En lo que va del año 2022 podemos contabilizar miles y miles de hectáreas que se han visto afectadas por el avance de las llamas en todo el territorio nacional. Sin dudas que las consecuencias de los incendios forestales tendrán un fuerte impacto, a corto y largo plazo, en la biodiversidad de los ecosistemas.

En medio de una puja de responsabilidades, y un modelo productivo devastador, la inacción y la no prevención es lo que predomina. Además, como si fuera poco, no existe una planificación para recuperar las zonas afectadas por el fuego.

En las últimas horas, según los relevamientos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ya son 519 mil hectáreas las afectadas por los incendios en Corrientes, destacando que el área se incrementó seis veces desde mediados de enero hasta el siete de febrero último.

El informe que se difundió indica que a mediados de enero las áreas más afectadas eran las de los malezales, mientras que en febrero era considerable la velocidad en la que se consumían el área de los esteros y los bañados inclusive en una proporción mayor.

El trabajo difundido hace referencia a que los focos de calor, al igual las superficies afectadas por las quemas, presentan una tendencia lineal. Y además agrega, una situación por demás de preocupante, concluyendo que las tendencias meteorológicas actuales señalan que el área quemada puede seguir incrementándose.

Dicho informe considera que «además del efecto directo de las pérdidas por el fuego (infraestructura, biomasa, rendimiento) y considerando las tendencias señaladas, más los pronósticos poco alentadores de lluvias abundantes en el corto y mediano plazo, si bien se sugiere seguir con este monitoreo, se debería considerar también muy activamente la comunicación sobre recomendaciones de planificación para los próximos meses (venta de hacienda, reservas)».