El viernes pasado, en rueda de prensa desde Bruselas, el presidente francés, Emmanuel Macron, expresó: «Francia ha decidido retirarse del Tratado de la Carta de la Energía. Es un punto importante pedido por muchos». A su vez, sostuvo que la decisión es “coherente” con el acuerdo climático de Paris de 2015.

El Tratado no es solo un resabio de otra era, sino que el mismo Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU lo define como incompatible con los “calendarios de descarbonización” de los acuerdos de París.

Los objetores al Tratado sostienen que no distingue entre distintas fuentes de energía y puede disuadir a los gobiernos de adoptar medidas en favor de la agenda climática.

Esto último es debido a una cláusula de supervivencia, en la que se contempla que un Estado puede seguir siendo demandado hasta 20 años después de su salida oficial del pacto, si la parte inversora considerase que las medidas gubernamentales anteriores a la fecha de su retiro hubiesen perjudicado de alguna manera sus inversiones.

Tal fue el caso de Italia, país al que a finales de agosto de este año se le ordenó compensar al inversionista extranjero Rockhopper Exploration por un monto varias veces mayor (190 millones de euros) al valor de la inversión original (29,2 millones de euros).

A pesar de que ese país se había retirado del TCE en 2016, la empresa brtiánica formuló la demanda por haberle denegado Italia en 2015 un permiso para la construcción de la plataforma petrolífera Ombrina Mare, en las costas del Mar Adriático.

En el Tratado de la Carta de la Energía, se establece a la Conferencia de la Carta de la Energía como órgano rector y de toma de decisiones para el proceso. Todos los estados u Organizaciones Regionales de Integración Económica como la Unión Europea que han firmado o se han adherido al TCE son miembros de la misma.

Debido a la ausencia de una actualización sustancial del Tratado desde la década de 1990, el TCE es uno de los tratados de inversión más litigados del mundo.

La Conferencia de la Carta de la Energía celebra reuniones de manera regular, y es allí donde se abordan los temas referentes a la cooperación energética entre los signatarios del Acuerdo, y donde también se revisa su implementación.

Cuando se vota sobre las enmiendas propuestas al texto del TCE, la Conferencia aprueba la decisión de adoptar las enmiendas por unanimidad de las Partes Contratantes presentes y votantes. En el caso de la Unión Europea, su número de votos equivale al de sus Estados miembros, que son Partes Contratantes del TCE.

Este lunes, la Unión Europea, a través de la Consejera Comercial Miriam García Ferrer, subrayó la importancia de que los países no se retiren del Tratado sin participar de una modificación negociada.

El próximo 22 de noviembre tendrá lugar la 33ª. Conferencia de la Carta de la Energía, donde se abordará la modernización del TCE; y entre los temas a considerar se encuentran enmiendas propuestas al texto del TCE, como así también modificaciones y cambios propuestos a Anexos del Tratado.