Durante el verano las personas toman la prevención de reservar la estadía en algún hotel, de acondicionar el auto para viajar o de ahorrar dinero para pagar la colonia de los más chicos, pero muchas veces no se anticipan a posibles golpes de calor o a la deshidratación por falta de nutrientes.

Emanuel Valgolio, miembro del Servicio de Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica San Camilo y Silvia Fioravanti, del Servicio de Nutrición, brindan recomendaciones para reconocer y tratar estos males, mediante prácticos y efectivos hábitos saludables.

Como consecuencia de una exposición prolongada al sol o por hacer ejercicios en ambientes calurosos, húmedos o con poca ventilación, el cuerpo genera una transpiración excesiva que provoca la pérdida importante de sales y agua, vitales para el correcto funcionamiento del organismo.

Los síntomas pueden manifestarse en el momento o luego de varios días de altas temperaturas.

Entre los síntomas se destacan el excesivo calor, sequedad de boca, piel roja, pulso rápido, dolor intenso de cabeza, mareos, confusión, pérdida de conciencia, debilidad muscular, calambres, náuseas y vómitos.

Tratamiento

  • Llamar a urgencias.
  • Si el paciente no puede, la persona más cercana debe enfriar el cuerpo con paños de agua fría o darse una ducha fría. Luego, trasladar a la persona a una habitación oscura.
  • Detener lo que se esté haciendo y procurar descansar en un lugar fresco.
  • Evitar practicar actividades físicas intensas durante varias horas.
  • Beber agua y bebidas deportivas/hidratantes.

Prevención

  • Beber abundante agua sin esperar a tener sed.
  • Evitar bebidas alcohólicas, café, té o cola y las muy azucaradas.
  • En días de intenso calor se debe permanecer en lugares frescos o a la sombra.
  • Utilizar protectores o bloqueadores solares.
  • Bajar las persianas evitando que el sol entre directamente.
  • Cocinar comidas ligeras que favorezcan reponer las sales perdidas por el sudor (ensaladas, frutas, verduras).
  • Evitar actividades en el exterior en las horas más calurosas.
  • Vestirse con ropa de algodón ligera y de color claro. Usar gorra y calzado fresco, cómodo y que transpire.

El Ministerio de Salud de La Nación define la deshidratación como la pérdida excesiva de líquidos del cuerpo que no son repuestos.

Puede ser causada por enfermedades diarreicas como la gastroenteritis, por la insuficiente toma de líquidos durante la época de verano o también por la sudoración excesiva por actividad física o fiebre alta.

Los especialistas recomiendan:

  • Ingerir no menos de 2 litros de líquido a lo largo del día (agua con o sin gas, jugos y licuados de frutas o verduras frescas).
  • Consumir alimentos en pequeñas porciones varias veces en el día para evitar sobrecargar el trabajo digestivo y sentir pesadez.
  • Evitar las comidas muy calientes y las que tienen alto contenido en grasa y sal.
  • Incorporar a la dieta leche, yogures frescos pero siempre manteniéndolos en temperatura correcta para evitar romper la cadena de frío.
  • No mantener alimentos frescos o cocidos a temperatura ambiente, se deben refrigerar lo antes posible.
  • Reducir el consumo de bebidas alcohólicas y cafeína e infusiones muy calientes. En días calurosos es importante respetar una alimentación balanceada y equilibrada que se traduce en la ingesta variada y con el mayor número de colores posible de alimentos durante el día:
  • Evitar las grasas y en lo posible elegir quesos descremados y cortes magros de carne, pollo sin piel y pescados.
  • Elegir variedad de frutas y verduras de estación. Aportan vitaminas, minerales, fibra, una importante cantidad de agua con bajas calorías: ananá, arándano, cereza, ciruela, damasco, durazno, cítricos, frambuesa, kiwi, melón, pera, sandia, uva, vegetales de hoja, tomate, zanahoria, coles, etc.