Por Mario Luzuriaga

Sin lugar a dudas Narciso Ibañez Menta fue el encargado de asustar a más de una generación de televidentes hispano parlantes y más precisamente de Argentina. Oriundo de España, Menta inició sus pasos en la actuación y dirección teatral representando «La muerte de un viajante» de Arthur Miller y «Las manos sucias» de Jean Paul Sartre. Pero lo que lo catapultó al éxito fue la adaptación de clásicos de terror como «Dr.Jekill y Mr.Hyde», seguido de «El fantasma de la opera».

En el cine se convirtió en una especie de Vincent Price «criollo» por sus actuaciones en películas de terror como «La bestia debe morir» y «Obras maestras del terror». Pero sus dos grandes trabajos fueron en tele con «El hombre que volvió de la muerte» en 1969, donde interpretaba a Elmer Van Hess es un hombre sencillo, ingenuo y simple que está a punto de casarse, cuando es detenido por acusaciones falsas de alguien que ama a la misma mujer, en complicidad con algún amigo suyo que lo envidia.

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Es condenado a muerte y decide vender su cadáver para que le entreguen el dinero a su familia. Su cuerpo es comprado por un científico quien logra devolverlo a vida mediante el reemplazo de sus órganos por unos artificiales. Lo convierte así en una especie de robot humano, destinado a vivir muchísimo más que cualquier mortal. Al tomar conciencia de esto, Elmer provoca un incendio en el laboratorio y escapa, pero no puede evitar que su rostro se queme en la huida.

Entre los cambios que le han hecho, han aumentado también su inteligencia. Se oculta en un barco y viaja a Egipto. Allí conoce a Abdul, un sabio ciego que le ayuda a hacerse unas máscaras que parecen de verdadera piel humana. Nutrido de estos conocimientos y con Abdul convertido en su ayudante, Elmer Van Hess vuelve a su ciudad llevado por el deseo de venganza contra todos quienes lo llevaron a esa situación.

 

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Pero en 1985 llegó su segundo gran éxito: El pulpo negro, que cuenta la historia de Héctor de Rodas, un supuesto escritor de novelas policiales, averigua los antecedentes criminales de cuatro personas aparentemente respetables: los señores Guevara , Méndez, Velázquez  y Duarte y junto a su secretaria Marta  los contrata para matar a cuatro personas elegidas al azar, dejando en el lugar como única pista un pulpito negro de goma.