SáBADO, 30 DE NOV

América Latina, una región ignorada en la campaña presidencial estadounidense

Tras más de un año de discursos y debates llega a su fin sin que ningún candidato haya expresado una idea general o una doctrina sobre cómo el futuro gobierno se relacionará con América Latina.

 

Tras más de un año de discursos y debates, la campaña presidencial en Estados Unidos llega a su fin sin que ningún candidato haya expresado una idea general o una doctrina sobre cómo el futuro gobierno se relacionará con América Latina.

Esta región del mundo con una población de más de 600 millones de personas y que posee lazos históricos y comerciales con Estados Unidos fue prácticamente ignorada en la campaña, con la notable excepción de los exabruptos de Donald Trump.

En determinados momentos, especialmente en los debates, el candidato republicano y su rival, Hillary Clinton, hablaron hasta el cansancio sobre la catástrofe en Siria, el futuro de Irak, las relaciones entre israelíes y palestinos o qué hacer con Rusia o Irán.

Pero la crítica situación humanitaria en Haití, el éxodo migratorio centroamericano, la consolidación de un proceso de paz en Colombia, la interminable crisis política en Venezuela, la inestabilidad de Brasil o la proximidad con el nuevo gobierno en Argentina fueron temas siquiera mencionados por Trump o Clinton.

Solo México consiguió un lugar privilegiado en la campaña, y de la peor forma. Trump lanzó su candidatura dictando el tono de su postura sobre los inmigrantes, al decir que muchos mexicanos eran «violadores» y que se proponía construir un gigantesco muro en la frontera con México.

Trump también propuso revisar todos los acuerdos comerciales de Estados Unidos -en especial el que mantiene con Canadá y México-, otra declaración que hizo encender luces de alerta en el subcontinente.

Reversión en Cuba

Durante un acto en Florida, Trump afirmó que pretende revertir el curso de la política de reaproximación con Cuba, iniciada por el presidente Barack Obama en 2014, pero su visión política de la región no pasó de eso.

A fines de agosto, el gobierno de México jugó una carta arriesgada al invitar a Trump y Clinton para reuniones, quizá con la esperanza de que la candidata demócrata acepte el reto y que el polémico millonario la rechace.

La apuesta no pudo haber sido más desastrosa: Clinton simplemente ignoró la invitación y Trump terminó ofreciendo una conferencia de prensa junto al presidente Enrique Peña Nieto, como si fuesen dos mandatarios en ejercicio.

A escasos días de la elección, el sitio web oficial de la campaña de Clinton incluye una versión en español, pero en ningún lugar se explica la visión de política externa de una candidata presidencial que ya fue secretaria de Estado.

En tanto, el sitio de la campaña de Trump sí incluye una sección sobre política externa, pero está dedicada a temas como la necesidad de derrotar al grupo Estado Islámico y «vencer la ideología terrorista del radicalismo islámico».

Para Michael Shifter, presidente del Inter America Dialogue, en Washington, este cuadro es resultado de una campaña «que ha estado vacía de ideas políticas y que ha sido impulsada por consignas y frases de efecto».

A su vez Lisa Haugaard, del centro Latin America Working Group (LAWG, en Washington), coincidió en que «no ha habido en realidad discusiones profundas y sofisticadas sobre ningún tema de política externa en esta campaña».

Inclusive las discusiones sobre otras regiones del país, comentó la experta, abordaron la discusión desde el ángulo de las amenazas a Estados Unidos, y no desde el punto de vista de la diplomacia.

El «vacío» o la continuidad

Sin embargo, esta ausencia de la discusión no es necesariamente una cosa a lamentar. Para Shifter, «en vista de la sordidez y el bajo nivel de la campaña, la mayoría de los gobiernos de América Latina debe estar aliviado por quedar fuera del radar y no haber atraído atenciones».

En este escenario, los analistas tienen dificultades en delinear un mapa de cómo sería la política de los dos candidatos en relación a América Latina, particularmente en relación a Trump.

Haugaard dijo a AFP que las ideas de Trump para la región son «un vacío». Shifter, por su parte, apuntó que «no hay cualquier evidencia de que Trump se haya dedicado a pensar, en ninguna forma, en como relacionarse con los desafíos de la región ni con el nuevo paisaje político»

En la visión de Shifter, Clinton representa «esencialmente la continuidad del abordaje del gobierno de Obama para América Latina», aunque la retórica de Trump ya ha «hecho daños» a la relación de México con Estados Unidos, daños que «pase lo pase el 8 de noviembre, llevará tiempo para reparar».

Haugaard, por su parte, coincide en que la política externa de Clinton para la región sería la continuidad de la política de Obama -con base en la reaproximación y el diálogo-, pero admitió que algunos cambios serán necesarios.

«Clinton buscará extender la política de Obama en la región pero también hacer más. En Haití claramente seguir la política de Obama no es suficiente. Es necesario hacer más y algo mejor. Lo mismo se puede decir con relación a América Central», comentó.

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