El Jartum, la capital sudanesa, de 5 millones de habitantes, ya no se escuchaban ráfagas, disparos ni explosiones casi por primera vez desde el inicio de los combates, el 15 de abril. Los enfrentamientos han dejado hasta ahora 427 muertos y más de 3.700 heridos, según la ONU.
Las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) llegaron a un acuerdo para una tregua en todo el país.
Los ejes de esta edición estuvieron en la gira del presidente brasileño por China y Emiratos Árabes Unidos procurando sumar voluntades para detener la guerra ruso-ucraniana. Seguidamente, se habló de la crisis política en Sudán, resultado de un conflicto al interior de sus fuerzas armadas. Por último, se abordaron las consecuencias del escándalo de filtración que sacude a la comunidad de inteligencia estadounidense y occidental.
Debido a los combates, muchas familias han quedado atrapadas, con poco o ningún acceso a electricidad, agua, alimentos y medicinas. El país tiene una de las tasas de desnutrición infantil más altas del mundo con más de 600.000 niños con desnutrición aguda grave antes de los enfrentamientos.
Los trabajadores humanitarios de la ONU señalaron este miércoles que los residentes también enfrentan situaciones que se van generando a causa del riesgo de colapso en el sistema de salud.
Los enfrentamientos también dejaron hasta este martes unos 2.600 heridos en un contexto de explosiones y disparos que aún se escuchan en la capital Jartum. Desde Naciones Unidas afirmaron que las labores humanitarias han sido severamente limitadas mientras empeoran los combates.
El anuncio llegó horas después de un ataque a un convoy de la embajada de Estados Unidos en Sudán, un asalto a la residencia del enviado de la Unión Europea (UE) y el bombardeo de la casa del embajador noruego, todo en Jartum, la capital del país árabe africano.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, les pidió a los líderes de las Fuerzas Armadas sudanesas y de las Fuerzas de Apoyo Rápido que cesaran inmediatamente las hostilidades e iniciaran un diálogo para resolver la crisis.
Antes del estallido de violencia, más de un tercio de los 45 millones de habitantes de Sudán, uno de los países más pobres del mundo, dependían de la ayuda humanitaria que fue suspendida tras la muerte de tres empleados que trabajaban para esa agencia de las Naciones Unidas.
Las Fuerzas de Apoyo Rápido afirman haber tomado el Palacio Presidencial, lo que las Fuerzas Armadas niegan, y también el Aeropuerto de Jartum, el más grande del país.
El Consejo Nacional de Defensa Civil de aquel país confirmó la destrucción total o parcial de más de 35.000 viviendas, al tiempo que unas 38.000 personas se vieron afectadas por las lluvias torrenciales de esta temporada.
El episodio ocurrió en Darfur, una región del oeste devastada por décadas de guerra. El último estallido de violencia se produjo después de que hombres armados de una tribu árabe atacaran pueblos de la minoría massalit en represalia por el asesinato de dos miembros de su tribu el pasado jueves.