Foto: SpaceX.

 

La nave espacial no tripulada Starship, desarrollada por la compañía SpaceX de Elon Musk para llevar astronautas a la Luna y más allá, realizó este sábado su segunda prueba de vuelo en Texas, Estados Unidos, pero poco después del despegue un propulsor explotó y el vehículo se detonó antes de alcanzar su altitud objetivo.

El cohete, de dos etapas y 120 metros de altura, despegó poco después de las 7 –hora argentina– desde la base de SpaceX, en Boca Chica, Texas, y se elevó a unos 90 kilómetros del suelo en un vuelo previsto de 90 minutos al espacio.

El cohete Super Heavy parecía haber logrado una maniobra crucial para separarse de su etapa central, y explotó sobre el Golfo de México poco después de desprenderse. En tanto, el cohete central de Starship siguió avanzando hacia el espacio, pero a los 10 minutos de vuelo un locutor de la compañía dijo que el control de misión de SpaceX había perdido repentinamente el contacto con el vehículo.

Una retransmisión en directo por internet de SpaceX del lanzamiento del sábado mostró cómo el cohete se elevaba desde la torre de lanzamiento hacia el cielo matutino mientras el grupo de potentes motores Raptor del Super Heavy cobraba vida.

El objetivo de la misión era hacer despegar la Starship en Texas y llevarla al espacio, a punto de alcanzar la órbita, para luego precipitarse a través de la atmósfera terrestre y amarizar frente a la costa de Hawái. El lanzamiento estaba previsto para el viernes, pero se retrasó un día por un cambio de última hora del hardware de control de vuelo.

“Starship despegó con éxito gracias a la potencia de los 33 motores Raptor del Super Heavy Booster y superó la separación de etapas”, aseguraron desde SpaceX en su cuenta de la red social X (antes Twitter) y felicitaron a su equipo “por una emocionante segunda prueba de vuelo integrada”.

“El propulsor experimentó un rápido desmontaje no programado poco después de la separación de etapas mientras los motores de Starship funcionaban durante varios minutos en su camino al espacio”, explicaron sobre la explosión que se produjo.

“Con una prueba como esta, el éxito proviene de lo que aprendemos, y la prueba de este sábado nos ayudará a mejorar la confiabilidad de Starship mientras SpaceX busca hacer que la vida sea multiplanetaria”, reflexionó la compañía

Este segundo vuelo de prueba de SpaceX estaba siendo observado de cerca por la NASA, que cuenta con esta nave para sus misiones de regreso a la Luna.

Un antecedente de riesgo

El 20 de abril, Starship despegó por primera vez en su configuración completa, pero varios motores no funcionaron y SpaceX hizo estallar intencionalmente el cohete cuatro minutos después.

Trozos de hormigón fueron catapultados por la potencia de los motores y se produjo un incendio en un parque regional cercano. El regulador aéreo estadounidense (FAA) abrió una investigación antes de dar finalmente luz verde el miércoles a un segundo vuelo.

Durante siete meses, se reconstruyó la plataforma de lanzamiento y se instaló y probó un sistema de “diluvio” de agua para atenuar las ondas acústicas y limitar las vibraciones.

Sin embargo, grupos ambientalistas han demandado a la FAA por haber evaluado incorrectamente el impacto medioambiental del nuevo cohete.

El cohete comprende dos pisos: el de propulsión Super Heavy y sus 33 motores, y la nave Starship. En la primera prueba, estos dos pisos no lograron separarse en vuelo.

Para corregirlo, se modificó el sistema de separación, afirmó Musk durante una conferencia en octubre, añadiendo que probar este sistema sería “la parte más arriesgada” del segundo vuelo. “No quiero generar demasiadas esperanzas”, advirtió.

Para la empresa, la explosión de prototipos es menos problemática en términos de imagen que para la NASA, financiada por fondos públicos, según expertos.

Pero el desarrollo de Starship no parece ser lo suficientemente rápido como para estar a la altura de los planes de la NASA, que firmó un contrato con SpaceX.