La agenda internacional continúa monopolizada por los pormenores del conflicto entre Israel y el grupo islamista Hamás, que ha dejado hasta el momento más de 15.000 muertos en todos los frentes del conflicto, sin que se avizore en el mediano plazo una propuesta de paz sustentable. No obstante ello, en donde sí hubo avances fue en el plano humanitario, con la firma de un cese al fuego temporal que entró en vigor el pasado viernes.

Este acuerdo contempla el intercambio de rehenes en poder de Hamás por palestinos retenidos en cárceles israelíes y supedita la extensión del mismo a la continuidad de la liberación de ciudadanos israelíes por parte del Movimiento de Resistencia Islámica.

Hasta el momento, Hamás ha restituido a 58 rehenes israelíes, mientras que Israel ha liberado un total de 177 palestinos. Desde el piso de Café Internacional se analizaron las principales implicaciones de este acuerdo: quiénes se benefician, qué representa en el marco más amplio del conflicto, cómo afecta a la política interna de los principales actores externos, partiendo desde la hipótesis de que este acuerdo pone fin a una etapa de la guerra en curso, etapa caracterizada por un visto bueno tácito del Norte Mundial a las acciones ofensivas en Gaza por parte del ejército israelí.

También generó repercusión la reunión mantenida por el presidente estadounidense Joseph Biden con su par chino, Xi Jinping, en el marco de la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) celebrada en la ciudad de San Francisco (Estados Unidos). Una reunión que persiguió el objetivo de desescalar las tensiones bilaterales que venían acumulándose durante este último año, alimentadas tanto por las sanciones económicas llevadas adelante por la Administración Trump y continuadas por el actual gobierno, como por los aprestos militares alrededor de la isla de Taiwán por parte de China.

En este punto, puede decirse que la reunión obtuvo resultados positivos, en la medida en que se abordaron temas sensibles: retorno de las comunicaciones militares directas, acuerdos en temas medioambientales, abordaje bilateral de la sensible cuestión del fentanilo, fueron los puntos más salientes en un encuentro que, al mismo tiempo, persiguió objetivos más amplios que involucran a ambos gobiernos, y que se traducen en necesidades.

En tanto que para China, la de mostrar mayor apertura en el marco de un período de desaceleración económica; para Estados Unidos, la de establecer un espacio de cooperación mutuo por temas que haga más predecible la interacción con su adversario hegemónico. El análisis que se realizó desde el piso del programa desarrolló en forma pormenorizada los contenidos detrás de estas dos necesidades complementarias entre ambos países.

Por último, y a contramano de un contexto en el continente africano caracterizado por la convulsión política y golpes de Estado, la buena noticia llegó de Liberia, con la segunda vuelta de una elección en la cual salió vencedor Joseph Boakai (Partido de la Unidad), quien se impuso al presidente saliente, el ex futbolista George Weah (Coalición para el Cambio Democrático) por una mínima diferencia: 50,89% contra 49,11% de los votos, tras una primera vuelta en la cual el ex Balón de Oro había ganado claramente la elección.

La característica central es la concesión inmediata de la victoria por parte de Weah, hecho destacado por diversos países y organizaciones regionales africanas. El presidente electo Boakai, quien fue vicepresidente durante el mandato de la Premio Nobel Ellen Johnson-Sirleaf, deberá enfrentar las consecuencias de una crisis económica producto de la epidemia de ébola desatada a mediados de la década pasada, en un país que todavía carga con las heridas de dos guerras civiles sangrientas.