dijo el representante especial para Venezuela de la Casa Blanca, Elliott Abrams, en una entrevista con el diario The New York Times.

“No queremos procesarte y no queremos perseguirte; queremos que dejes el poder”, agregó el diplomático en la nota, como si se dirigiera al propio Maduro.

Paralelamente, el director de Asuntos Hemisféricos del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y asesor especial de Trump, Mauricio Claver-Carone, advirtió -sin mencionarlo taxativamente- que, con el caso de Noriega, hay “una lección muy importante” que “puede enseñarle Panamá a Venezuela”.

En declaraciones al canal TVN Noticias, de Panamá, Claver-Carone dijo que aquella vez Panamá tenía una dictadura “que tuvo las oportunidades de una salida pacífica y desafortunadamente no las aprovechó”.

Estados Unidos invadió Panamá el 20 de diciembre de 1989 para derrocar al régimen militar que gobernaba el país centroamericano desde hacía 21 años y capturar a Noriega para juzgarlo y condenarlo por narcotráfico.

Abrams, sin embargo, relativizó los contactos entre emisarios de Estados Unidos y Venezuela, reconocidos la semana pasada por Maduro y por el presidente norteamericano, Donald Trump, supuestamente dirigidos a garantizar una salida del poder no traumática para los líderes del chavismo.

“La noción de que estamos negociando es completamente equivocada, y la noción de que hay un patrón de contactos es equivocada”, advirtió el diplomático norteamericano.

“Ha habido mensajes intermitentes y creo que a la gente le parecería completamente predecible cómo es el mensaje muy ocasional desde Washington”, subrayó.

Según Abrams, ese mensaje es el siguiente: “Necesitan regresar a ser un país democrático. Maduro necesita dejar el poder. No debe postularse en una elección. No retiraremos las sanciones hasta que esté fuera del gobierno.”

El 20 de este mes, Maduro y Trump confirmaron públicamente que existía algún nivel de contacto entre ambos gobiernos.

Fuentes políticas y diplomáticas de ambos países explicaron entonces que esos emisarios estaban negociando condiciones y garantías para que Maduro dejara el gobierno y tanto él como algunos de sus colaboradores pudieran vivir sin problemas fuera de Venezuela.

De acuerdo con esas fuentes, esas negociaciones se aceleraron y tomaron estado público al estancarse el diálogo que representantes de Maduro y del presidente interino designado por el parlamento, Juan Guaidó, llevaban adelante bajo el auspicio del gobierno de Noruega.

Tras cinco rondas -dos en Oslo, en mayo, y tres en Bridgetown, Barbados, en julio-, Maduro suspendió unilateralmente las negociaciones a principios de este mes, luego de que Estados Unidos decretara el embargo de “todos los bienes e intereses” del Estado venezolano en jurisdicción norteamericana.

En ese momento, las conversaciones se habían estancado por la reticencia del chavismo a que Maduro deje el gobierno antes de que se realicen las próximas elecciones presidenciales y la falta de éxito de la oposición en el intento por lograr que Washington levantara las sanciones que aplicó a Venezuela, según varias fuentes relacionadas con el diálogo.

Al respecto, Maduro anunció, en una entrevista con la agencia noticiosa china Xinhua, que con el apoyo de los gobiernos de Noruega y otros países “se han establecido unos primeros diálogos de aproximación” y “en los próximos días se darán buenas noticias del proceso de diálogo” con el antichavismo.