Las dos principales centrales obreras del país, CGIL y UIL, mantuvieron la huelga de ocho horas en actividades comerciales y de servicios, mientras que los trenes, taxis y colectivos solo interrumpieron sus servicios de 9 a 13.
El vicepremier y ministro de transporte Matteo Salvini dijo que “es santo el derecho del paro, pero no se puede inmovilizar un país por 24 horas”. Advirtió que si no desisten de la medida de fuerza deberá “intervenir” el día de la medida anunciada para el viernes.
La Confederación General Italiana del Trabajo y la Unión Italiana del Trabajo realizarán paros de cuatro horas de transporte en once de las regiones del país, entre ellas Roma, que comprenderán el lapso que va desde las 20 hasta las 24.
El titular de la unión sindical UIL, Pierpaolo Bombardieri, expuso que mientras el gobierno estima que los puestos laborales en riesgo son 500 mil, los datos de la organización calcula unos 2 millones. Desde la CGIL, Maurizio Landini consideró que la propuesta es equivocada.
