La comisión de juicio político del Senado brasileño aprobó por 14 votos contra 5 y giró al plenario de la cámara alta el informe que recomienda la destitución del cargo de la presidenta suspendida, Dilma Rousseff, por supuestas irregularidades en la distribución de recursos del presupuesto 2015.

El informe será recibido por el plenario del Senado el próximo martes, día en el que se iniciará un trámite que debe terminar a fin de mes, luego de los Juegos Olímpicos Río 2016, con una votación clave en la cual se define el futuro de Rousseff.

En una sesión con muchos gritos, nervios e interrupciones, los senadores discutían sobre la legalidad del informe, calificado como «fraude» y «golpe» por parte del Partido de los Trabajadores y sus aliados.

«Esperemos que después de este proceso existan chances para pacificar el país», dijo Raimundo Lira, titular de la comisión especial de impeachment, del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB), el mismo del presidente interino, Michel Temer, vicepresidente de Rousseff que se pasó a la oposición y apoya el juicio político.

El informe acusatorio realizado por el senador Antonio Anastasia, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), aliado del interinato de Temer, indica que Rousseff incurrió en «ataque a la Constitución» por valerse de decretos de contingencia presupuestaria sin autorización del Congreso y de reorganizar partidas de dinero para hacerle frente a los programas sociales agrícolas.

«Este proceso es una farsa, un proceso golpista de los que perdieron las elecciones desde 2002; se está juzgando a una presidenta inocente en base a supuestas irregularidades contables que ni siquiera eran responsabilidad de ella», dijo el senador Humberto Costa, del Partido de los Trabajadores (PT).

Costa comparó la votación en el Senado con «el guiño que los generales le dieron a los golpistas de 1964», en referencia al levantamiento militar que en aquel año destituyó y envió al exilio al presidente laborista Joao Goulart e instaló una dictadura hasta 1985.

«Ahora no hay tanques en las calles, apenas en Río de Janeiro, cuidando de los Juegos Olímpicos», le respondió el senador Cristovam Buarque, ex ministro de Luiz Inácio Lula da Silva en 2003 quien dijo que no le importará ser llamado de «golpista» porque ahora forma parte de la base de apoyo a Temer.

La historia «le reserva el mote de golpistas», dijo, por su parte, un encendido Lindbergh Farias, del PT, defensor de Rousseff y quien en 1992 fue uno de los jóvenes que comandaron las protestas callejeras universitarias para la renuncia de Fernando Collor de Mello, también objeto de juicio político en la época.

«Este es un golpe frío, sin tanques, que le da la mano a Temer y a los perdedores en las elecciones para aplicar una política contra las conquistas sociales y laboristas», sostuvo, en medio de réplicas de los que respaldan el juicio político.

El nuevo oficialismo de Temer no apoyó a los peritos del Senado ni al fiscal Iván Marx, que indicaron que Rousseff no tuvo responsabilidad en la remodelación de las prioridades de gastos del presupuesto.